Tras el anunció de huelgas de los trabajadores de Ryanair e Easyjet en España, los problemas en el sector van saliendo a la luz tanto en el Estado español, como en Europa.
Lunes 11 de julio de 2022
Cancelaciones, paros, falta de personal y huelgas son las palabras protagonistas del sector aéreo en Europa este verano. La reapertura de fronteras en la mayor parte del espacio aéreo, unido a la llegada de la temporada alta del turismo, ha llenado de nuevo los aeropuertos.
Pero pese a que las cifras de viajeros remontan, la situación previa a la pandemia ha empeorado en las filas del sector, que ya acumulaba multitud de demandas incluso antes de que el COVID-19 agravara las condiciones laborales.
A comienzos del mes de julio, los trabajadores de la mayor aerolínea operadora de Europa, Ryanair, anunciaban 6 días de huelga en España para denunciar las precarias condiciones laborables de la compañía.
El modelo de negocio de la compañía irlandesa es más que conocido: salarios mínimos (950 euros/mes), jornadas que superan el convenio, malas condiciones laborales, subcontratación o temporalidad; son algunas de las marcas destacadas de la precariedad en la aerolínea que más pasajeros transporta en el continente. A esto, se le han sumado las consecuencias de la pandemia: despidos masivos y ERTEs prolongados, que han dejado tanto las aerolíneas como los propios aeropuertos con enormes carencias de personal.
Ante las reivindicaciones de los tripulantes de Ryanair, la empresa vulneró el derecho a huelga: envío de trabajadores extranjeros a operar en España, más trabajadores de guardia u otras prácticas antisindicales, que vienen además avaladas por el gobierno, que ha exigido a los sindicatos convocantes (USO y Sitcpla), que los trabajadores presten servicios mínimos de entre el 67 y el 80% de la plantilla.
Por ello, los trabajadores anunciaban la convocatoria de paros para 12 fechas más, los días 12, 13, 14, 15, 18, 19, 20, 21, 25, 26, 27 y 28 de julio. Asimismo, los compañeros y compañeras de Easyjet llamaban a jornadas de paros hasta el 31 de julio.
Sin embargo,esta situación no es exclusiva del Estado español. Además de las convocatorias de Ryanair y Easyjet en España, otros sectores por el continente están en huelga. Se unen a los paros trabajadores de Ryanair en Portugal y Bélgica; los trabajadores de personal aeroportuario y los controladores aéreos en los principales aeropuertos franceses; los pilotos de Scandinavian Airlines (SAS) en los países nórdicos; o en British Airways en Reino Unido, que afectará principalmente a London Hearthrow, el mayor aeropuerto en flujo de pasajeros de Europa.
Aún con todo, las huelgas y reivindicaciones tan solo muestran la raíz de un problema que se extiende a todo el sector y que lleva al personal aeroportuario a situaciones de alta precariedad. La falta de contratación y los despidos en masa, tanto de personal de tierra como de tripulación, han llevado a un panorama insostenible, que impide gestionar el flujo de pasajeros y que vulnera las condiciones de trabajo. Por ejemplo, en Air France, se anunció a principios de mes una nueva oleada de despidos, que se sumarán a los 7.500 de los últimos dos años.
Asimismo, la subida de la inflación no ha sido acompañada de una equiparación de salarios, todo lo contrario. En la huelga en Hearthrow por ejemplo, se lucha ya no por equiparar al coste de la vida, sino por qué se devuelva a los salarios el recorte del 10% que sufrieron los trabajadores del aeropuerto durante la pandemia.
Ante la falta de expectativas de cambio y las precarias condiciones post pandemia a nivel general, las huelgas "vuelan" de un país a otro y se extienden por diferentes puestos del espacio aéreo. Al mismo tiempo, las aerolíneas "low-cost" anuncian el fin de los vuelos baratos, culpando a los trabajadores de causar pérdidas, cuando los precios de los combustibles rozan precios históricos.
Con la llegada del buen tiempo, las vacaciones y las aperturas de los espacios aéreos, las aerolíneas han dejado al descubierto las condiciones de precariedad en las que tienen a sus trabajadores. Unas condiciones habituales que hoy, con la inflación desbocada, se vuelven insostenibles para sus trabajadores y trabajadoras.
Por ello, al igual que miles de trabajadores y trabajadoras de otros sectores en el Reino Unido, en Bélgica o en el propio Estado español, las plantillas de las aerolíneas se plantan y convocan jornadas de huelga y paros para frenar la codicia empresarial en un momento de pérdida de poder adquisitivo histórico.