Ignacio Garriga, secretario general de Vox, ha anunciado que su partido se plantea romper el gobierno de Castilla y León si el PP no sigue adelante con las medidas antiabortistas planteadas por la extrema derecha. Vox busca afianzar su posición dentro del bloque de derechas ante un PP que se encuentra terminando de absorber a Ciudadanos.
Roberto Bordón @RobertoBordon13
Martes 17 de enero de 2023
El presidente de Castilla y León del PP, Alfonso Fernández Mañueco, y Juan García-Gallardo, vicepresidente de Vox / Europa Press
Ignacio Garriga, secretario general de Vox, ha anunciado la posibilidad de que su partido rompa con el gobierno de Castilla y León en caso de que el PP no acepte su protocolo antiabortista. Alfonso Mañueco, líder del PP en la Comunidad, habría negado ayer el que fuese a aplicarse dicho protocolo tras un fin de semana donde el PP se mantuvo ambiguo para responder a la crisis política abierta el pasado jueves por Vox.
La ultraderecha ha lanzado un órdago al PP a inicios de la campaña electoral de mayo con el que busca recortar nuevamente la base social del partido de Feijoo por la derecha, mientras que este último trata de proyectar una imagen moderada para imitar el éxito del PP andaluz.
La posición de Vox tiene un trasfondo electoral e ideológico más que práctico. La realidad es que la medida no tiene recorrido legal debido a que la legislación sobre el aborto no tiene ámbito autonómico, sino estatal, y el proyecto de García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León y líder de Vox en la región, choca frontalmente con la legislación vigente. Incluso si Mañueco hubiera aceptado esta medida, el gobierno del PSOE-UP podría haber bloqueado su aplicación mediante un recurso al Tribunal Constitucional.
La realidad es que el protocolo de Vox funciona más como propaganda política de cara al inicio de la campaña electoral que a un plan que pudiera ejecutarse de forma efectiva. Lo que no le resta gravedad a su intento de aplicación, pero si enmarca el motivo de haber lanzado semejante órdago en este momento.
Una política que parece por ahora haber servido para debilitar al líder del PP, Alberto Feijoo, que ha tenido que desacreditar a su propio gobierno autonómico en Castilla y León, poniéndolo como un ejemplo de lo que no debe hacerse. Dejar a Mañueco a su suerte no es algo que se haga porque el PP de repente esté a favor del aborto, sino porque la estrategia de Feijoo de cara al próximo ciclo electoral pasa por aparentar una moderación que permita terminar de absorber a Ciudadanos a nivel estatal y disputarle al PSOE una parte relevante de su electorado. Siguiendo el ejemplo andaluz y contando como número 3 del PP estatal a Elías Bendodo, uno de los principales artífices del éxito de la derecha en Andalucía, es evidente que la crisis política que Vox ha generado en Castilla y León es un ataque al plan de Feijoo.
Cabe recordar que Vox todavía mantiene viva la propuesta de una segunda moción de censura al gobierno PSOE-UP, otra medida con la que intenta presionar por derecha al PP a las puertas de un ciclo electoral donde Vox se juega no desinflarse frente a una posible recuperación del PP.
Por tanto, la actual confrontación del PP y Vox debe leerse más como un choque interno del bloque de derechas por el liderazgo que un debate ideológico sobre el aborto. Ambos partidos están en contra y defienden políticas condenables que deben ser combatidas, lo que se está disputando es una base social y un posible caladero de votos.
La medida de Vox puede leerse como un guiño hacia ciertos lobbies ultraconservadores como HazteOír que no hace tanto rompieron con el partido de Abascal precisamente acusándoles de no ser “suficientemente duros” en su lucha contra el derecho al aborto. Un mismo lobby que dio una importante financiación a la ultraderecha en el pasado ciclo electoral y que ya hizo campaña contra Vox y PP a inicios del año pasado.
Roberto Bordón
Andalucía