El excomisario declara en la comisión del Congreso sobre la Kitchen. Elogia el terrorismo de Estado de Felipe González, asegura que Rajoy estaba al tanto de su operación de espionaje contra Bárcenas y coloca el control de la “lívido” de Juan Carlos I como una cuestión de Estado.
Jueves 21 de octubre de 2021
Cuando el Estado profundo habla el “ventilador” comienza a esparcir toda la porquería que acumula a diestro y siniestro. Eso pasó este miércoles en el Congreso de los Diputados con la declaración del ex comisario de la Policía Nacional Carlos Villarejo, en la comisión encargada de la investigación del caso Kitchen.
La credibilidad del susodicho no puede darse por completa, ni mucho menos. Pero tampoco cuelan las versiones tranquilizadoras y apologéticas de la “buena salud de nuestras instituciones” que quieren hacer pasar todas sus acusaciones como fabulaciones de un outsider.
Villarejo ha sido y es un hombre del régimen, cuando portaba placa y cuando trabajaba de freelance ayudando a tapar o destapar escándalos, o inventándoselos directamente. Muchas de las “perlas” que dejó ayer en el Congreso cuadran, además, con muchas de las tramas del deep state que han salido a la luz en los últimos años. Repasemos algunas.
Recuerdo y defensa de los GAL del Felipe González
En esta misma semana escuchamos a Arnaldo Otegui declarar su “dolor y pesar por el sufrimiento padecido” por las víctimas de ETA. La reacción a las mismas de parte de todos los agentes del régimen, tanto la extrema derecha como el PSOE o el PNV, ha sido de rechazo absoluto y exigencia a que la izquierda abertzale “condene” la actividad del grupo armado a 10 años de su alto el fuego permanente.
Contrasta esto con el silencio y complicidad del mismo PSOE con el terrorismo de Estado desarrollado bajo el mandato de Felipe González, y por el que fueron condenados, e indultados después por Aznar, nada menos que un ministro del Interior y un secretario de Estado de Seguridad.
No es nada sorprendente sin embargo. El mismo Sánchez comenzó su carrera política defendiendo a González y su papel en los GAL en un debate televisivo. Más recientemente, cuando salieron a la luz, en junio de 2020, los papeles de la CIA que demostraban la implicación del mismo González, el PSOE, junto al PP y Vox, vetaron toda comisión de investigación en el Congreso, y Sánchez defendió al expresidente como “uno de los grandes modernizadores de la historia democrática”.
Pues bien, Villarejo volvió a recordar las prácticas llevadas adelante por miembros de las fuerzas policiales contra militantes de la izquierda abertzale: secuestros, torturas y asesinatos. A una pregunta del diputado de EH Bildu, Joan Iñarritu, sobre el tema, Villarejo reconoció que “hubo dos o tres (militantes vascos) que se perdieron por esos mundos de Dios” y que él “lamentablemente” no había participado en el terrorismo de Estado, aunque le “hubiera gustado”. Para rematar añadió que sabía “que son políticamente incorrectas algunas de mis contestaciones, pero estoy convencido, como he dicho muchas veces, con la madre y con la patria, con razón o sin ella, había que acabar con los terroristas e hicieron muy bien mis compañeros”.
Gabriel Rufián de ERC volvió en su turno sobre el tema y Villarejo pasó entonces a reivindicar los primeros gobiernos del PSOE: “No creo que el tema GAL fuera un error porque Francia usaba a ETA para chantajear a España. Francia acabó con la OAS de la misma manera, en España, Felipe González fue el único que se atrevió”.
Un espía para limpiar los trapos sucios del PP con la venia de Rajoy y la Judicatura
Sobre el tema principal de la comisión, la operación de espionaje, secuestro y destrucción de pruebas sobre el caso Bárcenas y la caja B del PP, Villarejo confirmó que dicha operación había sido acordada en la sede de Génova.
Habría sido en un encuentro con la entonces secretaria general, María Dolores de Cospedal, en la que el mismo presidente del gobierno en ese momento, Mariano Rajoy, se había pasado a saludar y bendecir lo que estaban tramando. La cita habría sido demandada por el mismo Villarejo para conocer si lo que iban a llevar adelante tenía el apoyo de las más altas instancias del gobierno y el partido. Según el excomisario "En un momento determinado bajó el señor Rajoy y dijo: ¡venga, a trabajar!".
Además de este encuentro, Villarejo reconoció haber mantenido conversaciones con Rajoy por mensajería móvil acerca del desarrollo de la operación de espionaje y haber coincidido con él en 2 o 3 ocasiones más en “comidas” o “desayunos” donde había más gente: "coincidí con él, pero no tuve ninguna reunión directa y personal con él en privado".
Por último, como dato relevante, Villarejo cargó contra el juez de la causa, Manuel García Castellón, acusándolo de haber cometido “muchísimas” ilegalidades, en referencia a las decenas de conversaciones registradas entre él y Cospedal y su marido – más de cien según él- y que el magistrado instructor desechó de entrada.
Sobre los otros “tratos” mantenidos con el gobierno Rajoy, como la famosa Operación Catalunya destinada al desprestigio y persecución contra varios líderes independentistas, Villarejo ha reclamado que el Estado aún le debe 300 mil euros, aunque sin precisar en concepto de que.
“Borbonadas”: un género que no falla desde 1700
Otro de los titulares que dejó la comparecencia fue el relativo a las confesiones que Corinna habría realizado al excomisario en las que le aseguraba que se habían administrado “inhibidores de testosterona y hormonas femeninas" al rey emérito Juan Carlos I. Este tratamiento tendría como objetivo "rebajarle la lívido porque se consideraba un problema de estado que fuera tan ardiente".
El esperpento de la enésima “borbonada” ya a pocos puede sorprender. Que la Casa Real se ha movido con toda la impunidad que la inviolabilidad constitucional y el consenso del 78 le daba, y del que fueron tributarios todos los partidos del régimen y el periodismo cortesano que hoy se rasga las vestiduras, es innegable hasta para el más monárquico de los monárquicos.
Los afferes amorosos, sexuales o cinegéticos del monarca fueron los que abrieron la veda a la crisis de una institución tan reaccionaria. Una muestra más de la consagración a una vida de lujo y privilegio muy a lo medieval, pero bien contemporánea por ser el pago de sus servicios en favor de los grandes capitalistas españoles en todas estas décadas.