Jóvenes de reivindicación estalinistas homenajearon al máximo burócrata y dirigente de la ya extinta URSS, en el día consagrado contra las aberraciones que significaron el nazismo y el estalinismo.
Jueves 26 de agosto de 2021
Sin duda, es un hecho que la burguesía y los sectores reaccionarios, como los autodenominados “libertarios”, quieren emparentar el nazismo con el socialismo o el comunismo, este intento de emparentamiento busca identificar cualquier forma de lucha que se proclame anti-capitalista o socialista con la aberración y barbarie que significó el nazismo. ¿Comunismo y nazismo son lo mismo? No, la respuesta contundente que cualquier historiador o estudiante serio de ciencias sociales debe de dar a esta pregunta es no.
Nazismo y estalinismo
El nazismo y el estalinismo son dos grandes fenómenos políticos propios del siglo XX, ambos se consolidan en los años 30, pero solo unos de ellos -aparentemente- fue liquidado en la siguiente década.
El nazismo, visto desde su perspectiva “se siente entre dos frentes que considera judíos. Por un lado, el socialismo "judío-bolchevique"; por el otro, el capitalismo "judío-plutocrático’”, esa era la visión que ellos tenían, sin embargo, solo era una forma más -llevada al extremo- del capitalismo. Esta formación política tenía la tarea de disciplinar al conjunto de la poderosa clase obrera alemana, mantener el orden interno para cumplir con sus planes expansionistas que demandaba el capital financiero alemán.
Trotsky, definiría que “El fascismo no es solamente un sistema de represión, violencia y terror policíaco. El fascismo, es un sistema particular de Estado basado en la extirpación de todos los elementos de la democracia proletaria en la sociedad burguesa (…) mantener a toda la clase en una situación de atomización forzada”. Como se menciona en la nota referenciada:
«La democracia y el fascismo son formas de dominación que responden a los intereses del capital financiero más concentrado, establece que en la democracia el capital domina tolerando las organizaciones y apoyándose en los mecanismos de la democracia parlamentaria. El fascismo, en cambio, significa la liquidación, con métodos de guerra civil de las organizaciones obreras, es decir, sindicatos y partidos obreros para desintegrar al movimiento obrero, apoyándose en las clases medias movilizadas, comerciantes, sectores desclasados por el impacto de la crisis que descreen de encontrar una salida en el movimiento obrero.»
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Mientras tanto el estalinismo, cuyas consecuencias no tienen nada que envidiar al nazismo, tendría otro origen, pero cuya emparentación solo puede ser en el terreno de la persecución, desaparición y asesinatos, no en otro más. El estalinismo, a decir con Trotsky ha "surgido" del bolchevismo; pero no surgió de una manera lógica, sino dialéctica; no como su afirmación revolucionaria, sino como su negación termidoriana [1].
El estalinismo no es igual al nazismo, pero tampoco hay que confundir comunismo con nazismo. Estalinismo, comunismo y nazismo son tres cosas bien diferentes. El comunismo, como etapa superior del socialismo, sólo puede llegar en condiciones en las que las contradicciones de clase ya han sido superadas, es decir: la desaparición de las clases sociales, el Estado, la abolición de la propiedad privada de los medios de producción a escala mundial, etc.
La derecha cuando quiere criticar al socialismo o comunismo, -para ellos es lo mismo aunque hay enormes diferencias- critican al estalinismo y no al socialismo propiamente dicho. Peor aún cuando a sabiendas de las diferencias, hacen creer a los jóvenes recién llegados al debate, que el comunismo es igual a estalinismo, son unos estafadores. Para dejarlo más en claro el estalinismo es la expresión de la degeneración burocrática del primer Estado obrero, en el que una capa social privilegiada ha usurpado el ejercicio del poder económico y político. [2] Esta degeneración expropió a la clase convocada para empujar la emancipación de la humanidad, expropió a los obreros del rol histórico que desempeñaron en el camino al comunismo.
El estalinismo despojó al primer Estado obrero del elemento clave para la tarea del desarrollo del socialismo, la democracia obrera. En oposición a la democracia burguesa o liberal, la democracia obrera toma forma como el gobierno de los productores con base en una asociación libre de comunas, como Marx lo pensaba tras los acontecimientos de París en 1871. Marx -y Lenin también- jamás pensaron en que sería una una capa social de burócratas que, autonombrados “vanguardia de la clase trabajadora” llevarían de la mano a los obreros y campesinos a su emancipación. La construcción del socialismo, a diferencia del capitalismo, es una tarea consciente. Equiparar lisa y llanamente nazismo y estalinismo, o estalinismo y comunismo, solo devela una fuerte ignorancia o una manipulación vulgar, pues:
«El rasgo fundamental de esos paralelismos e identificaciones es que ignoran completamente la base material de las diversas tendencias, es decir, su naturaleza de clase, y por eso mismo su papel histórico objetivo. En lugar de eso, se valoran y clasifican las distintas tendencias por cualquier indicio exterior y secundario; las más de las veces por su actitud ante a tal o cual principio abstracto, que para el clasificador dado tiene un valor profesional muy particular. Así, el papa considera que los francmasones, los darwinistas, los marxistas y los anarquistas están hermanados por el sacrilegio de negar la Inmaculada Concepción. Para Hitler, liberalismo y marxismo son gemelos, puesto que ignoran “la sangre y el honor”. Para los demócratas, son el fascismo y el bolchevismo los gemelos, puesto que no se inclinan ante el sufragio universal. Etcétera.» [3]
¿Slava Stalin?
Cabe preguntarse entonces ¿por qué si el estalinismo es la negación termidoriana del bolchevismo, hay jóvenes que reivindican al máximo dirigente de la burocracia soviética? Estas alabanzas y embellecimiento del dictador Stalin ya eran presentes desde antes de la Segunda Guerra Mundial, pero cobran mayor peso tras la victoria del Ejército Rojo en el corazón de la Alemania Nazi, Berlín.
La Segunda Guerra Mundial fue una guerra imperialista, fue el intento de la burguesía por una nueva repartición del mundo en función de los intereses de las distintas camarillas del capital financiero. La victoria del Ejército Rojo sobre el nazismo, significó ante la clase trabajadora un triunfo del socialismo. Es este pasado de prestigio en el que cierta juventud, y ciertos militantes de filiación estalinista reivindican y, usufructuando para sí mismos los nombres de “marxismo” y “leninismo” se autoproclaman como los herederos políticos de estas corrientes revolucionarias y de la victoria del Ejército Rojo en la última Guerra Mundial, olvidando las enseñanzas de quien dicen ser seguidores: la conquista del poder (dice Lenin en 1922), por muy importante que sea, no convierte al partido en el dueño todopoderoso del proceso histórico.
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Los jóvenes de Valencia, miembros del Partido Marxista Leninista que homenajean al dictador de la URSS para protestar por la equiparación de nazismo y comunismo, saben la diferencia entre esta falsa equiparación, pero no ahondan en estás diferencias, separan al comunismo del nazismo, pero sin separar a Stalin. Esto sucede así por diversas razones, una de ellas corresponde a que el avance ideológico del neoliberalismo, que tiene una de sus expresiones en los planes de estudio desde la formación básica hasta la superior y que ha implicado un grave cercenamiento constante a las materias de sociales y humanidades.
Con contenidos de estudio cada vez más simplificados, menos críticos y con una fuerte carga liberal, obvian para la formación integral de los estudiantes lo que significó la historia del siglo XX en general, y la expropiación de la burguesía en una sexta parte del territorio del planeta en particular. No solo ello, en cada actualización de los planes de estudio se busca sacar al marxismo.
Las consecuencias son graves no solo para el desarrollo mismo de la ciencia, sino que es aquí, de un vacío teórico, histórico y político de donde parten ciertos jóvenes para hacer una reivindicación nostálgica y acrítica de los llamados “socialismos reales”, y por la vía de “recuperar” una alternativa al capitalismo, regresan al antecedente histórico más cercano.
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Con esta reivindicación poco -o nada- crítica de la URSS, se recupera a la máxima figura y con ello la serie de tesis que sostuvo en vida como los Frentes Populares o el Socialismo por Etapas. Son estas tesis “marxistas” las que los llevan a votar o a militar con los gobiernos nacionalistas burgueses como el de Hugo Chávez en Venezuela, e incluso hoy en día con el gobierno del Frente de Todos de Alberto Fernández en Argentina.
Estos parten de que la burguesía en los países semicoloniales como América Latina es aún “revolucionaria”, pese a que Marx desde 1848 ya era crítico del rol revolucionario que podía jugar la burguesía y la pequeño burguesía, y que Lenin ya alertaba en el 4to Congreso de la Internacional Comunistas (Tesis Generales sobre la Cuestión de Oriente), el estalinismo se empeña en “recuperar” a Marx no sólo antidialéctiamente”, sino de manera revisionista, es decir, hacen lecturas a modo para justificar sus apoyos o alianzas políticas con la burguesía desde una justificación “marxista”.
No obstante, es sabido que hay reivindicadores a consciencia del estalinismo, cuando son honestos consigo mismo se aceptan como tal, cuando no se aceptan niegan la existencia del “estalinismo”. Sea para un uso o para otro, estos estalinistas declarados recuperan también, en clave reaccionaria y no dialéctica, las políticas más oprobiosas para las mujeres y para la diversidad sexual y abrazan una historia del Marxismo construida sobre la represión que buscó ocultar la tergiversación del Marxismo de la tercera internacional que hizo la burocracia estalinista.
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Con esta recuperación acrítica o reaccionaria del legado de Stalin, también se recupera la defensa del mismo “Zar rojo”, por lo que cualquier crítica es inmediatamente tachada de “calumnias”, de “discursos imperialistas”, de “agentes de la CIA”, o de “trotskistas”. Esta nula perspectiva crítica, lejos de ayudar al desarrollo de una juventud anclada fuertemente en la teoría marxista, favorece los ataques de la derecha, que capitalizando las atrocidades del estalinismo buscan equiparar comunismo con estalinismo, y con ello meter al mismo costal con el nazismo.
A los jóvenes que buscan cambiar este mundo y que reconocen las profundas diferencias entre nazismo y socialismo, y que no aceptan como verdad absoluta e inamovible el “socialismo real”, les queremos proponer la recuperación de una estrategia anticapitalista, socialista y revolucionaria, y para ello, es clave recuperar el legado estratégico y político de León Trotsky.
Te invitamos a sumarte a la Agrupación Juvenil Anticapitalista. Asiste este sábado 4 de septiembre a las 5 de la tarde (hora de la Ciudad de México) a la presentación del nuevo Manifiesto de la Agrupación Juvenil Anticapitalista. Es momento de luchar junto a los sectores explotados y oprimidos y con la clase obrera al frente para terminar con el capitalismo, este sistema de muerte al que no le debemos nada más que su destrucción.
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[1] Trotsky, León ( 1937) . Bolchevismo y Estalinismo. Sobre la cuestión de las raíces teóricas e históricas de la IV Internacional. En https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/bolchev.htm
[2] Mandel, Ernest (1975). “El estalinismo”. En Introducción al marxismo. En https://www.marxists.org/espanol/mandel/1977/feb/introd_al_marxismo.htm#h081
[3] Trotsky, León (2020). Su moral y la nuestra. En defensa del marxismo. Museo Casa León Trotsky-CEIP León Trotsky. Buenos Aires.