Las tensiones políticas generadas con las elecciones anticipadas que tuvieron un alto abstencionismo para los niveles históricos del país, junto a la situación de catástrofe económica acentuándose, las sanciones del gobierno de Trump y la acción del derechismo continental con el retiro de los embajadores, son algunos de los elementos que marcaron el escenario político del país en los últimos días.
En ese marco, desde el chavismo se operó un apresuramiento para la juramentación de Maduro como presidente reelecto para el periodo 2019-2025, cuando se suponía que esto tendría que hacerse en enero del año entrante. Se apuran a proclamar a Maduro para terminar de darlo por “legitimado” ante los poderes del Estado controlados por el chavismo, y buscando “colocar” a la oposición, el imperialismo y la derecha continental ante un “hecho consumado”, con la "legalidad” de su “Constituyente" y el poder de las Fuerzas Armadas.
Es de recordar las recientes sanciones del gobierno de Trump firmando una orden ejecutiva por la que limita al gobierno de Maduro la venta de deuda y activos públicos en territorio estadounidense incluidas aquellas inversiones derivadas de PDVSA; además, la política de los gobiernos de la derecha continental que han decidido retirar los embajadores en Venezuela. Es que el imperialismo y la derecha buscan aprovechar la situación política acentuando su mayor injerencia e intervencionismo, para ello acompañado del cipayaje de los gobiernos agrupados en el llamado Grupo de Lima.
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Por eso el acto inmediato post juramentación que realiza con el alto mando militar, a sabiendas que la “Constituyente” no deviene un poder real más el que le dan las camarillas de la alta burocracia política y los militares en función de sus necesidades. De allí la urgencia de mostrar centralmente la “legalidad” y “legitimidad” que le reconocen las FFAA (el poder que tiene el monopolio de las armas, pilar del régimen y sobre el que se concentran las presiones imperialistas), en un escenario de desconocimiento internacional, el ahogamiento económico y la debilidad que se expresa en la alta abstención, mostrando un rechazo político (a pesar de los variados mecanismos de clientelismo y chantaje), así como el hecho de que también al parecer dentro de las propias FFAA, el gobierno tiene cada vez más dificultades para mantener la cohesión.
Esto último lo expresarían las recientes detenciones de decenas de oficiales bajo la supuesta acusación de “instigación a la rebelión” y “faltas al decoro militar”. Detenciones que engrosan la cada vez más creciente lista de militares encarcelados acusados de estos delitos como desarrollamos más adelante.
A la operación “legalista” no le faltó la “torpeza”, que dicho sea de paso, se trata de algo que a las camarillas políticas les tiene sin cuidado, y más sin cuidado a los militares. El 21 de mayo por la noche el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) informó a través de su cuenta en twitter que Nicolás Maduro había interpuesto una “demanda de interpretación” ante la Sala Constitucional, para aclarar cuándo debía juramentarse. Sin embargo, el 24 de mayo, sin previo aviso y sin que el TSJ informara los resultados de la supuesta demanda de interpretación, Maduro anunció que se juramentaría ese día ante la ANC.
Mediante un “Decreto Constituyente” anunciado el mismo 24 de mayo, la ANC informó que había recibido la “certificación” de la elección del 20 de mayo, y por ello, Maduro debía asumir el cargo y tomar juramento en enero de 2019. Pero acto seguido, la ANC tomó juramento a Maduro. No está de más mencionar que, de acuerdo a la propia Constitución del chavismo (la de 1999), es la Asamblea Nacional el órgano que debe tomar juramento al Presidente, pero claro, ahora se trata de la legalidad “constituyente”, derivada de la “plenipotenciaria” ANC. Con este acto pensaron darle “legitimidad” a su reelección ante la fraudulenta Constituyente, así como lo han hecho con las elecciones a gobernadores y alcaldes, además de los distintos consejos legislativos estadales.
Es el discurso del gobierno apuntado por varios voceros al decir que "ya con esta elección estamos completando la relegitimación de todos los poderes después de la instalación de la ANC, ya se relegitimaron los gobernadores, alcaldes y ahora el Presidente de la República y los consejos legislativos regionales". Les faltaba decir, una “relegitimación” tutelada y avalada por el poder del alto mando militar.
Las Fuerzas Armadas, el pilar del bonapartismo reaccionario
Es por eso que horas después de juramentarse ante dicha “Constituyente”, Maduro participó en un acto de las Fuerzas Armadas en la que éstas le declaraban lealtad. No se trataba de un evento que las FFAA le ofrecían a Maduro de manera “independiente”, se trataba de un acto planificado entre la alta burocracia chavista y el alto mando de las Fuerzas Armadas, para mostrar interna e internacionalmente que el presidente reelecto seguía contando con el poder de los cuarteles.
En dicho acto, Maduro ordenó que la FANB firmase un documento de "lealtad" luego de que, de acuerdo a sus palabras, se descubriera que varios militares pretendían participar en una supuesta "conspiración" para “impedir las presidenciales del pasado domingo”. “He ordenado (...) llevar la proclama y convertirla en documento, que sea firmada por toda la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), para llevar a fondo un proceso de remoralización, de reactivación de los valores morales e ideológicos, conceptuales, de cada oficial hasta en el último comando llegar con la palabra de la verdad", sostuvo Maduro. "Exijo máxima lealtad a la FANB", enfatizaba retomando su ya clásica expresión “amor con amor se paga”, seguramente aludiendo a todas las prebendas y el control de sectores claves de la economía y de industrias centrales, como la petrolera, minería, gasífera, alimentos, en fin, al frente de aquellas áreas que generan renta y jugosos negocios.
Maduro habló de exigir “lealtad”, luego que se diera a conocer el arresto de al menos 15 oficiales militares en los días cercanos a las elecciones del domingo. Los funcionarios, 14 de ellos tenientes y coroneles, fueron arrestados entre el 17 y el 21 de mayo, antes y después de la votación, y las detenciones habrían obedecido a una investigación sobre una supuesta conspiración contra el Gobierno. Nueve de los detenidos habrían comparecido ante los tribunales acusados de “rebelión militar, traición, motín y crímenes contra el decoro militar”.
Es que las detenciones han aumentado dentro de las Fuerzas Armadas, donde hay descontento. Y el número de nuevas detenciones “por traición” habría aumentado a 172 en los primeros cuatro meses de 2018, “tres veces y media más que en el mismo período del año previo”, de acuerdo a documentos militares internos que la agencia Reuters confirma haber tenido acceso. Y de acuerdo a diversos especialistas que siguen las intríngulis internas del mundo castrense venezolano, “una gran tormenta está agitando a la Fuerza Armada Nacional”.
De allí que en medio de la debacle económica y la decadencia del chavismo, la preponderancia de las Fuerzas Armadas como pilar central de un régimen político que busca una sobrevida, ha consolidado un bonapartismo reaccionario. Pero el mismo se puede corroer si el alto mando militar no consigue mantener la cohesión en los cuarteles a medida que se suma la presión imperialista, la presión de la oposición interna y la propia catástrofe económica y social, que no deja de tener sus repercusiones en el mundo militar. Es que cualquier decisión fundamental en el país pasa por los militares. Por eso, el llamado a que los militares reafirmen "lealtad" más que mostrar fortaleza, suena a debilidad y poca seguridad en el mundo de los sables.
Por eso, prescindiendo de un poder legislativo que le surgió adverso producto de una derrota electoral en el 2015, y recurriendo justamente a las más intrincadas maniobras de la burocracia, controlando además el resto de los poderes del Estado, neurálgicamente las Fuerzas Armadas, se avanzó a una fase supraparlamentaria de este bonapartismo. Para mantener las apariencias, tuvo que crear de la noche a la mañana una "Asamblea Constituyente" a la que le hizo arrogar poderes plenipotenciarios y supraconstitucionales.
Poderes que no son otros que los de la propia alta burocracia civil y militar chavista y del partido en el gobierno, en fin un instrumento de las propias camarillas bonapartistas. El gobierno “se hace” con “un poder legislativo”, vía la imposición, aunque con la ayuda de votos que le permitieron montar la fraudulenta "Constituyente". Es de recordar que de los famosos 8 millones de votos nunca hubo constancia y hasta el día de hoy no se hizo público ni por cuantos votos salió electo cada “constituyente”.
Así, la anticipación de las elecciones presidenciales diseñadas a la medida del gobierno de Maduro estaba impregnada de este bonapartismo reaccionario en su fase supraparlamentaria. Esta es la forma de gobierno, régimen y el tipo de Estado que se configura en la debacle del chavismo y la catástrofe económica bajo una burocracia sosteniéndose en el aparato militar y policial.
El cinismo y la hipocresía de Maduro
No se puede pasar por alto el cinismo sin parangón de Maduro, queriendo posar de “autocrítico” frente a una situación catastrófica. En su discurso ante la “Constituyente” Maduro afirmó que su gobierno “no está haciendo las cosas bien", pidiendo una "rectificación profunda" y "una transformación del liderazgo de la revolución", como si no hubiese tenido todos los controles del poder del Estado y vanagloriándose de cada decisión que tomaba en estos más de tres años sobre los que se alarga esta catástrofe.
No se trata del famoso dicho “a confesión de partes, relevo de pruebas”, pues los grandes padecimientos de los trabajadores y de las grandes masas populares se han venido sucediendo a luz de la catástrofe mientras un grupo de acreedores internacionales se beneficiaban de un pago religioso de la deuda externa. Al mismo tiempo que más de 500 mil millones de dólares en fuga de capitales seguían y siguen reposando cómodamente en el exterior sin que el gobierno hiciera el más mínimo movimiento para conminarlos a repatriarlos, y no lo haría pues sería tocar a los mismos sectores que incluso están en el gobierno y/o de empresarios amigos del gobierno, lo que lo lleva a salvarle el pellejo al conjunto de los grandes sectores empresariales de los más variados colores, como los ligados a la oposición y a intereses financieros externos.
En su discurso Maduro habló de que el país atravesará "dolorosas dificultades", como si estos tres años no hayan sido de grandes calamidades para el pueblo. Pero lo que conlleva esta frase es la revelación descarada de que realmente todas estas camarillas políticas del chavismo no sienten ni por cerca los grandes padecimientos que sufre el pueblo trabajador y los grandes sectores populares. Como si todo esto no alcanzara Maduro habló de “tender puentes con los empresarios del país”, que dicho de paso siempre los ha tenido, y no sólo estos, sino también extranjeros y transnacionales facilitándoles las ganancias, que además de los grandes beneficios también les ha facilitado sus ganancias con una mano de obra casi esclava, con una gran extracción de ganancias.
Frente a esta situación imperante, es hora de redoblar el combate por la organización política independiente de la clase trabajadora, enfrentando el bonapartismo reaccionario de Maduro y su camarilla, así como los planes de la derecha proimperialista, porque los trabajadores son la única fuerza social que puede dar una salida progresiva a la monumental crisis actual. Para ello, necesita unir sus filas conquistando la más amplia independencia respecto al gobierno, al Estado y los partidos políticos patronales, así como ante toda injerencia imperialista. |