Desde el lunes se implementa un nuevo régimen monetario con bandas de flotación, combinado con la emisión de Leliq para aspirar pesos, convalidando la tasa de referencia en el “mercado”. Ayer cerró casi a 70 %, una política ultra recesiva y un negocio seguro para los especuladores de siempre.
Miércoles 3 de octubre de 2018
Bajo la flamante presidencia de Sandleris, el elegido por el FMI para controlar la política monetaria se puso en funcionamiento un nuevo régimen monetario desde este lunes.
Uno de los puntos clave para sellar el nuevo acuerdo con el FMI, que implicó elevar el monto del Stand By a U$S 57.100 millones, fue la no intervención con reservas del BCRA para frenar al dólar. La salida negociada de Toto Caputo fue la consecuencia, para poner al frente del Central a Sandleris, un alumno obediente.
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Tal como anunciaron, las herramientas claves son las bandas de flotación del dólar, delimitando un área de no intervención sobre el tipo de cambio entre los $ 34 y $ 44, que se ajustará en un 3 % mensual.
La otra “innovación” implementada con el supuesto fin de bajar la inflación, que los “mercados” (REM) ya calculan en un 44,8 %, es el estricto control de la base monetaria compuesta por los billetes y monedas en poder del público; los depósitos en plazo fijo y cuenta corriente en los bancos y los depósitos de los bancos en pesos que se encuentran en el Banco Central.
A la vez, como el BCRA continúa con el plan de desarme de la bomba de Lebacs, y con el fin de sacar pesos de circulación (absorberlos) para evitar que vayan al dólar, se ofrecen a los bancos que desarmen sus inversiones la compra de Letras de Liquidez (Leliq). El gancho es la convalidación de tasas estratosféricas, a niveles que ni el propio padre de la bicicleta financiera con Lebac, Federico Sturzenegger, se animó a implementar.
A diferencia de las Lebac, las Leliq son bonos en pesos emitidos por el Banco Central a 7 días de plazo, que sólo pueden ser adquiridas por los bancos. En la segunda jornada de operaciones bajo el nuevo régimen monetario el Central subastó Leliq por $ 52.815 millones a una tasa promedio de corte de 69,5% con un nivel máximo adjudicado de 73%. En una jornada similar, el lunes se habían colocado $ 71.060 millones en Leliq.
A costa de una tasa que arañó el 70 %, la cotización del dólar cayó $ 1,70 respecto al lunes, cerrando en $39,065 según el promedio para el segmento minorista relevado por el BCRA.
En el segmento de dólar mayorista, la cotización cayó un 3,8 % a $ 38,10, en una jornada donde se registraron fuertes desarme de posiciones y los ingresos de divisas destinados a tomar posición en inversiones en pesos.
El dólar informal siguió la misma tendencia a la baja, mientras el blue cerró a la baja a $ 38,50, el contado con liqui se hundió un 3,5% a $ 38,15.
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Al respecto de esto resultados, desde la consultora ABC Mercado de Cambios declararon para Ambito.com que "los bancos están casi ’obligados’ a hacer este negocio de comprar Leliq que les es necesario para cubrir encajes bancarios recientes y encima remunerado". Y agregaron que "a las entidades financieras les sirve como una simple inversión por ser la ’tasa más alta que tiene un activo argentino’ y para futuros depósitos en pesos de los clientes".
Nada que festejar
Ante los resultados de las primeras jornadas bajo el régimen de Sandleris, donde se esperaba que el dólar se acerque a la banda superior rápidamente, el descenso en un 7 % en la cotización de la divisa entre lunes y martes, generó entusiasmo en el Gobierno.
"Ahora sí empiezan a creernos", se escuchó decir a algunos funcionarios, pero sus dichos podrían ser de mínima apresurados o completamente por fuera de la realidad. A pesar del leve descenso del dólar, la devaluación en 2018 alcanza el 120 %, y están convalidando una tasa de interés del 70 % que es tres veces la tasa de Turquía, el otro de los “emergentes” que atravesó una fuerte devaluación.
Eso sin contar que mientras los efectos de la megadevaluación ya comenzaron a reflejarse en los indicadores de la economía consolidando el inicio de una crisis económica de magnitud. Caída del 4,2 % del PBI en el segundo trimestre, suba de la desocupación al 9,6 %, una inflación esperada de 44,8 %, pérdida del salario real de los trabajadores y desplome del consumo y la industria.
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Las altas tasas de interés sólo profundizarán los efectos recesivos sobre la actividad económica, afectando a los trabajadores y sectores populares. Nadie puede asegurar que el crecimiento cero de la base monetaria alcance para frenar la inflación, pero combinada con supertasas que encarecen el crédito, el golpe de la caída de la economía podría ser muy fuerte.
Con estas medidas digitadas por el FMI, que también se encargó de confeccionar un Presupuesto para 2019 de ajuste, siguen las malas noticias para los trabajadores, mientras garantizan ganancias para los bancos y especuladores, los sectores que más ganancias obtuvieron con las corridas cambiarias.
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El nuevo régimen monetario con bandas de flotación marca la agenda para devaluaciones anunciadas o ajustadas al 3 % mensual y aumentan la deuda con la colocación de Leliq. Hacia final de 2018 el stock de deuda pública se calcula representará un 87 % del PBI. Es preciso terminar con este negocio especulativo digitado por el FMI, impulsando el no pago de la deuda y rompiendo el pacto de coloniaje. La salida es por izquierda, la banca estatal única bajo gestión de los trabajadores no sólo quitaría una herramienta que el gran capital utiliza para la fuga, también permitiría evitar la confiscación a los pequeños ahorristas, y sería una herramienta poderosa para el crédito barato para la vivienda popular o para el pequeño comerciante ahogado por la crisis.
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Guadalupe Bravo
Nacida en Trenque Lauquen, Provincia de Buenos Aires en 1985. Es economista, recibida en la UBA. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2004. Coedita la sección de Economía de La Izquierda Diario.