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Huelgas por el clima. Scientist rebellion: la rebelión de científicos contra la crisis climática

“Revolución climática o lo perderemos todo”: miles de científicxs alrededor del mundo se sumaron a las manifestaciones contra la inacción climática de parte de los gobiernos y empresas y por un alto a los ecocidios.

Axomalli Villanueva

Axomalli Villanueva @1quiahuitl

Martes 12 de abril de 2022

Miles de expertos y expertas de distintas áreas del conocimiento alrededor del mundo han impulsado la plataforma Scientist Rebelion, que ha llamado a sumarse a la semana de huelgas por el clima, con manifestaciones pacíficas, encierros y tomas de edificios para protestar ante la inacción climática de los gobiernos capitalistas.

En al menos 27 países de todo el mundo, han llamado a actos de protestas, con motivo de la publicación del informe IPCC AR6 WGIII, que ya fue filtrado por ellos mismos en agosto del año pasado. A pesar de las acciones de represión policiaca que, tan solo en Reino Unido detuvo a 200 activistas el pasado 4 de abril.

“Nadie viene a salvarnos: solo una revolución climática podrá hacerlo.” En este mismo periódico publicaron un manifiesto la semana pasada, titulado Los científicos que nos rebelamos contra la inacción climática.

Las protestas que contemplaron huelgas en academias, encierros en edificios de gobierno y oficinas bancarias y bloqueos carreteros, fueron con el objetivo de que no solo se conozcan sus informes alarmantes sobre el futuro que nos espera si el calentamiento global aumenta "sin prisa, pero sin pausa".

Las acciones se llevaron a cabo en Italia (Roma, Turín, Venecia), Dinamarca (Copenhague), España (Madrid), Reino Unido (Londres), Alemania (Berlín), Países Bajos (La Haya), Portugal (Lisboa), Suiza (Berna ), Ruanda (Muanga), Sierra Leona, Colombia (Bogotá), Panamá, Ecuador (Quito), Estados Unidos (Washington DC, Los Ángeles, Portland, Nueva York) y Malawi (Lilongwe), México, entre otros.

Las acciones se llevaron a cabo en Italia (Roma, Turín, Venecia), Dinamarca (Copenhague), España (Madrid), Reino Unido (Londres), Alemania (Berlín), Países Bajos (La Haya), Portugal (Lisboa), Suiza (Berna ), Ruanda (Muanga), Sierra Leona, Colombia (Bogotá), Panamá, Ecuador (Quito), Estados Unidos (Washington DC, Los Ángeles, Portland, Nueva York) y Malawi (Lilongwe), entre otros.

La plataforma Scientist Rebellion, integrada por diversas personas pertenecientes a la comunidad científica y académica nació en 2020 para hacer activismo climático e instar a los gobiernos y la sociedad a dejar de ignorar los hallazgos colectivos de décadas de investigación.

En su comunicado de prensa publicado al iniciar la semana de protestas, afirma que los responsables son los políticos que muestran una absoluta negligencia e incapacidad para abordar esta situación a pesar de ser perfectamente conscientes de la realidad.

“Ya no es posible limitar el calentamiento a 1,5 ºC. Ya no es válido el acuerdo de París. Nuestros gobiernos no han estado a la altura. Necesitamos una revolución climática”, subrayaba un comunicado a través del cual Scientist Rebellion convocó a la huelga del clima en los primeros días de abril.

Scientist Rebellion considera que la última Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) de noviembre pasado en Escocia, constituyó un “rotundo fracaso”, lo que expresa la inoperancia “de las vías oficiales por las cuales se está abordando esta crisis, a pesar de las graves advertencias de la comunidad científica”.

La rebelión de lxs científicxs

En la web de la plataforma del colectivo Scientist Rebellion, conformado por más de mil científicos y científicas alrededor del mundo, manifiestan que ya no basta con seguir esperando a que los gobiernos lean nuestras publicaciones y comprendan la gravedad y la emergencia de la crisis climática, por tanto se debe pasar a las acciones en las calles.

Peter Kalmus, científico y desarrollador de la NASA, quien estuvo entre los arrestos por parte de la policía de Los Ángeles, declaró para su columna de The Guardian que “invertir en la nueva infraestructura de combustibles fósiles es una locura moral y económica, y sin embargo, esto es precisamente lo que están haciendo el presidente Biden, la mayoría de los demás líderes mundiales y los principales bancos, contribuyendo al asesinato y al ecocidio a través de su financiación de combustibles fósiles".

Otro de los convocantes a las manifestaciones, el filósofo ecologista Jorge Riechmann, declaró en una entrevista para El País, “estamos viviendo una situación histórica absolutamente excepcional, en términos no ya de historia de nuestras universidades, nuestras ciudades o nuestros países; sino de historia de la especie humana y del planeta Tierra. Las perspectivas son de ecocidio, más genocidio, y nos hace falta una fuerte reacción social”.

El informe del IPCC de la semana pasada recalca que si las emisiones de carbono no disminuyen drásticamente en esta década, se habrá perdido la oportunidad de limitar el calentamiento global a 1,5 °C y proteger nuestro planeta de los impactos más graves del cambio climático.

Esta semana de acción climática se produce en un contexto informativo marcado por la guerra de Ucrania y la crisis energética acelerada por el conflicto. Las noticias que llegaban desde la Antártida, donde se han registrado temperaturas nunca vistas, hasta 40º por encima de lo normal, ha servido de recordatorio de que las nuevas crisis no anulan de forma mágica las anteriores. Casi siempre las empeoran.

El movimiento contra el cambio climático despertó en 2019, con la convocatoria de Fridays For Future y Greta Thunberg a la que millones de personas se han unido desde entonces alrededor del mundo, denunciando el fracaso de las reuniones gubernamentales como las COP donde los gobiernos capitalistas en conjunto con las empresas no han hecho más que simular tomar acciones.

Frente a una perspectiva absolutamente irracional a la que nos aboca el capitalismo, es evidente la necesidad de medidas drásticas y urgentes para una planificación racional de la economía mundial, como la expropiación del conjunto de la industria energética bajo la gestión democrática de las y los trabajadores y el control de las comunidades campesinas, originarias o indígenas y poblaciones, por ejemplo: la expansión y reconversión energética del transporte público y creación de programas de obras públicas, bajo el control de los trabajadores y usuarios, para construir rápidamente infraestructura de energía renovable.

Esta medidas no van a venir de quienes nos trajeron hasta acá: solo serán posibles planificación de la economía se encuentra en manos de la única clase que por su situación objetiva y sus intereses materiales tiene la capacidad de acaudillar al resto de los sectores oprimidos para evitar la catástrofe: la clase trabajadora.

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