De acuerdo a las estadísticas suministradas por el INDEC, correspondientes al 3 trimestre de 2014, el 10% más rico obtuvo un 28, 3% de los ingresos, mientras que el 10% más pobre apenas recibió el 1,4%. Es decir, que los ricos en Bahía ganan 18 veces más que los sectores más pobres, tendencia que se mantiene desde 2011.
Desde ya que, sabiendo que los datos provienen del INDEC, cuyo instrumento para medir los datos es la EPH (Encuesta Permanente de Hogares), no es de extrañar que la brecha sea mucho mayor.
Esta concentración de la riqueza por un lado, y el aumento de la miseria creciente por el otro, son la expresión y resultado de una política sostenida desde la dictadura militar hasta la actualidad, cuyos gobiernos, tanto de extracción radical, como los peronistas en sus distintas expresiones (ayer K, hoy massistas), son responsables de mantener y profundizar. Una orientación al servicio de los intereses de las multinacionales que saquean la economía de la región, asentándose principalmente en el cordón portuario de Ingeniero White y de los terratenientes del campo, y en base a subsumir en la pobreza a franjas cada vez mayores de la población, que viven el día a día con trabajos precarios, en barrios sin asfalto, gas natural, cloacas, y sufriendo la precariedad habitacional.
El 18F, en una convocatoria por demás reaccionaria en cuanto a su planteo de reivindicar como "héroe popular" a un representante de los servicios de inteligencia de la CIA - Mossad y encubridor de la causa AMIA, vimos marchar en la ciudad a varios políticos opositores del gobierno de CFK, entre ellos de los bloques del FR (entre ellos el intendente municipal, quien junto a su gabinete se pasó del kirchnerismo al massismo, en el marco del fin de ciclo), del PRO, el radicalismo, FAP e integrantes del "centro" como Integración Ciudadana (que para desazón de quienes los votaban "por izquierda" hoy discuten posible alianza con el macrismo). A estos opositores-oficialistas (como el massismo), seguramente los veamos en la campaña electoral haciendo alarme de la pobreza, con el cinismo propio que caracteriza a los políticos financiados por las grandes empresas.
Pero los trabajadores no olvidan que, en el día a día, a ninguno le importa en lo más mínimo las condiciones de vida que tenemos; por eso jamás van a las fábricas, establecimientos laborales ni las barriadas populares, y le dan la espalda a cuanta marcha o reclamo obrero-popular haya, ya que en lo sustancial defienden los mismos intereses de clase que el kirchenrismo.
Desde el FIT (Frente de Izquierda y los Trabajadores) no marchamos el 18F, y sí estamos en las calles contra los despidos, por aumento del salario, por planes de vivienda, contra la persecución político sindical, etc,, y planteamos que para erradicar la enorme desigualdad social hay que tener una política para reorganizar la economía sobre nuevas bases, con un impuesto progresivo a las grandes fortunas, nacionalizando el complejo portuario-petroquímico bajo la administración de sus propios trabajadores y comités populares para un efectivo control medio-ambiental; un plan de viviendas y obras de infraestructura en base a la planificación y administración de los trabajadores, y terminar con la precarización laboral luchando por el pase a planta permanente y un aumento de salarios acorde a la canasta familiar para todos, entre otras tantas medidas.
Sólo con medidas de fondo se va a terminar con esta enorme brecha de desigualdad social, quitándole la confianza a cualquier variante patronal, sea kirchnerista, de la oposición patronal o la bochornosa centroizquierda, ya que en base a sus gobiernos, los que no trabajan, la clase empresarial, tenderán a una mayor acumulación de riquezas, con la contracara de una mayor pauperización social de quienes producen día a día: los trabajadores. |