El reciente anuncio de la Pfizer sobre la alta efectividad de su vacuna contra el Covid 19 ha levantado gran expectativa a lo largo del mundo. Sin embargo, el anuncio debe ser tomado con calma, no tanto por la efectividad del fármaco sino por la idea que se quiere vender como la salida de la crisis económica actual.
Martes 17 de noviembre de 2020
El reciente anuncio de la empresa Pfizer en el que afirma una alta efectividad (más del 90%) de su vacuna contra el Covid 19 ha despertado esperanza y entusiasmo en todo el mundo. Entre la mayoría de los economistas (liberales), se cree que la aplicación masiva de la vacuna puede contribuir a que la economía a nivel mundial, que viene funcionando a medio gas, se pueda reactivar y con ello, dejar lo más duro de la crisis atrás. Según la gran trasnacional estadounidense: “Cuando la vacuna esté realmente disponible eso acabará con la pandemia”.
Sin embargo se presentan varios problemas. El primero es que la crisis económica que está afectando a todo el mundo no se originó con la pandemia, sino que se viene arrastrando desde el 2008 y se han aplicado paliativos que sólo lograron aminorar los efectos más duros por un tiempo, pero que con la llegada de la enfermedad se exacerbó. Asimismo, suponiendo que se lograra vacunar a la mayoría de la población del planeta, el crecimiento de la economía seguirá siendo bajo, en parte porque el gran motor que es China está desarrollándose más lento que en otros años, entre otros factores.
Otra gran cuestión que no mencionan las grandes empresas y sus respectivos gobiernos es el acceso desigual a la vacuna. Mientras que los países más ricos e industrializados serán los primeros en obtener la tan codiciada cura, las naciones más pobres serán las últimas en conseguirla, esto a pesar de las declaraciones de organismo internacionales como la ONU, que he señalado su intención de una distribución igualitaria. El problema radica en que la producción masiva no tiene como motor el bienestar de la humanidad, sino las jugosas ganancias.
Por otra parte está el problema de la tendencia del capitalismo a gestar nuevas enfermedades. En días recientes se reportó que Dinamarca sacrificaría aproximadamente 17 millones de visones debido a que científicos de ese país detectaron una mutación del Covid, que es más peligroso que el virus actual. La producción masiva industrial capitalista, al privilegiar la ganancia, descuida la higiene y cuidado de los animales, los inunda de antibióticos y hormonas, promoviendo que los virus se vuelvan más resistentes y mortales. Entonces, aún cuando se logre obtener la vacuna en tiempo record, las condiciones están puestas para la aparición de enfermedades todavía más peligrosas.
Ante esta situación, consideramos que la mejor manera para garantizar el acceso gratuito de la vacuna a toda la población es que los grandes sindicatos que se reclaman democráticos exijan y se movilicen por ese derecho. Asimismo, se deben destinar todos los recursos que sean necesarios para el sector salud, tanto para que el personal médico tango los insumos para su protección como que la cura se pueda adquirir sin restricción alguna. Para lograr esto es fundamental ya no pagar la ilegítima deuda externa y quitar presupuesto a los cuerpos represivos del Estado: Guardia Nacional y Ejército,
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