En el Nuevo Modelo Educativo se dice, en la "Carta sobre la enseñanza para el Siglo XXI", que la educación del nivel básico debe generar contenidos para "aprender a aprender", "educar para liberar" y "para romper la barrera del aprendizaje".
En los cinco pilares del Nuevo Modelo (en el que incluyen la "escuela al centro", "gobernanza de la educación" y la "profesionalización del trabajo docente") se ve con claridad la sumisión en México a los organismos multinacionales como la OCDE y el FMI. Dicho modelo educativo, tiene una clara motivación neoliberal.
Desde la idea de la autonomía de gestión (para generar recursos por escuela con la iniciativa privada, que busca que el Estado no se haga cargo de los gastos de la educación) hasta la evaluación punitiva del punto de gobernanza y de la profesionalización docente es claramente una motivación neoliberal.
Pero resulta lastimoso y vergonzoso que el Nuevo Modelo Educativo se base en una idea del pedagogo brasileño, Paulo Freire, "educar para liberar"; otra del sociólogo Pablo González Casanova "aprender a aprender" y romper la "barrera del aprendizaje" en el Siglo XXI de la pedagogía crítica para justificar la privatización educativa.
El mundo libertario de los niños, educar al educador
La Reforma Educativa es conservadora en sus objetivos pedagógicos. En especial en los apartados de los contenidos de aprendizaje esperados por grados: consideran a los niños como depósitos de disciplina y aunque sostengan que quieren crear humanos libres, la educación básica real está diseñada para obedecer.
Paulo Freire en Pedagogía del oprimido sugiere que aquella educación que no busque liberar obligadamente genera que el oprimido desee ser opresor. En México no existe una práctica docente liberadora: al contrario la regla es el conductismo, la disciplina, el autoritarismo.
Como dice esta nota se olvida el potencial libertario y pedagógico emancipador del juego y del mundo de los niños y adolescentes. Y esa es su piedra de toque.
Dicho elemento está ausente en cualquier pedagogía convencional: los niños son vistos como objetos, depósitos de información y se olvida su potencial lúdico pedagógico, que es un poderosos elemento para el detonador cognitivo y de conocimiento. El juego: ni más ni menos es la mejor forma de aprender.
"El niño y el adolescente adolescente es especial y opuesto en el vértice", según Walter Benjamin, pues tiende a que su sensibilidad esté a flor de todos los sentidos; tiene una aptitud maravillosa para el goce, el miedo, el padecimiento, la felicidad; una entrega en plenitud al presente, en esa detención “mesiánica del tiempo en el momento”. Señala María Delia Cabral que esta idea constituye una aporía: los adolescentes disfrutan del presente como nadie, el adulto se angustia por lo que vendrá."
Oponerse a la Reforma Educativa debe incluir la lucha contra sus aspectos laborales. Sin embargo un elemento pedagógico no debe ser olvidado. Educamos para liberar, emancipar y al mismo tiempo liberarnos nosotros mismos.
Como se dice en esta nota, "La fuerza del juego se expresa en la idea benjaminiana, jugar es un acto liberador, olvidamos cómo se hace cuando el impulso de jugar repentinamente invade a un adulto, esto no significa recaída en la infancia. Por supuesto, jugar siempre supone una liberación. Al jugar los niños, rodeados de un mundo de gigantes, crean uno pequeño que es el adecuado para ellos; en cambio el adulto, rodeado por la amenaza de lo real, le quita horror al mundo haciendo de él una copia reducida." |