Un nuevo estudio de Bloomberg que calcula las altas fortunas de los magnatesmás importantes del mundo vuelve a desnudar la enorme desigualdad social a la que lleva el sistema capitalista a inicios del siglo XXI. Ya en 2017, conocimos que solo 8 personas acumulaban lo mismo que 3.500 millones de personas, es decir, un 50% de la población mundial de acuerdo a estimaciones de Oxfam.

Según la agencia de noticias, el ranking lo lideraría el fundador de Amazon, Jeff Bezos, con la increíble fortuna de US$ 152.000 millones de dólares, lo que lo convertirían en la persona más rica del mundo durante esta semana iniciada la campaña de descuentos durante 36 horas, llamada “Prime Day”. Para entender las dimensiones la fortuna de Amazon representa el 55% del PIB de Chile de todo un año. Equivale a cuatro veces la economía de Bolivia o Croacia.

El multimillonario Bezos es seguido por el fundador de Microsoft, Bill Gates quien posee un patrimonio neto de US$95.300 millones de dólares, cerca de su máximo histórico obtenido en 1999. La riqueza de Gates equivale al valor total de la economía de Eslovaquia y es el doble del PIB de República Dominicana. En tercer lugar encontramos a Mark Zuckerberg, de Facebook, cuyo capital asciende a US$ 83.800 millones de dólares equivalentes al valor de la economía de Etiopía o Kenia. Les siguen, Warren Buffett, con US$ 79.200 millones, y Bernard Arnault, con US$ 75.000 millones.

¿Cómo, este escenario de prosperidad, sucede en medio de una economía que no obtiene grandes crecimientos a nivel mundial? Es hoy cuando los planteamientos teóricos del marxismo se confirman más que nunca, la tendencia a la acumulación de capitales en unas pocas manos privilegiadas es groseramente evidente, a pesar de sus estrechos márgenes. El sistema financiero, amparado en las leyes del Estado, blinda a los propietarios de las grandes empresas para que no reciban perjuicios ante la incertidumbre mundial con las inesperadas políticas proteccionistas, finalmente los precios de los aranceles se trasladan al consumidor, es decir, a los trabajadores y pensionados, quienes financian las vidas de lujo de la aberrante aristocracia global.

No olvidemos que todo esto ocurre mientras alrededor de 800 millones de personas pasan hambre según el Programa Mundial de Alimentos, y un número similar vive con menos de US$ 1,9 dólares al día según datos del Banco Mundial.