Foto: Joaquín Díaz Reck
Hace un año estábamos frente a la Fiscalía provincial. Estuvimos horas, entre el sol y la sombra. El sonido que andaba y dejaba de andar. Preguntando a cada rato si habían dejado pasar a la mamá de Johana, Marta, a quien recién empezaba a conocer.
La fiscalía ya estaba por cerrar, un amigo de Johana pide por micrófono que por favor permanezcamos en la concentración sobre la avenida 7 (entre 56 y 57) pero la fiscal Betina Lacki finalmente decide mantener la carátula como “averiguación de paradero” y que no va a recibir a Marta. ¡Bronca!
Sabemos que Johana no se fue por voluntad propia, se la llevaron y no la dejan volver a los brazos de su familia y amigos, a nuestros brazos. Porque desde ese día Johana pasó a formar parte de la vida de cada una de nosotras que salimos a las calles a exigir por su aparición con vida.
Esas marchas largas, bajo la lluvia torrencial que nos encontró en los primeros meses, que empezaban en 1 y 63 (donde se la vio por última vez) y este año de lucha marcaron mi militancia feminista y socialista, en el PTS y Pan y Rosas.
En La Plata ya veníamos luchando hacía años por un caso emblemático, como el femicidio de Sandra Ayala Gamboa en un edificio que pertenecía a ARBA, y una pelea porque el mismo sea un centro de atención contra la violencia hacia las mujeres. La desaparición de Johana Ramallo se transformó rápidamente en una bandera más que levantar en la región.
Formo parte de esta lucha desde el día cero y pude vivir en persona la relación con el Estado que, lejos de estar “ausente”, está más presente que nunca. Un Estado que en los barrios empuja a la juventud a la marginalidad de las drogas y la prostitución, que regentea redes de trata a través de sus agentes de seguridad, que desoye los pedidos de justicia, que da la espalda, que es cómplice y reproduce continuamente su carácter capitalista y patriarcal.
Quedó demostrado cuando fuimos a exigirle a la gobernadora María Eugenia Vidal una audiencia pública, o al menos que recibiera a Marta. La respuesta fue la Casa de Gobierno con la puerta encadenada.
Quedó confirmado cuando la causa pasó al Juzgado Federal N°1, con la carátula de “Trata de Personas”, nos encontramos con un Poder Judicial lento, que dilataba los tiempos ante cada prueba y que dejaba desprotegidos a quienes declaraban. Que no pone al servicio de esta lucha todas las herramientas y mecanismos para encontrar a nuestra Johana.
Quedo sentenciado cuando nos plantamos frente a la comisaria 9° para gritarle a la Bonaerense que son cómplices, que son los que regentean el narco y las redes de trata en la zona junto a los proxenetas. Que son quienes están detrás de cada amenaza a la familia de Johana. Fue esa Policía la que se estacionó durante media hora a sacar fotos a quienes estábamos un día frente a los fueros federales, impunemente.
No me tiembla la voz para expresar el odio hacia los proxenetas, los gobiernos, el Poder Judicial y los perros del Estado. Odio hacia esa red de complicidad que hace desaparecer miles de pibas a nivel local, provincial y nacional.
Un odio muy profundo hacia este sistema capitalista que amplifica al patriarcado y le estrecha la mano firmemente, mercantilizando nuestros cuerpos, esclavizándonos. La prostitución y las redes de trata son la prueba más tangible y brutal de esa alianza.
Es por eso que, como feminista socialista, decido y recomiendo transformar el dolor y el odio en fuerza para pelear por todo, contra todas las penurias que nos depara este sistema. Les invito a organizarse y a salir a las calles, por Sandra, por Johana, pero también para dar esta pelea por un mundo sin explotación ni opresión.
Ir por todo, ya que lo único que nos queda por perder son nuestras cadenas.
JUEVES 26/7 // 16hs //Movilización desde 1 y 63 hasta Gobernación. |