Los "usos" de la corrida cambiaria para imponer el ajuste social.
Lunes 7 de mayo de 2018
El gobierno actual tuvo cinco devaluaciones: una diciembre de 2015, un 2016 estable pero con depreciación de la moneda, en 2017 devalúa al cierre de la liquidación de la cosecha, mes de junio, para luego volver a devaluar en diciembre de 2017; y por último dos entre la última semana de abril y la primera de mayo.
El resultado de estas cinco devaluaciones tiene como objetivo el ajuste social / disciplinamiento social. Decimos, ajuste, porque la devaluación se traslada a precios internos –por los componentes importados- y la variación creciente de los precios genera una pérdida en el poder adquisitivo de los trabajadores. ¿A qué responde entonces estas cinco devaluaciones?
La aceleración en el tipo de cambio es una consecuencia de algunos desequilibrios económicos de un "modelo" que contempla tres objetivos:
1. Desindustrialización por competencia darwinista,
2. Precarización laboral vía incentivo individualista –emprendedurismo-, y
3. Desregulación del comercio interior y exterior con bases en el libre comercio.
Estos tres puntos se relacionan con los objetivos económicos para el cambio cultural y político.
Los desequilibrios externos fueron organizados desde el poder ejecutivo de la nación, como dijo en la conferencia de prensa post devaluación de la primera semana mayo, el Ministro de Hacienda confirmo que el equipo económico tiene una cabeza y es Mauricio Macri-Blanco Villegas.
La devaluación benefició claramente a los fondos en dólares en el exterior (Toto Caputo, Aranguren, Dujovne, el presidente del Banco Central y otros funcionarios) y otros grandes industriales que han transferido sus recursos al exterior por la vía del sistema financiero. Principalmente la banca extranjera. No es causal que fuera el JP Morgan el que iniciara la corrida financiera, que no se trasladó como corrida bancaria.
Se demostró que la decisión de bajar la tasa ante una desaceleración de la inflación, no va en interés de la banca extranjera, que requiere una tasa alta, por encima de la inflación ¿De dónde viene esta idea de tasa de interés de referencia por encima de la inflación? Esta política se la conoce como Doctrina Martínez de Hoz (1976-80) y consiste en poner la tasa de interés por encima del nivel inflacionario para generar un contexto de riesgo –en términos actuales, incertidumbre-. Como consecuencia, pierden los de menor capacidad económica para afrontar este cambio.
La gestión actual flota, entonces, en una especie de riesgo permanente. Y la pregunta que se suscita es si carece de herramientas para anticiparse posibles devaluaciones. La respuesta es que el BCRA cuenta con los instrumentos para evitar los shocks de un movimiento de la tasa de interés de la FED.
En su informe de estabilidad financiera (noviembre de 2017 ) del segundo semestre de 2017, expone: “Los factores que eventualmente podrían gatillar un cambio negativo abrupto (evento de baja probabilidad) con respecto al escenario base no presentan cambios sustanciales respecto a los enumerados en el último IEF. Se destaca la posibilidad que una modificación repentina en las expectativas sobre la política monetaria de las principales economías desarrolladas”.
Por lo tanto, hay una falacia –de algunos economistas– que repiten: el banco central no supo comunicar lo que quería hacer; y dos, la corrida fue por una movimiento externo –suba de la tasa de la Reserva Federal y devaluación de otros países-.
El dilema esta en la estructura productiva. La solución, a esta devaluación permanente y riesgo –permanente– que podríamos denominar "Rodrigazo permanente", fue ajustar el gasto publico. El objetivo de déficit primario para este año pasó del 3,2% del PIB –proyectado 2018- a una meta de 2,7% del PIB. Esto es el ajuste económico y social.
Ante esta situación, la confirmación de la meta de inflación del 15% implica el ajuste salarial –por paritaria y por aumento de precios via devaluación inducida–.
El ajuste del gasto público tiene que ver con las dificultades de este año para colocar deuda. El “reordenamiento” del gasto es para pagar los interés de la deuda que viene creciendo, en la actualidad alcanza los 40.000 millones de dólares (6% del PIB).
El problema sigue siendo la estructura productiva, las bases financieras son una fracción del bloque dominante. Este alianza exportadores-productores concentrados-gran industria-banca extranjera-embajada estadounidense y británica está debatiendo el uso del tipo de cambio, no por el slogan de la competitividad sino por regular sus márgenes de rentabilidad que hoy ofrece la Argentina de la alianza cambiemos –PRO y UCR–.