Conversamos con Rodolfo, trabajador “bloqueado” el pasado lunes por la empresa de delivery Rappi. Nos contó su situación y describió cómo es trabajar y ser despedido por una plataforma.
Julián Tylbor @juliantylb
Viernes 7 de septiembre de 2018 02:19
Rodolfo Rodríguez tiene 29 años, es venezolano y hace seis años que vive en Argentina. Hasta el lunes trabajaba con su bicicleta atendiendo pedidos a través de Rappi, la aplicación colombiana que arribó este año en la Argentina y que no sólo se expande velozmente, sino que ya tuvo su primera huelga.
A razón de un inconveniente técnico en donde no se le reconoció un pago y quedó como “deudor”, Rodolfo fue bloqueado indeterminadamente de la plataforma. Entre la desesperación y la bronca al ver cómo perdía injustamente su fuente de trabajo, fue hasta las puertas de las oficinas de Rappi, tiró su uniforme y su caja naranja fluo al piso y los prendió fuego.
Su caso, naturalmente, tuvo más eco en las redes que los bloqueos cotidianos a otros trabajadores y trabajadoras. Desde La Izquierda Diario pudimos contactarlo y preguntarle sobre su situación y la de sus compañeros rappitenderos.
¿Por qué te despidieron de Rappi?
El viernes 31 de agosto deposité la cantidad de 1100 pesos y el lunes todavía no se me había descontado la plata. Entonces me dirigí a las oficinas de Castillo 1220, donde supuestamente tenemos un jefe. Llego allá y les manifiesto que me está pasando esto y me dicen que eso no es culpa de ellos, sino de la aplicación en Bogotá. Que si yo tenía algo que reclamarles, que me dirigiera a Bogotá: yo, como venezolano, viviendo en Argentina, ¿qué voy a hacer en Bogotá si trabajo acá?
Entonces, el señor me dijo que esperara veinte minutos y que me lo iba a resolver. Pasaron cuatro horas y lo que hicieron fue bloquearme de la aplicación. Me bloquearon indefinidamente por deber esa plata. Pero ellos me debían más a mí que yo a ellos y, además, yo efectivamente había hecho el depósito. Llegué al punto en que les dije: “Páguenme mi dinero y dejamos todo así”. Me respondieron: “No, no te vamos a pagar nada, tienes que esperar a que termine la quincena para cobrar y si no te gusta, ve lo que haces”.
Como él me respondió tan mal y me dijo que yo no trabajaba para Rappi, yo, que me frustro rápido, le quemé el uniforme, la caja, todo. Como no trabajo para Rappi, entonces no tengo por qué portar nada de esto.
Porque -según ellos- yo no trabajaba para la empresa, sino que "le prestaba un servicio", pero yo no tengo por qué hacerle publicidad ni nada. Tenemos una caja que nosotros tenemos que pagar, y que dice “Rappi”. Un uniforme que nosotros tenemos que pagar, y que dice “Rappi”. ¿Cómo le hago publicidad a una empresa para la cual no trabajo? No tiene ningún sentido. Además, ellos en cierta forma te obligan a usar eso. Entonces: o chicha o limonada.
¿Estabas sólo ahí?
Otra cosa: tú no trabajas para Rappi, pero si te cancelan un pedido, ellos te obligan a llevarlo a su oficina. No te resuelven los problemas tuyos, pero lo primero que te dicen es: “¡¿Trajiste el pedido?!”. No entiendo, si yo no trabajo para esa empresa, ¿por qué tengo que llevarle algo que no le pertenece?
Volviendo a los hechos, la cosa se empieza a poner cada vez más intensa y ellos llaman a la policía, acusándome de querer incendiarlos. Cuando llega la policía, directamente me dicen que voy a quedar detenido. Entonces, yo les pregunto de qué se me acusa. En todo país –y esto escúchenlo bien todos los venezolanos, argentinos, gringos, todos- si un policía que llega y te quiere detener, uno debe preguntarle de qué se lo acusa. El policía me responde que se me acusa de haber intentado quemar un establecimiento. “¿Quién me acusa?”, le pregunté, pero el acusador nunca apareció. Los policías tocaron la puerta de la oficina pero no los atendieron. Y como no había acusador, no había denuncia, por lo que se fueron.
Después de un buen rato de seguir insistiendo me traen el primer dinero, pero no era la cuenta que yo tenía: me faltaba plata. “Esa no es mi plata, aquí yo tengo las confirmaciones de cuánto me deben ustedes”, les dije. Ahí me trajeron la plata completa. Me hicieron firmar un recibo al cual yo le saqué copia para tener un respaldo. Ahora, el recibo es trucho, porque no tiene el nombre de Rappi ni de ninguna empresa; no tiene ninguna validez.
Yo me tomé mi tiempo para retirarme de ahí. Y bueno, hasta el día de hoy que estoy bloqueado, no puedo entrar a Rappi. Ya los denuncié con un abogado, quien va a presentar una demanda, porque, primero, si yo no trabajo para ellos, ¿cómo ellos me bloquean de la aplicación? No tienen el derecho. Y, segundo, me están pidiendo un monotributo, pero si yo les pido el CUIT de ellos para hacerles la factura, me dicen que no tienen. ¿Para quién trabajo entonces? ¿No trabajo para nadie? En Argentina esto es un problema porque si tienes monotributo y no haces factura, te multan porque estás evadiendo los impuestos. Si no haces facturas, te metes en un problema y hasta puedes ir preso.
Ese es uno de los problemas que hay en Rappi, porque están bloqueando gente que no tiene monotributo, pero al mismo tiempo no dan un CUIT para uno hacerle una factura. Es decir que ellos están ilegales y nosotros también. Y nosotros perdemos más, porque si nos agarran evadiendo impuestos podemos ir presos, unos que otros deportados y otros con multas bien jugosas.
Es decir, estamos en Rappi perdiendo el tiempo. No nos atienden, la aplicación no sirve… Está bien, yo entiendo porque para muchos es una manera rápida de tener ingresos y poder pagar una habitación, sobre todo para los venezolanos y extranjeros que están llegando a este país y que no encuentran trabajo. Pero tampoco es que venimos a que nos exploten en otro país. Además, la empresa tampoco es de este país, no es nacional ni está legal.
Por eso, no podemos dejarnos explotar por esta gente ni por ninguna empresa nacional. Tenemos que exigir un trabajo y un sueldo justo y digno. La mayoría de nosotros, venezolanos y colombianos, que trabajamos en esta empresa, estamos muy explotados porque pasamos más de 15 horas en la calle, exponiendo nuestros teléfonos celulares, nuestras bicicletas, nuestro dinero, nuestro documento. Estamos exponiendo nuestras vidas por una empresa que no da la cara, que no te asegura en nada y que no te da ningún beneficio.
¿Hay muchos extranjeros que trabajan para Rappi?
¿Cuál es tu situación actual?
¿Qué les dirías a tus compañeros de Rappi?
Entonces, vean bien dónde van a entrar y dónde están. No se dejen engañar por unas personas que, si vamos a la ley, no son nadie. Porque no hay un representante de Rappi; no hay un número de teléfono; si te pasa algo, Rappi no se hace responsable. A mí me robaron una vez, me quitaron mi teléfono, mi bicicleta, dinero de Rappi que luego tuve que pagar yo. No está bueno que estés trabajando para una empresa y te quitan una plata y la tengas que pagar tú, sabiendo ellos que te robaron. No es justo.
Por eso, les recomiendo a mis compañeros que estén muy atentos a lo que pase con esta empresa, porque la empresa está mal. No se dejen engañar así de fácil y no crean que porque brilla es oro, no crean que porque la plata entre rápido se trate de algo fácil. Es difícil y están corriendo riesgo su vida, su integridad y sus cosas. Y nadie se hace responsable. Estén pendientes, muchachos. ¡Y para adelante! Busquemos un mejor porvenir para todos.
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Julián Tylbor
Nació en 1991. Es licenciado en Ciencia Política (UBA). Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y es miembro del Comité de Redacción de la revista Ideas de Izquierda.