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Red Internacional
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SAQUEO NACIONAL. ¿Y si en vez de salvar a los bancos nos salvamos nosotros?

Como en el 2001, cuando robaron los ahorros de millones de personas, las grandes instituciones bancarias están entre los mayores ganadores de la crisis actual.

Jueves 29 de agosto de 2019 22:47

“Robar un banco es un delito, pero es más delito crearlo”, sentenció alguna vez el gran dramaturgo alemán Bertolt Brecht. Razones no faltaban ni siguen faltando hoy, a más de 60 años de su fallecimiento.
 
Los grandes bancos, más allá de los vaivenes de la coyuntura diaria, están entre los grandes ganadores de los últimos tiempos. No solo de los casi cuatro años de gestión macrista, sino también de los últimos meses, cruzados por la inestabilidad económica.
 
Solo en el mes de junio tuvieron ganancias netas acumuladas por un total de $ 22 mil millones. Si se contabilizan los doce meses previos, la cifra se estira a $ 241,4 mil millones.
 

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Para lograr esos gigantescos beneficios, los grandes bancos cuentan con un amigo inestimable: el gobierno nacional. En particular tienen mucho que agradecerle al titular del Banco Central, Guido Sandleris. El hombre que compartió agrupación con Axel Kicillof en la UBA es el responsable de los fenomenales intereses que se pagan por las Leliq (Letras de liquidez).

Estas son una herramienta utilizada por el oficialismo para sacar presión al dólar. Implican un negociado gigantesco para los bancos, que se benefician con tasas de interés verdaderamente usurarias. Así, al tiempo que genera más recesión y pobreza, la política monetaria del Central le regala plata en pala a las grandes instituciones bancarias.
 
Por eso los buenos negocios parecen no terminar nunca. Entre el viernes 9/8 y el jueves 29/8, esa tasa de interés subió de 63,7 % anual a 78,2 %. Ese crecimiento del 14,5 puntos porcentuales debió haber causado frenéticos festejos en la sede de las entidades bancarias. Un cálculo hecho por este medio indica que con ese aumento los bancos podrían embolsarse cerca de $ 60 mil millones de pesos a lo largo del año.

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En ese mismo período de tiempo el dólar pegó un salto hacia arriba monumental, pasado de casi $ 47 a alrededor de $ 58. En el medio llegó a tocar los $ 61. Para los millones que viven de su salario -que se cobra en pesos- aquello fue un golpe terrible al bolsillo. Para los grandes especuladores, los exportadores y las grandes patronales rurales, un negocio redondo. Que nadie se olvide de que Alberto Fernández dijo que un dólar a $ 60 era “razonable”.

Buitres que vuelven

Los grandes bancos estuvieron entre los ganadores de la llamada “década ganada”. En aquellos años, las instituciones bancarias conquistaron el primer lugar en el podio mundial de la rentabilidad. Esto según un ranking elaborado por el FMI.

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Pero si vamos más atrás en el tiempo, nos encontramos que las entidades bancarias son las protagonistas de otro robo a mano armada. Aquel protagonizado durante el último año de Fernando de la Rúa en el gobierno.

Mientras millones de personas eran sumergidas en la miseria y la desocupación, los grandes bancos facilitaron una millonaria fuga de capitales del país. Grandes empresas como Pérez Companc, Telefónica, Shell y el Grupo Macri estuvieron entre los principales beneficiarios. Al mismo tiempo, las entidades nacionales y extranjeros -como el Santander (ex Río), HSBC y Citibank – fueron quienes confiscaron los depósitos de los pequeños ahorristas gracias al “corralito” y al “corralón”.

“Chorros, chorros, devuelvan los ahorros”, fue una de las canciones de protesta que más conocidas se hizo en aquel entonces. Cientos de miles de personas fueron arrojadas a la pobreza más extrema mientras los bancos garantizaban sus ganancias.

Para una porción importante de la población aquel recuerdo aún está fresco. Con algunos cambios menores, aquellos banqueros chorros son los mismos de hoy. Son los que la levantan en pala mientras la población trabajadora sufre tarifazos, caída del salario y despidos.

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El Frente de Izquierda plantea la necesidad de luchar por imponer una banca estatal única bajo control de los trabajadores. Una medida que -ligada a otras como el monopolio del comercio exterior- termine con la masiva fuga de capitales. Una medida que permita poner a salvo realmente los depósitos de los pequeños ahorristas. Una medida que garantice que el crédito nacional no sirva para la especulación y los negociados, sino que esté puesto al servicio de las necesidades populares.

Porqué, como bien dijo Bertolt Brecht, un delito peor que robar un banco es crearlo.