Reflexión para dialogar con los sectores de izquierda frente a esta situación política.
Miércoles 10 de agosto de 2016
Mi experiencia militante arrancó entre el año 2006-2007. Era la época de lucha contra el Alca, de Chávez en Mar del Plata mandando a los yanquis a su casa, de las peleas por los recursos hidrocarburíferos en Bolivia que llevarían a un sindicalista originario y cocalero a la presidencia, de Néstor Kirchner, que venía de romper con el duhaldismo proponiendo un Frente Transversal por fuera del Partido Justicialista compuesto por organizaciones piqueteras y populares; y de la instalación de un nuevo relato setentista, que reivindicaba la juventud “maravillosa”, la lucha guerrillera y la izquierda peronista, voluntariosa pero derrotada. Lo que Maristella Svampa llamó “cambio de época”.
Todo eso más la necesidad de actuar en lo inmediato. Alguna vez escuché decir esto a un compañero y me quedó; “el capitalismo duele y cada uno lucha como puede, algunos militan, otros son payasos o veganos” el tema es ver hasta donde uno puede forzar la conciencia.
Y mi acción fue ir al barrio, donde hacíamos alfabetización, participábamos en copas de leche, merenderos, dábamos talleres de serigrafía, muralismo, y de paso, de formación política. Siempre con los vecinos del barrio y con la intención de organizar y cuestionar el rol de los punteros que manejaban territorialmente la zona.
La iniciativa política –para mí- era más que válida (también voluntariosa), porque a pesar de que fuera todo a paso de hormiga el fin era formar una organización independiente de los partidos tradicionales (PJ-UCR) que tanta desocupación había provocado. Ninguno de estos partidos podía dar expectativa de cambio en los barrios de la periferia. El menemismo y la alianza fueron los responsables de la formación de estos nuevos asentamientos improvisados que no tenían ni los servicios más básicos.
El kirchnerismo fue un fenómeno que proponía ilusiones. Y de esta ilusión surgieron muchas organizaciones.
La mía de ese entonces (Libres del Sur-Barrios de Pie) discutía abiertamente con el kirchnerismo. Primero por dentro, formando parte de esas cuatro organizaciones que representaban la transversalidad (las otras eran el Movimiento Evita, el FTV y el Frente Transversal). Luego por fuera, cuando Kirchner decide ser presidente del PJ abandonando ese “esqueleto” inicial.
Libres del Sur fue la única fuerza que rompió con el kirchnerismo luego de esta decisión y pasó a ser oposición. Primero “criticando lo malo y apoyando lo bueno” al estilo Sabbatella, armando frente con todo sector “progre”, y luego no tan “progre”, que pudiera quedar por fuera del gobierno k.
Esta fuerza sufrió varias rupturas debido a las alianzas improvisadas, a las malas caracterizaciones políticas, pero fundamentalmente debido a su estrategia.
El alejamiento de Libres del Sur con el gobierno generó la ruptura interna más grande. La ilusión del kirchnerismo fue muy fuerte y muchos compañeros siguieron viendo que por ahí pasaba el “proceso de cambio”. Luego, los que nos fuimos en años posteriores lo hicimos porque los fundamentos del partido fueron abandonados, la posibilidad de crear un “movimiento popular” que propusiera una alternativa liberadora por fuera de las estructuras partidarias tradicionales quedó nula. Se aliaron a la UCR.
Acá hubo una disyuntiva, porque la experiencia encaminó a la organización a una caducidad previsible, no es posible cambiar el sistema por dentro y menos sin independencia de clase. Digo que hay disyuntiva porque yo me abrí por dos razones, una por la frustración de ese proyecto político, que nació con la idea de crear un espacio que siempre ocupó el kirchnerismo y por el otro lado (el más decisivo), mi cambio político personal.
O mejor dicho, porque devele ese manto de ilusión. Fue una razón, no dos y la fui profundizando; primero concluí que no es posible un frente popular que ponga en jaque el sistema, que la revolución no se puede dar en etapas, que el kirchnerismo logró ver ese descontento hacia los partidos del régimen, armó esa famosa transversalidad porque no se podía parar sobre otra estructura para luego ir recomponiendo el PJ y el sistema de partidos. Este intento de seguir armando una fuerza “alternativa” en conjunto con algunas partes de la burguesía nacional, con sectores medios progresistas que pudiera conmover a la clase trabajadora y luchar por cambiar el sistema de a poco no fue posible. Y menos por fuera del kirchnerismo. Porque ya estos sectores estaban atornillados en sus sillones. Conformes.
Luego vi que éstos no eran los sujetos de cambio, sino el trabajador mismo. La alianza con una parte de la “burguesía nacional”, que en los 70 apoyó a la dictadura, como proclama el peronismo, desvía la posibilidad de formar una organización que represente los verdaderos intereses de la clase trabajadora porque van a defender hasta lo último las suyas. Esta búsqueda incansable de un movimiento amplio llevó a Libres del Sur a aliarse con Prat Gay en 2013 para “enfrentar” a Macri en CABA dándole cobertura por izquierda a un sector de derecha. Me cansé de “embellecer” sectores que defienden intereses ajenos a los míos y a los de mi clase.
Hay otras organizaciones que plantean esta misma o similar estrategia (cambiar el sistema de a poco y por dentro) y viven en contradicción permanente, como Patria Grande, que tardíamente, ve en el kirchnerismo esta utopía. Eligen olvidar todas las críticas que le hicieron para recular y conformarse con lo poco que se pudo cambiar en estos últimos 12 años.
Hay una frase de Eduardo Galeano que se cita constantemente y que habla de las utopías; “es aquello que nos sirve para caminar”, sí, éste es el espíritu al que recaen siempre estas organizaciones. Es la utopía inalcanzable la que motoriza esa militancia, ese no-lugar que está a lo lejos y nunca se va a conquistar. Yo elijo una meta alcanzable. Un partido que tenga un horizonte concreto, que organice, que saque conclusiones de las experiencias y que las tácticas sean en función de esa estrategia.
Hoy estoy haciendo mi experiencia en el PTS y mi nueva búsqueda incansable es lograr una oportunidad histórica para la clase trabajadora, con independencia. Mi aporte es tratar de mostrar mi experiencia y conclusión para aquellos que vean esta pared, para los desencantados que se animen a romper con esta estrategia ilusoria.
No existen los atajos para lograr “visibilidad” en la sociedad, solo hay que empoderarse y organizarse de forma coherente para cambiar la situación de raíz.
Me pregunto con quienes piensan resistir y pelear esta crisis económica, los recortes de presupuesto, la pérdida del empleo, del consumo, los cierres de empresas y fábricas, los tarifazos, si seguirán buscando alianzas con sectores patronales en la superestructura, reciclando males menores o si romperán con esta lógica.