El jueves las políticas de vaciamiento de la educación de este gobierno, que profundizaron años de desfinanciamiento previo, se cobraron dos nuevas víctimas. Sandra y Rubén murieron producto de los ajustes brutales que aplica este gobierno, primer responsable de estas muertes obreras ocurridas en la escuela n° 49 de Moreno.
Hoy solo expresar la bronca no alcanza; hay que salir a las calles y demostrar de una vez por todas la fuerza de las trabajadoras y trabajadores, que somos quienes, a costa del desgaste de nuestros cuerpos y hasta de dejar la vida, producimos para que unos pocos se lleven siderales ganancias. Los máximos funcionarios del Estado son partícipes de un entramado donde la obra pública e infinidad de servicios que atañen a salud y educación (como el suministro de insumos, alimentos para comedores, etc.) siempre terminan siendo un buen negocio para algunos empresarios favorecidos por alguien que se lleva una tajada en las concesiones, mientras los que sufrimos los resultados de estos negocios somos quienes integramos el pueblo trabajador y nuestras familias.
La escuela N°49 de Moreno no es una excepción; tampoco se trató de un accidente, porque, como dijimos antes, son décadas de precarización y ajuste que tenemos que soportar trabajadoras y trabajadores de la educación pública estatal.
En el barrio de San José (Temperley), convivimos con la realidad que hoy nos golpeó duramente: estufas que explotan; techos que gotean desde las bocas de electricidad; techos que se caen a pedazos; aulas que se inundan; paredes con agujeros; ventanas sin vidrios; falta de ventiladores; escapes continuos de gas y un sin fin de muestras de desidia por parte del gobierno provincial de María Eugenia Vidal y la intendencia de Insaurralde que, cuando hay campañas electorales, se sacan fotos maquillando la escuela pero cuando se presentan decenas de notas de pedido de arreglos, miran para otro lado ninguneando las necesidades de estudiantes y docentes para tener una escuela de calidad, digna y donde valga la pena estudiar, enseñar y aprender.
Imagen: Agua cayendo desde conexión eléctrica en la EES nº 8
Cuando se interpela a las autoridades de Educación con preguntas como “¿Cuántas escuelas de la provincia tienen conexión de gas precaria?”, “No tenemos el dato. Pero estamos trabajando” es la respuesta. “¿Hay chicos que están en peligro hoy en las escuelas bonaerenses?”, “Estamos trabajando para que eso no suceda”, insisten en querer que les creamos. “¿Pero pueden descartar que algo como lo sucedido en Moreno pase en otra escuela?”; “Estamos trabajando. Son 20 años de desinversión y abandono” contesta, cómodo desde su mullido sillón de despacho gubernamental. “Pero es desesperante para los padres de los chicos que hoy están en las escuelas bonaerenses que el ministro no pueda decir ‘quédense tranquilos…’”. “Estamos trabajando”. Vuelve una y otra vez con esa respuesta abstracta, que el jueves se materializó en una verdad que no podrán ocultar, y que se llevó la vida de Sandra y Rubén. Éstas son las respuestas de un gobierno que miente, que mintió desde que comenzó la campaña en 2014, que ajusta a la clase trabajadora con la complicidad del peronismo, que le aprobó más de 100 leyes de ajuste y represión.
Imagen: Escuela Primaria Nº 37, Temperley
Lo que las respuestas del ministro de Educación Bonaerense no podrán esconder es lo que millones vivimos todos los días en nuestras escuelas, y es esa sensación de que lo que pasó en Moreno nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros. Por eso es necesario plantear una gran lucha en serio, desde las escuelas, en unidad junto a los trabajadores estatales, estudiantes y familias por el aumento del presupuesto educativo, para decirle bien fuerte a este y a todos los gobiernos: ¡plata para educación y no para la deuda!