Entrevistamos a Wicha Villalón, uno de los despedidos de Fábrica Militar Río Tercero.
Martes 20 de febrero de 2018
Eduardo Villalón, Wicha para quienes lo conocen, es uno de los 29 despedidos en la Fábrica Militar de Río Tercero (FMRT), cuando el pasado diciembre las autoridades de la empresa comunicaron el cese de sus contratos. Treinta años, más de la mitad de su vida, transcurrieron desde que comenzó a trabajar en esa fábrica en el año 1988.
Trabajó a lo largo de ese tiempo en diversas tareas: en la planta de ácido sulfúrico, con red de ácidos, en planta de ácido nítrico, en producciones auxiliares (vapor). En el año 1995 estuvo cuando sucedieron las explosiones.
“Soy tercera generación de mi familia en Fabricaciones Militares –cuenta Wicha-. El padre de mi padre se inició con el proceso de montaje de FMRT, y se jubiló por edad en esta misma fábrica. Mi padre ingresó a los 13 años en lo que en ese momento era la escuela de aprendices, y se jubiló después de 35 años de servicio. Yo pensaba continuar con esa historia familiar, pero las decisiones políticas no me lo permitieron.”
Dentro de la fábrica vivió y compartió infinidad de experiencias junto a sus compañeros. “El hecho de haber estado tanto tiempo ahí adentro y haber ‘bancado’ las explosiones, los accidentes industriales graves que ocurrieron -en los que uno, fuera de horario, colaboró para solucionarlos más rápido, como en el caso de derrames de camiones de ácido, incendios internos, etc- todo eso hace que el sentido de pertenencia a la fábrica sea muy fuerte. Y que una forma como la que usaron en diciembre para informarnos que no nos iban a renovar los contratos produzca mucho dolor, el ser desafectado a la empresa y de esta manera. Porque si la decisión era reducir la cantidad de gente -que estoy firmemente convencido de que 29 sueldos más o menos en 580 no van a hacer que los números pasen a positivo, y menos a nivel nacional-, creo que podría haber habido otra forma de hacerlo, usando un poco mas la ética y el sentido común. El mal trago, al menos, hubiera sido mucho más suave.”
Wicha recuerda bien ese año trágico del 95, cuando fueron las explosiones de los polvorines. En medio del caos y mientras todo el mundo se evacuaba, él junto a otros compañeros de trabajo se metieron a la fábrica para intentar que el siniestro fuera lo menor posible. “Nosotros conocíamos bien las instalaciones, a diferencia de los propios bomberos que vinieron de las ciudades cercanas. No lo dudamos… Todas esas “extras” que hicimos, por querer que esta fábrica saliera adelante, ayudando para que los accidentes tuvieran las menores consecuencias posibles, toda esa historia hace que duela más hoy, ser desafectado de esta manera.”
Es que, en consonancia con el cinismo con que se despidió a otros cientos de trabajadores en el conjunto de Fabricaciones Militares, Wicha supo que quedaba afuera de la FMRT, a sus 52 años, de una manera impensada: “La noticia de los despidos nos cortó a todos al medio. Si bien se rumoreaba la posibilidad de algún despido, parecía más lejano de lo que realmente estaba. Entonces todos seguían adelante con sus proyectos, con sus sueños. En mi caso, ni siquiera me lo comunicaron personalmente. Ese sábado 16 de diciembre, leyendo el diario, ví publicada la lista donde estaba mi nombre.”
“La primer semana –sigue relatando- fue muy dura, en la carpa eran lágrimas de bronca y tristeza compartidas con cada uno de los que se acercaban. Con el pasar de los días todo se fue enfriando… sin embargo están todos pendientes de los nuevos despidos que va a haber. Siempre se rumoreó entre nosotros que los despidos no terminaban en los 29. El director de FMRT, habló de la reducción de un 20 por ciento del personal, eso serian alrededor de 120 personas. Luego en una asamblea en la fábrica cuando se le pidió que hablara, dio el número de 70 personas. Por lo tanto esto ya está anunciado. La incertidumbre y el temor son grandes en este momento.”
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Sentados en un café ubicado en el centro comercial “El Paseo”, junto a Silvana su compañera, Wicha comenta con seguridad que “todo esto ha sido muy bien estudiado. Por ejemplo, nunca antes había sido tan rápida la renovación de los contratos, sin embargo esta vez aparecieron ya el día 15 con un nuevo contrato que es un retroceso para la calidad de vida del trabajador. Han estudiado todos los pasos para reducir al mínimo la repercusión de esta reducción que están haciendo en el Estado.”
- ¿Vieron posible en algún momento volver a trabajar en la fábrica? ¿Estaba planteado el objetivo de pelear por la reincorporación de los 29?
Wicha: “Los primeros días se vio como una posibilidad y estábamos convencidos de que era factible una marcha atrás. Porque es real que con una reorganización positiva no sólo se podía reincorporar a los despedidos sino que se podría tomar nueva gente. Hay capacidad instalada y conocimientos para fabricar cualquier cosa. Pero de a poco esa esperanza y esa fuerza se fue diluyendo en el tiempo. Esas semanas previas a las fiestas de fin de año eran cruciales para aprovechar la moral de la gente, que se expresó en una gran marcha... Muchos compañeros entraron en vacaciones y eso también fue en contra de una mayor unidad o acciones contundentes. Durante enero y febrero esa ha sido la situación.”
- ¿Cómo reaccionó la ciudad de Río Tercero ante los despidos?
Wicha: “La ciudad acompañó y brindo un apoyo mayor al que se esperaba. Ese día lunes, el 18 de diciembre, la movilización tuvo una participación enorme, como no se había visto antes en otras manifestaciones relacionadas con reclamos de trabajadores en FMRT. Sin embargo muchos compañeros que siguen adentro, con los que estuve hablando, es como que cierran los ojos para esconderse, por las dudas que en la próxima tanda les toque a ellos. Se dio como cerrada esa etapa, en la que hubo esperanzas de la reincorporación.”
Wicha: “Ellos -la patronal- han creado una división, metiendo miedo a los que quedan, y generando en un momento expectativas falsas a los compañeros despedidos con esas cuatro reincorporaciones que “concedieron” en la semana posterior a los despidos. Sé de compañeros que no acudieron a la carpa por temor a que los marquen y les toque la misma suerte. Hicieron todo lo posible para evitar una reacción masiva. Nadie sabe qué criterio usaron para elegir a los que quedamos despedidos, tanto en la parte mecánica como en la química. Ni tampoco se encuentra un criterio unificado en relación a los cuatro que volvieron a tomar. Es como que lo hicieran para embarrar más la cancha y que nadie sepa para donde apuntar. Entonces no hay reacción masiva, se piensa que quedándonos tranquilos puede mejorar la cosa, y siguen dividiendo a los trabajadores. Despidieron a 29, reincorporaron a 4. Y los 25 que quedamos afuera fueron algunos buscando trabajo, acá o allá, a otros ya no los vemos, y todo se fue diluyendo.
- Este parece el desenlace anunciado de una larga década que para ustedes fue de precarización, con contratos que allanaron el camino para los ataques de hoy. ¿Cómo era la relación laboral que tenías con el Estado en Fabricaciones Militares?
Wicha: “Es así… Cuando yo retorné a trabajar en FMRT luego de haberme ido por un tiempo, entré por una cooperativa de trabajo, y al poco tiempo la fábrica me notificó que la única forma de seguir prestando servicios era como Monotributista. Durante un año y medio fue así, yo facturaba a nombre de mi “empresa” a FMRT, y al poco tiempo surgió el tema de los contratos. En un primer momento, al igual que un 60 por ciento de los compañeros, era contratado directamente por FMRT. Esos primeros contratos tenían una duración de 6 meses. La renovación en ese tiempo era prácticamente automática.”
- ¿Qué rol jugó el sindicato, desde tu punto de vista?
Wicha: “El gremio siempre peleó por el pase a planta permanente de los contratados que estaban en condiciones de cumplir con los requerimientos de la empresa. Pero eso nunca ocurría. Cada vez que alguien se iba, por jubilación o por motivos personales, ese puesto no se cubría con un nuevo efectivo. Y así fueron avanzando con los contratos, de una forma ilegal porque era el mismo Estado el que ponía los plazos máximos que podía trabajar una persona en condición de contratado, y a la vez es el Estado el que sostenía esa forma de precarización. La incertidumbre era una constante año a año.”
Silvana, compañera de Wicha, agrega: “El tema es que el mismo Estado precarizaba a los trabajadores con esos contratos. Porque ellos perdían el derecho a una indemnización, no tenían prácticamente ninguno de los derechos que corresponde tener trabajando en una empresa. Ni siquiera había promesa de continuidad porque se sabia que podías quedar afuera en cualquier momento.”
Silvana: “Es evidente que los responsables la dejaron irse abajo y fue intencional. Porque si vos tenés un negocio familiar y ves que no anda, probás nuevas cosas para repuntar y no fundirte. En la fábrica se hubiera podido pensar planes, nuevos proyectos que se concretaran para poner la capacidad a producir, pero no es lo que hicieron. De alguna manera dejaron que se hundiera, que genere pérdidas en vez de ganancias.”
Wicha: “Si bien uno desde su puesto muchas veces tiene una visión parcial del proceso, conversando con otros compañeros e inclusive gente que pasó por otras plantas de Fabricaciones Militares, uno tiene razones para estar seguro de que siempre FM estuvo en condiciones de autofinanciarse y dar ganancias. El problema es que ya en la época de Menem, que fue quien más al descubierto intentó privatizarla, siempre fue lo mismo: no tomar la decisión política de hacer eficiente la FMRT. Si bien esta fábrica fue creada por necesidades estratégicas, en los tres últimos gobiernos que hemos tenido nunca la tuvieron en cuenta. Varios gobiernos invirtieron dinero en compra de maquinarias, etc, pero eso quedaba en desuso, era más una lavada de cara que hacían. No hubo un plan de continuidad. Actualmente, -continúa- vemos que la decisión es dejar que todo decante y que solo vaya al cierre, que desaparezca, o que pase a manos de un privado. Acá en Río Tercero se habla de que uno de los principales interesados sería Petroquímica que es una de las que compran la producción.”
Silvana: “Además es todo el pueblo el que pierde cuando hay despidos. Como pasa en Azul y por eso se levantan todos contra el cierre de la fábrica, porque saben que cada puesto de trabajo significa menos ingresos para el conjunto de la comunidad.”
- ¿Actualmente qué se produce la fabrica?
Wicha: En la planta química se produce ácido sulfúrico, nitrato de amonio que es un fertilizante para el campo, y ácido nítrico del cual la vecina fábrica Petroquímica consume el 90% de la producción diaria. Es un insumo completamente necesario para ellos, y alrededor de estas plantas funcionan los servicios necesarios para su funcionamiento: aguas industriales, vapor, etc. En la parte mecánica entiendo que había la posibilidad de reparación de vagones. En este momento la actividad es muy baja en relación a la capacidad de producción metalmecánica que hay.
- ¿Y antes?
Wicha: En un momento se hacía el armazón de pistolas de 9mm, la parte primaria de la estructura; munición de artillería tanto de morteros como de cañones; y torretas para tanques de guerra. En esos momentos la fábrica tenia cerca de 2000 trabajadores y no había un solo sector improductivo. Para cumplir con los contratos incluso se derivaban trabajos a los talleres de la zona. Desde el año 91, 92, empezó a reducirse la cantidad de operarios en FMRT, y en el año 96 hubo una tanda enorme de despedidos, con la excusa de las consecuencias de la explosión.
Wicha: “Veo que la situación va de mal en peor. El gobierno nacional quiere cumplir con pautas internacionales que hoy están significando un retroceso en la productividad del país. En todas las empresas se esta viendo un achique importante. Este gobierno va tirando y probando hasta donde pueden llegar. En Azul, el ataque puso a todo un pueblo a defender la Fábrica Militar. Para un pueblo chico algo así es la muerte. Están despidiendo en todos lados y parece que va a seguir así. Para ellos estar “adentro del mundo” es que la Argentina no produzca sino que compre todo afuera.
Wicha: “Me parece que falta un liderazgo que se proponga a unificar los diferentes reclamos y luchas. Yo soy afiliado a UPCN y mi propio gremio no hizo nada frente a esto. Yo desde que me despidieron estuve en la carpa, en las acciones y cortes que se hicieron junto a ATE, pero no lo hago solo por mí sino porque soy consciente de la situación en la que estamos y que hay que reaccionar.”
- ¿Piensan que sería diferente la perspectiva si las conducciones sindicales se pusieran a la cabeza de luchar seriamente contra los despidos, contra la reformas antiobreras, etc.?
Silvana: “Si todos los trabajadores y todos los gremios estuviéramos dando una pelea juntos, por puntos comunes que son la defensa del salario, de la jubilación, de los puestos de trabajo, la realidad seria otra seguramente.”
Wicha: “Creo que existió la perspectiva de lograr en un primer momento la reincorporación de los despedidos, pero que la realidad nos pasó por encima. ATE lleva adelante una lucha, pero las herramientas son pocas. Por ejemplo cuando se supo acerca de los despidos en FANAZUL, por el momento en que lo hicieron no había casi trabajadores en la planta. Quizás falta preparación para anticiparse.”
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“El día 18 de diciembre –recuerda Wicha- cuando nos movilizamos, un ex trabajador de la fábrica planteaba endurecer la lucha y ganar apoyos desde afuera, a la vez que era necesario ganar el compromiso del conjunto de los trabajadores en esta pelea. El tema es que todavía no es claro qué ideas, qué liderazgos podrían señalar ese camino para ganar. Hoy por hoy no hay un gremio que esté a la altura de coordinar la unidad necesaria. Faltan liderazgos que construyan democráticamente la confianza del trabajador en sus propias fuerzas.”
- ¿Qué lecciones piensan que se pueden sacar hoy, luego de lo que les tocó vivir a ustedes y en el marco de la situación actual?
Wicha: “Muchos compañeros, hasta hace poco tiempo, planificaban su vida personal y sus proyectos en base a la certeza de tener este trabajo. Hoy por hoy todo eso se desmorona, cuando te quitan el trabajo te roban la posibilidad de soñar. Por eso hoy es importante prepararnos para lo que viene, por los que todavía están, porque se vienen más despidos y si esperamos de brazos cruzados nos van a pasar por encima.”
Silvana: “Agregaría también que no podemos dejar que nos engañen más. Esta reducción en FM, con el despido de los 29 en Río Tercero, en el gasto público a nivel nacional representa una proporción insignificante. La otra vez ellos hacían la cuenta de que si echaran a todos los empleados de todo Fabricaciones Militares, la reducción del gasto público no llegaría al uno por ciento. Entonces, ¿Para que hacen esto? Si no sirve. Donde tienen que reducir es en otros sectores. Empezando por los privilegios de quienes cumplen funciones en el ámbito público. En vez de reducirse lo que cobran los funcionarios, los políticos, reducen el gasto público despidiendo al obrero, que es el que les da de comer. Y lo peor de todo es que la gente que votó a este gobierno lo hizo porque buscaba un cambio positivo, y se está dando cuenta de que hacen lo mismo que los que estaban antes, están haciendo todo lo contrario a lo que dijeron que iban a hacer. Están perjudicando a la gente que los votó.”
“Mi papá -recuerda Silvana-, en el año en que yo nací, trabajaba en ACINDAR. Y hubo una toma de la fábrica. Todos los empleados se quedaron adentro de la fábrica. Todos. Mi mamá les llevaba de comer todos los días. Y entonces ellos consiguieron lo que querían: mejorar los turnos, que les reconocieran las horas extra, un montón de cosas. Hoy hace falta lo mismo. Que todos estén unidos adentro de la fábrica. Porque siempre está encima la amenaza de que te echen. Y más trabajando en una relación de precariedad como la que están con este contrato. No sé si sería posible, por ejemplo, que en un cambio de turno todos se queden para pelear, tomando la planta. Hasta que no logren que los efectivicen, o que les vuelvan al contrato anterior –porque ahora metieron lo de la productividad, y si la patronal decide que ésta no alcanza los objetivos, te pueden reducir la jornada y te pagan la mitad del sueldo-. Redujeron las horas que podes tener por enfermedad, y también está el tema de las tareas, la polivalencia, que también perjudica las condiciones de trabajo. Hoy hace falta una mayor unidad, para pelear por los despedidos y por las condiciones de los que quedan. La realidad es que no todos iban a la carpa, ni a las asambleas, o a las marchas que se hicieron.”
Wicha: La lucha arrancó de por sí con poca gente involucrada. Empezando por los directamente afectados. Puede ser que haya habido poca confianza en que se podía ganar, o que esa fuerza se diluyó rápidamente y luego cada uno buscó resolver su situación con las herramientas que tuvo a mano.
Wicha: “Que hay que organizarnos, preparar nuestras fuerzas para los futuros ataques que vendrán. Que cada trabajador y trabajadora puede involucrarse y organizarse haciendo que su voz y sus ideas cuenten. Hay luchas en todo el país que podemos tomar como ejemplo y marcan un camino. En nuestra propia ciudad durante las últimas semanas hubo un fuerte proceso con movilizaciones que puso en jaque al tarifazo. También, hace pocos días, los trabajadores en lucha del Hospital Posadas convocaron un encuentro para coordinar y unificar las diferentes luchas obreras que hay en curso. Podemos hacer eso en Córdoba y en cada provincia porque de esa forma, cuando haya nuevos despidos, nuevos ataques a nuestras condiciones laborales, vamos a estar unidos, preparados, y con confianza en nuestras propias fuerzas.”