Este 23 de agosto se conmemora un año más del denominado “Éxodo Jujeño”, un hecho histórico que hay que enmarcar en un plan continental, contra el poder colonial español. Las fuerzas realistas que defendían sus colonias avanzarían hasta la actual provincia de Jujuy, y sus pobladores debieron retirarse hasta Tucumán. Este acontecimiento es poco difundido por la historiografía argentina, y a su vez llevó a que el propio estado provincial junto a historiadores jujeños hayan creado un fuerte sentimiento regionalista sobre el tema en cuestión, olvidando que la orden de retirada por parte del gral. Manuel Belgrano a través de la táctica militar de “tierra arrasada”, estaba circunscrita en la posibilidad de derrotar las fuerzas reaccionarias del imperio español, y con la acción del “éxodo” y otras acciones bélicas a lo largo de la guerra de independencia se pudo conquistar la liberación política, no solo de lo que hoy conocemos como estado argentino, sino de todo un subcontinente dominado por el imperialismo español.
Contexto político e histórico
La jurisdicción de Jujuy integraba el Virreinato del Río de La Plata y la Intendencia de Salta del Tucumán, cuya capital, era la ciudad de Salta. Gracias a su situación geográfica, era un centro de tránsito obligado entre el Alto Perú (hoy Bolivia) y las tierras bajas rioplatenses, lo cual le daba dinamismo mercantil y generaba trabajo para sus habitantes. En Jujuy, tal como en el vecino Alto Perú, las guerras de la independencia duraron 15 años, desde el arribo del Ejército del Norte en septiembre de 1810 hasta la derrota definitiva de las fuerzas realistas en 1825. Fue el comienzo de una coyuntura de guerra y militarización que cambió la vida de los habitantes de Jujuy, sin distinción social o étnica y sus efectos se hicieron sentir en todos los órdenes de la vida cotidiana.(1)
En primera instancia el Ejército del Norte pasó por Jujuy rumbo al Alto Perú (1810), y en esta zona fue derrotado por las fuerzas españolas en la batalla de Huaqui, una vez sucedido esto, los que sobrevivieron empezaron a retroceder hasta la actual capital jujeña, ya corría el año 1811 y a cargo del ejército estaba Juan Martín de Pueyrredón, que por motivos de salud solicita el relevo al Primer Triunvirato que se encontraba en Bs. As., así que aparece la figura de Manuel Belgrano. Lo central para los dirigentes de la “revolución de mayo” era que los españoles no sigan avanzando, es por eso que las órdenes para Pueyrredón y Belgrano eran reorganizar el ejército y si se adelantaban las huestes realistas, debían retirarse hasta Córdoba o Tucumán, y esto fue lo que sucedió una vez que los españoles recuperaron el último bastión de los revolucionarios, que era la ciudad de Cochabamba. A esta ciudad ingresaron las tropas entrenadas por Goyeneche, a caballo, degollando a quienes encontraban a su paso y se dedicaron al saqueo sistemático y el incendio de la ciudad, convencidos de que Cochabamba debía servir de escarmiento a los revolucionarios de toda América(2). Frente a esta situación tenemos que enmarcar la retirada o emigración de centenares de personas que bajaban de las ciudades altoperuanas, hacia Jujuy, y junto a los pobladores de la quebrada de Humahuaca y la ciudad de San Salvador y parte de Salta, conformaron lo que conoceremos como el “Éxodo Jujeño”.
Éxodo Jujeño y clases populares
Al hacerse cargo del Ejército del Norte el gral. Manuel Belgrano, sabía que la tarea inmediata era reorganizar el plantel militar, es así que la primera medida a tomar fue crear la oficina de “enrolamiento de hombres jóvenes de la ciudad y el alistamiento de campesinos, indígenas, mestizos y criollos, la mayoría labradores, jornaleros o peones de la campaña jujeña, que abandonaron sus hogares para enlistarse en el ejército. Se solicitaban hombres entre 16 y 35 años, preferentemente solteros”(3).
Aquí vemos como las clases populares ingresan a conformar las huestes revolucionarias que serán parte activa del “Éxodo Jujeño”, esta oficina de enrolamiento también es replicada en Humahuaca, donde permanecía la vanguardia de los revolucionarios a cargo de Eustaquio Díaz Vélez.
Otra instancia de participación popular fue en lo que se conoció como la Maestranza, esta fue como una “fábrica” ambulante, ya que una vez que se dio la orden de partir hacia Tucumán, e iniciar la retirada, también partió con todo el personal que trabajaba en ella. “La gran cantidad de mano de obra, tanto especializada (artesanos) como no calificada, producía una diversidad de bienes destinados al equipamiento de las tropas. La fabricación y reparación de armamento de guerra, tales como cuchillos, lanzas, sables, bayonetas, picos, palas, cañones, estaba dirigido por artesanos expertos, maestros armeros, herreros, plateros, talabarteros y hasta carpinteros (…). Mientras que los herreros, armeros y fundidores, se abocaron a la producción y reparación de armas y herraduras, el trabajo de sastres y costureras tuvo gran demanda durante la guerra, en la elaboración de uniformes para las tropas (...) En general, el trabajo de las mujeres costureras estaba dirigido a la fabricación de las prendas de los soldados (camisas, pantalones) y sus remuneraciones estaban en relación a la cantidad de las ropas confeccionadas, no a su calidad. Los sombrereros también gozaban de gran requerimiento, así como los zapateros que manufacturaban las botas.”(4)
A la hora de partir hacia Tucumán, todos estos sectores populares mencionados fueron parte de los que retrocedieron junto a las tropas comandadas por Belgrano, también hay que mencionar que los indígenas, que eran muy numerosos en la jurisdicción de Jujuy, algunos partieron con el Éxodo, y una gran proporción huyeron hacia los cerros con sus familias, sabiendo que el accionar represivo de los tropas españolas iba a ser feroz, ya había servido como muestra lo ocurrido en Cochabamba.
Marcha evocativa que se realiza todos los años para conmemorar el “23 de agosto”
Con respecto a los sectores dominantes, como ser los comerciantes y terratenientes de estas zonas, jugaron un papel cobarde, aprovechando su posición socio-económica fueron los primeros en embarcar hacia las provincias del sur, “Las familias pudientes, como había ocurrido en Cochabamba, buscaron con tiempo un lugar seguro, en el seno de familiares, amigos y sus relaciones sociales o comerciales (…) En 1812, se estima que la elite había aumentado a más de 70 personas (jefes de familia), de los cuales 40 eran españoles europeos –30 de ellos se exilaron durante la retirada-, que se desempeñaban como comerciantes, hacendados o funcionarios de la Corona (…)”(5). Y aquellos que no partieron con el “éxodo”, se refugiaron en sus haciendas, en algunos casos para proteger sus bienes, y en otros eran abiertamente fidelistas, como la familia Marquiegui, que no solo apoyaba económicamente a los realistas sino que uno de los hijos de esta familia fue uno de los más abnegados contrarrevolucionarios, Guillermo Marquiegui.
“Éxodo Jujeño” y reconstrucción histórica
Para resaltar el heroísmo de los jujeños en el proceso de independencia, historiadores y el estado provincial se encargaron de reconstruir dicho pasado. Uno de los primeros en recrear la legendaria partida del pueblo jujeño, junto a Belgrano, fue el historiador Joaquín Carrillo, en su libro “Jujui, provincia federal argentina” de 1877, en donde utilizó un término que no se encontraba en los documentos históricos, Écsodo, y a su vez comparó la retirada hacia Tucumán con el éxodo bíblico del pueblo hebreo. Otra tergiversación a la que recurre este historiador fue la utilización del encabezamiento del “Bando de Belgrano”, éste estaba dirigido para toda la intendencia de Salta, y para resaltar el heroísmo jujeño, en su libro es eliminada la palabra “Salta”, y queda manifestado que el sacrificio solo es de Jujuy.
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Así fue tomando forma lo que hoy se conoce como el “Éxodo Jujeño”, cuando llegó a cumplirse los 100 años de esta gesta, el gobierno provincial contrata al renombrado escritor Ricardo Rojas para ordenar los documentos del archivo capitular y a la vez publicar dicha obra. Y en el año 1922 se hace una ley provincial para que el 23 de agosto sea feriado en Jujuy y en las escuelas se enseñe dicho acontecimiento. Por otra parte, también hay que decir que el “Éxodo” de 1812 no fue el único, hubo otras retiradas forzadas en los años 1814 y 1817, y éste último fue más cruento que los anteriores. “Durante los cinco meses de ocupación por las fuerzas realistas, la ciudad fue arrasada, los edificios públicos y las iglesias se utilizaron como cuarteles para la tropa, las haciendas saqueadas y cualquier pertenencia que hubiese quedado de los exilados, fue requisada.”(6) Ahora bien, ¿Por qué consideraron el “Éxodo” de 1812 como el más importante? Una de las respuestas posibles, es que al estar presente uno de los héroes de la historia argentina, el Gral. Manuel Belgrano, permite engrandecer el mito fundacional de la jujeñeidad. Y finalmente, el pueblo de la capital jujeña para el año 1957 aportó a este épico día, lo que se conoce como la marcha evocativa, todos los 22 de agosto por la noche se reconstruye aquella sacrificada partida en las márgenes del río Xivi Xivi.
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Cada fecha “patria” conmemorativa tiene un objetivo propio, siempre en el marco de fortalecer el Estado-Nación, en detrimento de los estados nacionales vecinos y la unidad social de las clases populares, en particular los trabajadores. Por supuesto, fortalece la división no solo geográfica sino que crea un chovinismo exacerbado entre pueblos hermanos. Por eso, hay que ser críticos con la reconstrucción de estos hechos históricos, que por un lado unifican a un conglomerado de habitantes, como es el caso de la provincia de Jujuy, y por otro, ayuda a exasperar el odio entre hermanos de clase, y esto queda demostrado la xenofobia que existe contra los trabajadores inmigrantes bolivianos, y como vimos más arriba, los antepasados de este pueblo hermano fueron parte del proceso de emancipación política frente al poderío colonialista español.
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Notas:
1. Conti, Viviana: El Éxodo de 1812. p. 9.
2. Ibídem, p. 37.
3. Ibídem, p. 25.
4. Ibídem, p. 28.
5. Ibídem, p. 41.
6. Ibídem, p. 57.
Otra fuente de consulta: “Éxodo jujeño. Significado y contexto histórico”. Investigación y redacción de la Unidad de Investigación de Historia Regional, de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales –UNJu-. |