En el terreno del teatro esto provoca un desplazamiento del salón a la cocina, del chiste elegante al alarido de protesta, nuevos sectores sociales aparecen representados. La nueva juventud y las nuevas inquietudes, la voz de la clase obrera y algunos avances en el terreno de las costumbres íntimas resquebrajan el modelo de esa Inglaterra a la vez prepotente, estirada y provinciana.
Los jóvenes ya no quieren las típicas comedias o dramas de salón, la elegancia se ve sustituida por un grito de realismo, veracidad y experimentación con nuevas formas estéticas alejadas de los viejos dogmas. Una nueva generación no se sentía representada ni por el té con pastas ni por los uniformes.
A principios de los años 60 se produce la eclosión de los jóvenes airados con gente como John Osborne (“Mirando hacia atrás con ira”), Selagh Delaney (“Un sabor a miel”) o Allan Sillitoe (“La soledad del corredor de fondo”).
En el cine surgen nombres ya míticos como Tony Richardson, Karel Reisz, Lindsay Anderson o John Schlesinger, que abordan temas como los dilemas de la nueva generación, el paro, la alienación laboral, el cambio de costumbres el terreno sexual y lo hacen con una libertad creativa solo comparable a sus homólogos de la “nouvelle vague”.
Cuestiones como los jóvenes de las barriadas obreras aparecen en trabajos impecables como “Sábado noche, domingo mañana” y también comienzan a aparecer cuestiones como la enfermedad mental en “Morgan, un caso clínico”, la comedia de Karel Reisz o “Family life”, el drama social de Ken Loach, en contacto con las corrientes contrapsicológicas.
La homosexualidad y la emancipación femenina aparecen en filmes como “Un sabor a miel” o “La habitación en forma de L”, que mezclan austeridad y lirismo, realismo y poesía. “If” de Lindsay Anderson arremetió con virulencia contra las reglas de los colegios ingleses tradicionales, ridiculizó sus pretensiones y con su poesía anárquica y arrebatado furor desató una polémica en el festival de Cannes de 1968.
Con sus luces y sus sombras se ha abierto una brecha contra el impoluto establishment británico y grandes o pequeños grupos alzan su voz que es también un grito contra los iconos monárquicos, la educación represiva, el militarismo y las viejas costumbres o escenarios apolillados.
La alienación laboral se pone rostro, así como una juventud que habita las calles de la ciudad con nuevos intereses y sin viejos prejuicios. Entre los intérpretes encontramos nombres como Richard Harris, Vannessa Redgrave, Malcom McDowell, Glenda Jackson o el emblemático Tom Couternay, protagonista de filmes como “Billy el embustero” o la combativa “La soledad del corredor de fondo”, ambientada en un reformatorio.
De los últimos de estas filas contestatarias surgen nombres hoy en activo como Ken Loach que han llegado a representar el cine de izquierdas de su país o incluso Stephen Frears o Derek Jarman, que arremetieron con belleza contra la estrechez de miras de la que venía un país anclado en modelos familiares tradicionalistas y heteropatriarcales.
Su herencia, aunque se ha trasformado no ha desaparecido del todo y nuevos temas como Irlanda, la inmigración, la juventud LGTB, los derechos laborales y la protesta contra los iconos culturales han sido posibles gracias a la irrupción de los jóvenes airados a finales de los cincuenta. |