Un magistrado federal estadounidense dictaminó este martes que existen evidencias suficientes para llevar a juicio centenares de demandas contra la firma Monsanto (recién absorbida por Bayer) por los efectos cancerígenos producidos por el herbicida Roundup el cual está compuesto por glifosato y un surfactante similar al jabón.
El dictamen se da después de años de litigio y audiencias en torno a la seguridad del glifosato, componente principal de su herbicida más conocido: Roundup, producto líder de ventas de Monsanto a nivel mundial desarrollado en 1974 y comercializado en México desde 1976 con el nombre de Faena y distribuido por Bayer.
Es interesante observar que el dictamen anunciado por el magistrado Vince Chhabria viene inmediatamente después de la compra de la agroquímica estadounidense por parte de Bayer AG a pesar de contar con un largo y añejo historial de acusaciones basadas en evidencias del daño causado por sus productos.
La mayor adquisición hecha en el extranjero por una compañía alemana. El pasado 7 de junio la compañía farmacéutica y agroquímica Bayer AG adquirió a la estadounidense Monsanto (fundada en 1901 en Sant Louis Missouri) por una suma de 63,000 millones de dólares, la mayor adquisición jamás realizada por una compañía alemana en el extranjero.
Las autoridades en materia de competencia estadounidenses en un inicio mostraron desconfianza de que la nueva Bayer abusara de su posición dominante en el sector agroquímico.
La compra será consumada en su totalidad después de cubrir la petición del departamento de justicia de EE. UU., el cual condiciona a Bayer, de modo que deberá vender parte de sus negocios a su principal rival comercial, la empresa alemana BASF.
En México, la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) respaldó la posición del departamento de justicia de EE. UU. al afirmar que: “De no cubrirse las condiciones para autorizar la fusión, se reduciría considerablemente la competencia por lo que habría un incremento de precios, menor investigación e innovación y disminuiría el desarrollo de productos”
Desaparece una marca, el daño continúa
La transnacional alemana anunció que desaparecerá la marca Monsanto, maniobra que intenta barnizar la percepción pública de lo que representa por sí mismo ese nombre que es sinónimo de problemas judiciales, de severos daños a la salud, el medio ambiente y a las comunidades rurales.
La eliminación de la marca Monsanto es una medida que podemos definir como “cosmética” ya que todos los productos que la caracterizan seguirán sintetizándose y comercializándose bajo sus actuales nombres, por ejemplo Deklab (semillas de maíz y colza) y De Ruiter (línea de semillas de hortalizas) y por supuesto la nociva estrella de la compañía: Roundup (conocido como Faena en México).
Un nuevo gigante de los pesticidas y semillas transgénicas ha nacido
Bayer intenta reforzar su división agroquímica al volverse el principal referente del sector con “Bayer Crop”, que se encuentra en segundo lugar después de su división
farmacéutica.
Bayer se encontrará ahora compitiendo en el mismo escenario, pero desde una posición privilegiada sobre otros gigantes del sector y de las fusiones y concentraciones millonarias como son Chem China-Syngenta (China y Suiza respectivamente) y con Dow-DuPont, ambas estadounidenses
Bayer AG y el potencial latente de los trabajadores
Bayer AG de Leverkusen, Alemania. está representada por 302 compañías en 75 países alrededor del mundo, su plantilla ascendía a 102,168 trabajadores al 30 de septiembre del año 2015 y con la compra de Monsanto en 2018 tendrá una cifra aproximada de negocios anuales por 23,000 millones de euros (25,800 millones de dólares) y una plantilla 140,000 trabajadores.
Una compañía de tal magnitud, tan imponente, con tantas ganancias, que concentra riquezas a niveles que superan lo imaginable y que se establece en tantos países del mundo, se debe y existe no por obra y gracia de sus dueños, los magnates “que nos dan empleo”, sino gracias a las vidas ofrecidas ante las máquinas, a las miles de manos, mentes, piernas y espaldas que conforman la voluminosa plantilla de trabajadores de todo tipo, especializado o no especializado en constante lucha por no ser devorados ante las múltiple presiones de un entorno adverso cuyas reglas las imponen sus patrones.
También debemos poner a debate en manos de quienes se encuentra la industria agroquímica y alimenticia, cuyo fin es solo generar ganancias, aún a costa de la salud de millones de personas y del medio ambiente, y alertar las consecuencias que trae consigo el modelo transgénico que promueve Monsanto y que ahora Bayer adoptará para sus futuros negocios |