Tras la Cumbre de las Américas, dónde asistieron 33 países excluyendo Venezuela, el Grupo Lima junto a Estados Unidos impulsaron un documento donde se insta a ampliar las sanciones económicas y lanzan advertencia al gobierno de Maduro para que el proceso electoral en puerta sea “amplio y democrático”.
El documento no tuvo consenso en la Cumbre de las Américas, rechazado principalmente por el gobierno cubano y boliviano, sólo fue firmado por 16 países, entre los cuales destaca la firma del presidente de México, Enrique Peña Nieto.
El documento firmado por Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Santa Lucia y Estados Unidos exige al gobierno de Nicolás Maduro que las próximas elecciones que se celebrarán dentro de un mes cuenten con “las garantías necesarias para un proceso libre, justo, transparente y democrático, sin presos políticos, que incluya la participación de todos los actores políticos venezolanos".
Un documento por demás burlesco, que cuenta con el cinismo de firmas como la de Michel Temer que tiene preso a Lula da Silva, dirigente del PT y quien para las futuras elecciones en Brasil contaba con una abrumadora ventaja que lo perfilaban como posible triunfador de las elecciones presidenciales o el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, quien tras un fraude electoral impuso "toque de queda", lo cual desencadenó masivas movilizaciones, mientras fue exhortado por miembros de la OEA a repetir las elecciones. Ellos son los que exigen "elecciones presidenciales sin presos políticos" a Venezuela.
La intromisión impulsada por el imperialismo estadounidense -que en la región ha avalado el golpe institucional de Temer y la cárcel a Lula- no queda ahí. Aseguran que “unas elecciones que no cumplan con esas condiciones carecerán de legitimidad y credibilidad” e instó a la comunidad internacional a apoyar la recuperación económica de Venezuela sólo si se restaura “el orden democrático y constitucional”.
A este reaccionario documento que tiene el sello de la Casa Blanca se sumó la firma de Enrique Peña Nieto, quien semanas antes de la Cumbre de las Américas, había tenido un “cruce” con el presidente de los Estados Unidos Donald Trump, tras la declaración de Trump para militarizar la frontera. Pero sólo una semana después firma junto al vicepresidente estadounidense Pence un documento por demás reaccionario hacia el pueblo venezolano.
Hay “democracia” y democracia
El documento impulsado por el Grupo Lima y EEUU juega nuevamente con el discurso de la tan añorada democracia que parece tener distintos matices dependiendo de quienes sean los protagonistas.
Si es la derecha servil a los planes estadounidenses en la región quien se encuentra en aprietos, es necesario hablar de “presos políticos” y de un proceso antidemocrático cuando Venezuela no incluye a la oposición en las elecciones. Intentan inclinar la balanza amenazando que sólo se ayudará al pueblo venezolano si la derecha toma el poder.
Si es la oposición (moderada) de Lula -a quien quieren meter a la cárcel acusado de corrupción, una acusación que también pesa sobre Temer y sus amigos (y cuenta con una popularidad de apenas el 5%)-, apoyan la justicia hecha a medida de los aliados de los estadounidenses y dejan de lado las terribles declaraciones de generales del ejército brasileño que amenazaron con salir a las calles si Lula no iba a la cárcel.
El presidente Enrique Peña Nieto se suma a la política estadounidense no sólo con su firma y los múltiples comunicados de la cancillería mexicana en voz de Luis Videgaray para presionar el gobierno de Maduro y ser correa de transmisión de las políticas estadounidense en la región. También lo hace con la aprobación de las reformas estructurales y el avance en las Zonas Económicas Especiales.
Esto denota que lejos de cualquier comunicado en televisión nacional que pugne por la soberanía de México frente a EEUU, tanto en la política interna como en el plano internacional, el gobierno mexicano aparece subordinado a lo que dicte Trump desde la Casa Blanca.
Frente a este juego entre la derecha regional que intenta avanzar de la mano estadounidense y una “oposición” cada vez más modesta y acorralada, nosotros los socialistas, nos pronunciamos contra la injerencia imperialista en Venezuela, promovida entre otros gobiernos, por el de Peña Nieto, para profundizar la subordinación de América Latina a Washington.
No obstante, esto no implica apoyo al gobierno de Nicolás Maduro. Es evidente el fracaso del proyecto de un “socialismo del siglo XXI” con empresarios y sin romper todos los lazos que atan al país con el imperialismo, que trajo consecuencias catastróficas para el pueblo venezolano. Ni el gobierno chavista, ni las fuerzas armadas “nacionalistas” represivas, ni los políticos de la derecha venezolana aliados al imperialismo estadounidense ofrecen una salida favorable para la clase trabajadora y los sectores populares.
La lucha de los trabajadores para dar una salida progresiva ante la crisis social solo puede venir de sus propias fuerzas. Como plantean nuestros compañeros de la LTS en Venezuela: “La tarea de la izquierda que se reclama obrera y socialista, es ayudar a poner en pie un polo de trabajadores, independiente del chavismo como de los partidos empresariales, que levante un programa de salida obrera a la crisis.”
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