Myriam Bregman dio una entrevista donde habló del avance de discursos antiderechos, no solo por parte del gobierno de Milei, sino también dentro de la oposición peronista. Por otro lado, dentro de la progresía, se ha buscado hacer una oposición ficticia entre el movimiento de mujeres y diversidades, y los reclamos sociales. La salida no puede ser dividir los movimientos o reversionar los discursos reaccionarios del Gobierno. Quizás sea hora de volver a colgarse el pañuelo naranja, para que esté presente en todas las luchas.
Martes 23 de julio 20:32
El gobierno de Javier Milei, con toda su casta de funcionarias y funcionarios, viene atentando contra las conquistas del movimiento feminista y de diversidades. Su política de ajuste al servicio del FMI, está dejando en la calle a cientos de mujeres y disidencias: del exMinisterio de Mujeres, géneros y diversidad; de la línea 144 de prevención contra la violencia de género; de Centros de la Memoria, entre decenas de dependencias públicas. En el mismo sacudón, despide travajadores protegides por la ley de cupo laboral travesti-trans-nobinarie, más vulnerables a la prostitución y/o a la precariedad y el desempleo, por la discriminación. Al simultáneo, La Libertad Avanza propaga un coro disonante de discursos de odio, cargados de prejuicios insólitos que van desde denigrar la identidad sexual de las personas, hasta cuestionar la ley de divorcio o alentar la irresponsabilidad parental cual "pájaro que comió, voló".
Pero el retorno de discursos prehistóricos, no viene solo del Gobierno de la ultra-derecha. Los idearios conservadores y antiderechos, operan de manera bastante trasversal entre los partidos del régimen capitalista argentino, con una Iglesia Católica adherida al Estado. El ideario de familia tradicional, que busca un único rol de madre para las mujeres, o que plantea la heterosexualidad como norma o que entiende la identidad de género limitada al binomio biológico hombre/mujer, es solidario con el gobierno de Javier Milei y alimenta la derechización del régimen en su conjunto.
En una entrevista con Nico Lantos, Myriam Bregman focaliza en el avance de discursos antiderechos, no solo por parte del gobierno de Javier Milei, sino también dentro de la oposición peronista. Ya que, en el último tiempo, desde algunos sectores, ensayaron críticas sobre su derrota electoral, echándole la culpa al movimiento de mujeres y diversidades, por los derechos conquistados y por la influencia que lograron sus debates en la sociedad.
"Se ha instalado que (el gobierno de Alberto Fernández) fue demasiado progresista o que le dio mucho lugar al feminismo y que por eso fracasó". "Hay gente con crucifijo que recorre la televisión. Incluso algunos desde un supuesto progresismo. Y te dicen: caímos en un discurso feminista, se le dio mucho lugar al debate cultural. Con onda, te están diciendo: ¿Chicas, por qué no se van?" -explica Bregman y aclara- "Cada cual tiene la religión que quiere, pero hay un mensaje político en criticar al feminismo... Hay gente que piensa que imitando a Milei, se puede derrotar a Milei. Y para fotocopia ya está el original".
Como marca la referente de la Izquierda y del feminismo socialista, no se trata de una discusión sobre la fe espiritual que cada quien profesa. Sino de las alianzas políticas con la institución de la Iglesia Católica y con el Papa Francisco que sostienen, de izquierda a derecha, también dentro del peronismo. No por la fe, sino porque se trata de una institución que se opuso a todas las leyes que conquistó el movimiento mujeres y diversidades en los últimos años. Además de haber sido cómplice, junto a los grandes empresarios del país, del genocidio de la última dictadura cívico-militar.
Es un hecho. Desde el Vaticano, Francisco se opone, ante los pueblos del mundo, a cada uno de los derechos que el movimiento de mujeres y LGTTTBIQ+ conquistó en la Argentina. Como Arzobispo de Buenos Aires, había dicho que el matrimonio igualitario era una "guerra contra Dios", para luego admitir, como Papa en 2020, solo la unión civil. También continuó atacando la interrupción voluntaria del embarazo, dijo que el derecho a la identidad de género "corre el riesgo de atentar contra la dignidad de la persona" y se montó al discurso de criticar una supuesta "ideología de géneros". Mientras tanto, continúan impunes las prácticas de pedofilia y abuso a las infancias por parte de miembros de la corporación eclesiástica, en todo el mundo.
A pesar de la confrontación discursiva de Javier Milei contra el "Papa peronista" (y viceversa), el Gobierno coincide en la agenda machista de la Iglesia. Y tiene voceros que propagan discursos de odio contra las mujeres y las disidencias, como Agustín Laje y Nicolás Márquez. Incluso el Secretario de Culto del gobierno, se tiró contra la ley de divorcio, sancionada en los años ’80. Por otro parte, la derecha argentina tiene otras iglesias de su lado, como las evangélicas que, aunque no son financiadas por el Estado, lo mismo buscan influenciar la política y fueron parte impulsora de "los pañuelos celestes" y el movimiento antiderechos.
El debate que trae Bregman expone que dentro del movimiento peronista se expresan también sectores antiderechos, de manera bastante trasversal. Y da vuelta el argumento de que el peronismo fracasó por culpa del feminismo. Las "alquimias electorales" de los último año se armaron prometiendo frenar a la derecha, pero el desastre social y económico del Frente de Todos le abrió la puerta a la ultra-derecha. A su vez, la lógica de girar a derecha en la política y el discurso, para supuestamente atraer los votos de la oposición, alimentó a la derecha "original". Expresión de eso es el destino que tuvo el excandidato y actual ministro Daniel Scioli, un chupamedias descarado de Javier Milei; o el propio Sergio Massa que, con sus legisladores, aportó votos para la aprobación de la Ley de Bases.
"Guillermo Moreno, directamente reivindica a Donald Trump y Netanyahu (primer ministro Israelí). ¿Qué más quiere Milei, que vos le habilites a todos estos personajes?" -señala Bregman en la misma entrevista. El exsecretario de Comercio Interior del kirchnerismo, es quien más desembozadamente culpa al "progresismo", de la derrota del peronismo. Hace poco incluso se tiró contra la ley de matrimonio igualitaria, conquistada hace ya 13 años, y sus prejuicios machistas anclados en la familia tradicional, son permanentes. A pesar de no haber pasado las elecciones PASO, Moreno viene tomando relevancia mediática porque lo levantan, en particular en C5N y en varios programas peronistas de streaming y youtube. Esto habla de la crisis de representación política del peronismo, pero también de un giro a derecha que operan, tratando de imitar al poder de turno.
En la otra vereda del arco político peronista, dentro de Unión por la Patria, está el sector representado por el excandidato a presidente Juan Grabois. Aunque ni él, ni su militancia comulgan con los discursos de odio, sino que en general los rechazan; también es cierto que Grabois es un conocido aliado político del Papa Francisco. Pero no es solo una cuestión de fe espiritual. El referente de la Economía Popular opera para dividir en dos las caras de Bergoglio: quiere mostrar un Papa bueno con los pobres que critica las guerras y la crisis ambiental provocadas por el capitalismo; pero a la vez oculta su rostro de poder patriarcal y antiderechos, que oprime a las mujeres y disidencias, y que continúa metiéndose en la política y en la vida de las personas. Esta contradicción no es inocua. Los sectores del feminismo que se unieron a Grabois, como Ofelia Fernández, abandonaron la discusión de separar a la Iglesia del Estado, que había quedado como objetivo sentido tras la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
Dentro de la progresía peronista en general, al menos desde que asumió el gobierno de Alberto Fernández, se fue instalando la idea de que había que dejar a un lado la pelea del movimiento feminista y de diversidades (quizás temporalmente), para avanzar con la agenda social o en pos de mantener alianzas de poder. Esto se vio de manera crítica cuando Alberto Fernández designa como jefe de gabinete a Juan Manzur quien, como denunció Bregman en el debate presidencial, "obligó a parir a una niña de 11 años violada"; designación que fue aceptada por la exministra Gómez Alcorta. De esta manera, el desastre social que generó el gobierno del Frente de Todos, con un gran aumento de la pobreza, sirvió de excusa para dejar a un lado la "agenda feminista", en pos de solucionar otros problemas sociales, pero tal división no solo era ficticia, sino que estos problemas no hicieron más que agravarse.
Así lo explica la fundadora de Pan y Rosas, Andrea D’ Atri, en un artículo: "Mientras las condiciones de vida de las masas se iban deteriorando estrepitosamente, con peores consecuencias para las mujeres trabajadoras y de los sectores populares, agobiadas por el endeudamiento para la supervivencia, la inflación, los tarifazos y la precarización, el movimiento feminista no solo fue pasivizado. También apuntaron contra él desde algunos sectores del propio peronismo y referentes feministas, fortaleciendo un discurso que opone los derechos democráticos a los derechos sociales y económicos".
Los problemas de la opresión de género, están íntimamente relacionados a la explotación y a los problemas sociales del capitalismo. Por lo que tal oposición entre derechos es ficticia.
Pero la progresía peronista mostró no poder dar solución ninguno de estos problemas, arbitrariamente divididos. Un ejemplo claro lo dio el gobernador Axel Kicillof, cuando en el años 2020, se encontró con la toma de tierras en Guernica, donde cientos de mujeres habían escapado de la violencia de género con sus hijes, y su resolución final fue desalojar a las familias con topadoras al mando de Sergio Berni. La necesidad de vivienda estaba agravada por la necesidad de huir del agresor: y el progresista Kicillof eligió revictimizar a estas mujeres con una represión violenta, en pos de salvaguardar el derecho a la propiedad privada para el negocio inmobiliario. El rol nefasto de Sergio Berni se volvió a ver, bajo el mismo Gobierno, con la desaparición del joven trans Tehuel de la Torre.
Actualmente, bajo el gobierno de la ultra-derecha, se ve aún más claro que dividir la pelea del movimiento feminista, de la del pueblo trabajador y pobre, solo debilita la lucha del pueblo en su conjunto. La reacción de La Libertad Avanza no hace distinción, ataca a todes a la vez. Mientras va contra los derechos laborales o contra los comedores populares, lanza ataques machistas, homólesbotransfóbicos y contra las personas con discapacidad. O racistas, como las recientes declaraciones de la vicepresidenta Villarruel al respecto de los jugadores de fútbol europeos. A la vez, el plan económico al servicio del FMI está generando una brutal recisión y aumento en la desocupación tanto en el sector público como en el privado. Y, como en toda crisis, las mujeres y las diversidades se llevan la peor parte.
La salida no puede ser dividir los movimientos de lucha o reversionar los discursos reaccionarios del Gobierno. Para el feminismo socialista, la clave es unir todos los reclamos (democráticos, sociales y económicos), desplegando la lucha coordinada de todos los sectores del pueblo trabajador y pobre, organizados democráticamente. Y, en especial desde el movimiento de mujeres y diversidades, pelear con total independencia de las Iglesias. Unirse no significa perder la identidad de los movimientos, sino potenciar las fuerzas del conjunto, para resistir los embates del Gobierno e ir por todos los derechos y contra todas las opresiones.
Es hora de volver a colgar el pañuelo naranja en las mochilas, para llevarlo a todas partes y que esté presente en todas las luchas. Esta pelea no puede, ni tiene por qué esperar. Dentro de lucha revolucionaria por terminar con el patriarcado, entrelazado hasta los tuétanos al sistema capitalista, es clave la pelea por separar a la Iglesia del Estado.
Por otro lado, la división que operan desde arriba tampoco es real, no se expresa en la vida diaria. En la lucha contra los despidos, por ejemplo, están también les trabajadores del cupo laboral travesti-trans-nobinarie. En las peleas contra los despidos, están las mujeres trabajadoras y también las parejas, hijas/es y familiares de los trabajadores. Un sector importante de ellas y elles, fue protagonista de la marea verde o se vio influenciade por el movimiento. Las demandas y debates del movimiento de mujeres y diversidades, pueden convivir con toda fuerza a la par de la pelea más general contra este Gobierno anti-obrero, racista y patriarcal, y contra el régimen que lo sostiene, donde la Institución eclesiástica juega un rol importante.