Una vez más las “turbulencias cambiarias” en el gigante brasilero puso en alerta al resto de las economías llamadas “emergentes”, que rápidamente sufrieron el efecto contagio en sus “mercados” y monedas por el aumento de la volatilidad financiera.
El real brasilero atraviesa un desplome no registrado desde febrero de 2016, momento de plena recesión económica. Ayer retrocedió un 0,9 %, y se vendió a 4,07 reales por dólar, en su sexta jornada consecutiva de descensos.
En esta oportunidad la crisis del régimen político, y los resultados de los sondeos de candidatos presidenciales que podría excluir la del ex mandatario y líder de las encuestas- Luis Ignacio "Lula" Da Silva -aumentó la incertidumbre respecto a las elecciones que se celebrarán en octubre, trasladaron el impacto hacia los “mercados”.
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Estos elementos políticos internos en Brasil que se mantienen latentes luego del golpe institucional se combinan con factores externos como la creciente desconfianza de los especuladores financieros en los “mercados emergentes”. La mayor demanda de activos seguros hace que suba la demanda de dólares, y caigan las cotizaciones de las monedas locales.
En el plano bursátil, mientras el martes el principal índice de referencia, el Bovespa cerró con una baja de 1,5 por ciento, a 75.180,40 puntos, alcanzando el nivel más bajo en casi seis semanas. Ayer la Bolsa de San Pablo logró una leve recuperación principalmente impulsado por las acciones de la minera Vale (1,74 %) y de Petrobras (2,37 %), cerrando con una suba de un 0,8%, a 75.806,55 puntos.
Contagio “emergente”: el peso, la lira y el real pierden frente al dólar
El conflicto desatado días atrás entre Donald Trump y Tayyip Erdogan, presidentes de Estados Unidos y Turquía respectivamente, impulsó una fuerte corrida cambiaria que hundió a la lira turca. Distintas medidas impuestas por el Banco Central turco (inyección de U$S 6.000 millones) y un rescate de Qatar valuado en más de U$S 15.000 millones pudieron calmar por algunos días la devaluación de la lira.
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Pero aun prima la inestabilidad ya que detrás del desplome de la lira (que en el año acumulaba una devaluación de un 40 %), también subyacen contradicciones estructurales en la economía turca como un déficit por cuenta corriente superior al 7% del PIB; la deuda externa alcanzado el 53,4% y la inflación por encima del 15%.
La alta volatilidad financiera en Turquía generó un efecto contagio en el resto de los “mercados emergentes” como Brasil y Argentina, por la alta exposición a los capitales especulativos (incentivados por tasas de retorno) que rápidamente buscaron aumentar la dolarización de sus carteras.
En el caso de Brasil, el diario El País señala que existe una alta vulnerabilidad “a la crisis de Turquía dada su dependencia de la inversión exterior (60.000 millones de dólares en 2017) y que comparte muchos de esos inversores extranjeros, especialmente los bancos europeos, con el país euroasiático.”
Al respecto, Carmen Reinhart profesora en Harvard sostenía en declaraciones a Bloomberg que “la clave sobre el alcance del contagio de la crisis turca se mediría en su impacto sobre Brasil.”
En ese sentido se puede decir que al igual que en Argentina, el efecto Turquía impactó en los “mercados” paulistas, y se combinó con los factores políticos mencionados previamente, y económicos como la caída de un 1 % de la actividad en el segundo trimestre.
Brasil intenta salir de la mayor recesión económica de su historia, pero las proyecciones para 2018 elaboradas por el FMI alcanzan un moderado 1,8 % de crecimiento. Mientras la deuda pública rondaba el 84% a finales de 2017. En el mercado laboral datos recientes del ente estadístico IBGE publicados por el periódico Folha de San Pablo mostraron que el número de brasileños que desistieron de buscar un puesto de trabajo alcanzó una cifra récord de 4,83 millones de personas, siendo la tasa de desánimo el 4,4%. Esto permite mostrar una aparente y engañosa reducción de la tasa de desempleo, que disminuyó del 13,1% al 12,4% en el segundo trimestre.
En Argentina, las corridas cambiarias no parecen tener techo, el peso acumula una devaluación cercana al 60 % en 2018. El efecto Turquía sumado al fracaso del plan económico macrista, los condicionamientos del FMI que piden mayor ajuste fiscal, y el desarrollo del CuadernoGate; desataron una nueva suba. Ayer el efecto Brasil hizo lo propio y el dólar cerró a $ 30,80; mientras el riesgo país elaborado por el banco JP.Morgan subía cuatro unidades a 690 puntos básicos (2005 GMT).
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"A pesar de las medidas recurrentes tomadas por el Banco Central para contener el tipo de cambio y calmar al mercado, la divisa volvió a retomar el sendero alcista (baja del peso) con un poco de ayuda de factores externos, lo que deja en evidencia cuan sensible y pequeño es nuestro mercado", dijo la correduría Balanz Capital.
Otros países "emergentes" como Sudáfrica podrían mostrar efectos adversos por su debilidad, mientras el peso mexicano es una de las pocas divisas emergentes que ha subido este año y su bolsa ha superado en más de 900 puntos básicos al índice MSCI Emerging Markets. China continúa con un crecimiento que pierde ritmo mientras participa de una incipiente "guerra comercial o de aranceles" con Estados Unidos con un resultado incierto.
Mientras en Rusia la cotización del rublo presentó una caída del 7,8 % según datos de Bloomberg. Su mercado bursátil también tuvo un desempeño inferior al de sus pares con una caída de un 9,7 % en términos de dólares este mes, frente a una disminución del 4 %en el indicador de existencias de MSCI, señala el Financial Times (FT).
Además de la tensión creciente entre los EE. UU. Y Rusia, el país también está "particularmente expuesto a la debilidad de los activos turcos", declaraba para FT Ian Tomb, el economista de EM en Goldman Sachs.
Las crisis económicas con devaluaciones en las monedas de los “mercados emergentes” recién analizados se da por combinación de factores internos- tanto económicos como políticos-y una alta exposición a factores externos (por altos déficits de cuenta corrientes) como la apreciación del dólar que incentiva la vuelta de capitales a activos seguros, o las subas de las tasas de la FED, retroalimentan la volatilidad financiera y abarata sus monedas, devaluando los salarios de esos países.
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