Hoy lunes comienza la toma del Instituto Nacional con más del 50% de los votos a favor, con ataques desde rectoría llamando a clases normales, y en un contexto de creciente criminalización a la juventud con Aula Segura, una masiva marcha de profesores junto a secundarios, y una alta desaprobación del gobierno de derecha. Frente a ello, ¿podrán secundarios hacer que Chile tiemble junto a trabajadores de la educación y distintos sectores?
Lunes 10 de junio de 2019
Desde la implementación de Aula Segura, el gobierno de derecha se ha centrado en colegios emblemáticos como el Instituto Nacional, y la expulsión de más de 30 estudiantes nacionalmente, en su mayoría persecuciones políticas a activistas estudiantiles, que ha incluido allanamientos al estilo de la dictadura como a 10 familias del Liceo Darío Salas, control de identidad a la juventud, revisión de mochilas afueras del liceo del Instituto Nacional, represión al interior de universidades como el Ex-Pedagógico, con trabajadores y estudiantes afectados.
La estrategia de la derecha, focalizarse en el Instituto Nacional y mostrar un clima de inseguridad para implementar medidas contra la violencia en los liceos, ha sido con la intención de desmovilizar al sector más combativo en la posdictadura, que se expresó en la revolución pingüina el 2006, el 2011 y el 2012. "La parte por el todo" de Piñera a través de un liceo público con el mejor rendimiento académico, selectivo y político, le ha permitido empalmar con un sector de apoderados que quiere las fuerzas especiales adentro del aula, donde se encuentran sus propios hijos para, en sus palabras, acabar con la violencia de los encapuchados.
La Toma del Instituto Nacional, está en el limbo de presentarse como un hecho local o tener carácter nacional. Es que ese limbo lo manifiesta el propio petitorio que plantea demandas no locales como acabar con el Aula Segura, Admisión Justa, el TPP11, así como las demandas locales como plaga de ratones y menú vegano en Junaeb que expresan un aspecto de la precariedad y abandono de los liceos públicos.
La posición de rectoría, con una alcaldía de derecha como Alessandri, apuesta al igual que el gobierno a que exista la inercia hacia un sistema privado de la educación. Con toma votada, rectoría del Instituto Nacional desconoce la decisión y anuncia que las "actividades académicas continuarán desarrollándose". El rector, que recuerda a los estudiantes que se encuentran a 30 días del término del primer semestre llama a "redoblar esfuerzos entre todos por normalizar las actividades lectivas y regulares del instituto".
La expresión de Rectoría es la traducción de un sistema autoritario donde la decisión de quién es o no director pasa por los gobiernos de turno, municipales y corporaciones, y no por estudiantes, trabajadores de la educación y apoderados, a través de un cogobierno triestamental.
Por otra parte, los apoderados están divididos en tres sectores.
El sector de apoderados más de centro, en una entrevista en la Tercera, Judy Valdés critica la gestión de Alessandri, pero manifiesta estar en contra de la toma y contradictoriamente pide que el sostenedor asista al consejo escolar.
Los estudiantes y apoderados se han manifestado de alguna manera, pero ¿cuál es el rol del profesorado del instituto? ¿Querrá detener el Aula Segura al igual que los estudiantes y querrá luchar en contra de la la crisis de la educación y de mínima por los 11 puntos del petitorio nacional del Colegio de Profesores?
Mientras un sector de secundarios comienza a movilizarse, el actual gobierno de Piñera amenaza con cerrar 218 colegios, en los que se encuentran liceos públicos con bajo puntaje y que dependen de un financiamiento indirecto por pruebas estandarizadas como el SIMCE. A los liceos públicos se les pone a competir también en la repartija de la torta con los privados, ya que el estado les da dinero a “entidades privadas de educación sin fines de lucro”.
Esta forma de financiamiento se profundiza en la última cuenta pública a través de medidas privatizadoras como mayor subvención escolar a privados desde la infancia temprana y la propuesta de créditos para la enseñanza superior.
El pasado jueves, las calles volvieron a tomar fuerza con más de 80 mil profesores y apoyo de secundarios, pero aún el llamado de Aguilar desde los profesores es a pelear por los 11 puntos, a continuar una semana más, pero sin la unidad efectiva en un plan de lucha con secundarios y trabajadores de la educación, menos aún ha planteado la unidad de otros sectores como el movimiento de mujeres.
Por otra parte, las direcciones de secundarios que actúan separados incluso como secundarios, tampoco apuestan por un llamado a un plan de lucha nacional y a levantar una fuerte campaña contra la represión que habilite la movilización y la unidad. ACES, CONES, MECEM desarticulados en lucha por separado. Es necesario un organismo único secundario con delegados de los liceos que se levanten en lucha contra Aula Segura, Admisión Justa o en apoyo al petitorio docente.
Por otro lado la CONFECH está apoyando, pero pasivamente, no poniendo la lucha docente y de los secundarios del Nacional al centro, viendo estas movilizaciones como una posibilidad de poner en crisis las medidas de Piñera con el negocio educativo y el endeudamiento gigante que existe de miles de estudiantes.
Desde la Agrupación de estudiantes Vencer y la Agrupación de profesores Nuestra Clase consideramos que los secundarios pueden reactivar la fuerza de estudiantes, trabajadores y juventud. Tomando la demanda unificada de acabar con el Aula Segura, peleando y apoyando a los profesores por sus 11 puntos docentes que se cumplan y se ganen, así como la necesidad de que la CUT tome un rol protagónico en movilizar a trabajadores en un paro nacional.
Lejos de la vía que tomó el Frente Amplio, confiando en las negociaciones con la DC y la Nueva Mayoría, apostamos por articular la fuerza que se demostró en las calles, en un pliego único de demandas para tener la fuerza para enfrentar a Piñera, sus reformas y conquistar las demandas docentes y estudiantiles.