Los jóvenes de 15 a 18 años están escribiendo su página en la historia del combativo movimiento estudiantil mexicano. La mayoría de los planteles de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se encuentran paralizados por una serie de demandas que van desde el repudio a murales que fueron borrados, hasta el ataque de grupos de choque.
A continuación diez claves para entender el conflicto de los estudiantes mexicanos.
1. A fines de julio pasado, las autoridades del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco, ubicado en el norte de la Ciudad de México, arbitrariamente borraron los murales que distintas generaciones estudiantiles habían creado, incluyendo algunos recientes sobre la desaparición forzada en 2014 de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro burgos, en el pueblo de Ayotzinapa, jóvenes que soñaban con ser maestros.
2. Esto generó un gran descontento entre los estudiantes del plantel, quienes empezaron a organizarse. Así, el 30 de julio llevaron a cabo una reunión para organizar una asamblea para el 6 de agosto pasado. Resolvieron recrear los murales, y plantearon otras denuncias, como falta de recursamiento y sabatinos, abusos e imposiciones por parte de las autoridades del plantel, obstrucción de prórrogas, la eliminación y represión de diversas actividades culturales y académicas tales como el Fandango anual y los cursos propedéuticos. Esta fue la base de su pliego petitorio.
3. "Para garantizar la viabilidad económica de las universidades públicas es necesario analizar con seriedad, y sin tabúes, la posibilidad de establecer cuotas parciales de recuperación en las universidades públicas, aplicables a las personas que sí pueden contribuir a solventar los costos del servicio educativo", declaró el 20 de agosto Gustavo de Hoyos Walther, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). La amenaza de la imposición de cuotas estaba sobre la mesa.
4. Para el 27 de agosto pasado ya se reportaron ataques de grupos de choque (conocidos como grupos porriles), que operan al servicio de las autoridades universitarias y de los partidos patronales como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Los estudiantes denunciaron también que las autoridades cerraron cursos y hay alumnos que no tienen profesores. A esta exigencia se han sumado académicos que les quitaron clases de forma ilegítima, con el pretexto de bajo presupuesto. Convocaron una asamblea para el 28 de agosto. Avanzaba el proceso de organización.
5. Estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria número 5, también de nivel medio superior, decidieron tomar su plantel en apoyo a sus compañeros del CCH Azcapotzalco, en repudio a los ataques porriles y en defensa de la educación pública. También exigieron la destitución de la directora del plantel, María Guadalupe Márquez. El 30 de agosto los estudiantes realizaron un bloqueo de su escuela, contra la represión, el hostigamiento desplegado contra el CCH Azcapotzalco y el autoritarismo de la directora.
6. En paralelo a esto, el CCH Oriente se conmovió y arde de rabia ante el feminicidio de Miranda Mendoza, una joven estudiante de 18 años del plantel, asesinada el 21 de agosto. Las autoridades de esa escuela guardaron silencio por más de una semana, para intentar invisibilizar la violencia estructural que enfrentan día con día las mujeres. Pero el hartazgo se hizo sentir.
7. Así fue que el pasado lunes 3 de septiembre, se llevó a cabo una movilización a la Rectoría. Ese día, un grupo porril que había estado en contacto con el coordinador de seguridad de la UNAM, reventó el mitin que se realizó posteriormente. Fueron 14 los estudiantes heridos, de los cuales dos están en riesgo de vida.
Históricamente, como ha denunciado el movimiento estudiantil, la rectoría y gobiernos del PRD han financiado a los grupos porriles, o premiando a sus dirigentes con plazas académicas o cargos públicos, dentro del régimen universitario, también financiando fiestas y otorgando pagos por el hostigamiento de estudiantes y activistas.
8. Una chispa encendió la pradera en el marco de la transición del repudiado gobierno de Enrique Peña Nieto al de Andrés Manuel López Obrador, quien llega al poder con más de 30 millones de votos. La indignación crece sin parar. Desde ese día 3 se multiplicaron las asambleas cada vez más numerosas, tanto en planteles de la UNAM como de otras universidades.
Trabajadores de la máxima casa de estudio expresaron el apoyo a los estudiantes que exigen ¡Fuera porros de la UNAM!, y que están en proceso de organización y de lucha en defensa de la educación pública y gratuita y contra el autoritarismo de la rectoría y los directores de las facultades y escuelas. La lucha se extiende incluso a las facultades masivas de carreras liberales como Derecho y Medicina, que también decidieron parar. Al cierre de este artículo son 37 los planteles en paro.
9. Ante el encendido repudio a la acción de los matones contra los estudiantes, el rector Enrique Graue recién este martes 4 de septiembre por la tarde emitió un comunicado en el que hipócritamente pretende deslindarse de la agresión perpetrado por grupos que operan al servicio de las autoridades universitarias. Se extiende el reclamo ¡Fuera Graue!
10. Por su parte, el presidente electo López Obrador, que asumirá el cargo el 1 de diciembre, enfrenta la primera crisis. Prometió acceso a la educación y becas para todos los jóvenes, pero está negociando con los empresarios, los mismos que exigen la imposición de cuotas en las universidades.
Una nueva generación del movimiento estudiantil reclama su lugar en la historia. En México, la lucha por el desmantelamiento de grupos porriles siempre ha estado ligada al cuestionamiento del régimen universitario, es la cara podrida de la antidemocracia en la UNAM. Los mismos que financian y protegen a los porros son los que implementan cobros y cuotas ilegales, los que precarizan las condiciones de trabajo del personal de base del sindicato, los que pagan una miseria a los académicos mientras ganan altos sueldos vitalicios como el rector, los que aplican la privatización y fomentan la elitización de la universidad por debajo del agua.
Contra esa antidemocracia que impide que estudiantes, trabajadores y académicos tomemos parte en la toma de decisiones, negándonos la voz y respondiendo con grupos porriles a nuestras demandas, es necesario masificar el movimiento y organizarnos entre los tres sectores de la comunidad universitaria.
No estamos solos: vibramos al calor de cada avance de la lucha del movimiento estudiantil en Argentina y de la resistencia de los jóvenes que enfrentan la represión del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua. Tenemos las lecciones del movimiento estudiantil de 1968 que también luchó contra el autoritarismo y que vivió la masacre de Tlatelolco, tenemos las lecciones de la histórica huelga de la UNAM de 1999, que enfrentó el intento de cobro de cuotas y la represión.
Sabemos que la antidemocracia en la universidad solo puede resolverse de fondo si el movimiento estudiantil vincula la lucha por sus demandas y en defensa de la educación pública al cuestionamiento del régimen universitario, su tribunal inquisidor y su ley orgánica represiva. Solo un gobierno tripartito, conformado por trabajadores, académicos y con mayoría estudiantil puede resolver estas demandas.
Pero al mismo tiempo es indispensable que esta lucha por educación pública y gratuita sea abrazada por todos los que son afectados por las reformas estructurales y la militarización del país, en primer lugar, por el magisterio combativo, que enfrenta la reforma educativa y la evaluación punitiva, por los estudiantes en paro indefinido de la Escuela Superior de Educación Física y todos los que a nivel nacional se organizan contra la privatización y tecnificación de la educación.
Esa es la pelea que estamos dando los jóvenes de la Agrupación juvenil Anticapitalista, las mujeres de la Agrupación Pan y Rosas y los militantes del Movimiento de los Trabajadores Socialistas.
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