La mañana de este lunes el barrio de Once amaneció con la noticia del cierre de una fábrica y comercio de ropa. Agrest comunicó a sus trabajadores la supuesta quiebra de la empresa y decidió dejar 196 personas en la calle.
En la esquina de Alsina y Avenida Jujuy, un grupo de personas protestaba frente a la puerta del lugar donde confeccionaban trajes y ropa muy elegante, que los dos locales de la marca lucían hasta el sábado en sus vidrieras. En el lugar sobre Jujuy, funcionaba la fábrica y al lado uno de los comercios.
Los trabajadores y trabajadoras hacían sastrería y ropa de dama de categoría. Los propietarios de la empresa son Andrés Lifschitz, Federico, Roberto y Gustavo Agrest, este último esposo de Diana Cohen de Agrest, filósofa que escribe en el diario La Nación.
Según manifestaron trabajadores entrevistados, en la empresa el personal está representado por tres sindicatos: SOIVA (Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines), Unión de Cortadores de la Indumentaria y SETIA (Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines).
Los dueños de Agrest pagaban salarios que rondaban los $16.000, en teoría, por jornadas de 9 horas y media de lunes a viernes. Según denunció una de las trabajadoras a este medio, nunca les pagaban lo que correspondía. "A mí me deben casi dos meses, el aguinaldo y las vacaciones y en los vales que nos daban nos pagaban lo que ellos querían, ni siquiera nos daban la plata que teníamos que cobrar. Siempre nos manosearon como quisieron. No sabías si ibas a ir con mil pesos, con dos mil pesos a tu casa los viernes. Y nunca nos aportaron a la Anses".
"Al otro local ubicado sobre calle Córdoba lo vaciaron el sábado. Hacía diez años que no cobrábamos el sueldo al día, haciendo horas extra, con repros. Venían a cortar el gas o el agua y lo arreglaban con coimas, estaba todo preparado" sostuvo Pedro Monzillo, otro trabajador de Agrest.
"Como quien dice estos señores se tiraron a la quiebra ellos mismos. Tenían un acuerdo con AFIP para no pagar aportes ni ART. Después hicieron una empresa paralela para financiarse ellos mismos. O sea, con la empresa nuestra original cobrábamos monedas mientras ellos facturaban fortuna con otra empresa que habían hecho. Era una empresa fantasma sin ningún empleado. Llegó un momento en que facturaban 20 boletas de Agrest y 100 de la otra empresa, Ideas y Diseño Siglo XXI".
"Con la otra empresa habían facturado entre 70 y 80 millones, más 8 millones que se quedaron de los aportes nuestros. En el Banco Provincia están sus cuentas. Somos 196 familias. Decían que íbamos a seguir hasta que un día decretaron una quiebra que según la jueza era con continuidad el 3 de agosto. Siguieron comerciando con un síndico que los defendía más a ellos que a nosotros. Siguieron facturando y trabajando en los locales como si no pasara nada. Ahora nos encontramos con la empresa clausurada, pero no hay ninguna faja de la jueza ni firma de ella. La única firma es la del abogado de ellos. Ellos mismos cambiaron la cerradura. Nadie se comunicó con nosotros. A esto lo vaciaron entre sábado y domingo. Lo que indigna es la impunidad que tienen porque hace años que vienen así", finalizó Monzillo.