Este lunes 3 de septiembre se realizó una marcha de estudiantes de bachillerato en Ciudad Universitaria, al sur de la Ciudad de México. En el acto de cierre frente a Rectoría, un grupo de choque enviado por las autoridades (conocidos con el nombre de Porros), llegó para acabar con la manifestación y agredir salvajemente a los estudiantes.
La nueva generación de jóvenes y estudiantes, trae consigo a combativas camadas de mujeres que luchan por sus derechos, contra la violencia patriarcal y del Estado
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Entre los asistentes se encontraban Naomi y Joel, estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, conocidos por sus familiares y amigos como activistas y simpatizantes de las causas sociales. La pareja no dudó en sumarse a la marcha convocada por estudiantes de Colegio de Ciencias y Humanidades de Azcapotzalco en defensa de la educación pública, pues también exigían justicia para Miranda Mendoza joven secuestrada y asesinada recientemente, estudiante del plantel Oriente.
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La valentía de Naomi salvó la vida de su compañero y en los días siguientes, su ejemplo se multiplicó por cientos de miles
En pleno ataque de los grupos de choque, Joel fue víctima de la saña y brutalidad de estas personas que lo golpearon hasta dejarlo en el piso. Su nariz fracturada, una oreja cortada, la herida de un arma blanca en su riñón, la vida de Joel estaba en peligro. Frente a semejante acto de barbarie, Naomi no dudó en enfrentar a sus agresores y proteger la vida de su compañero con lo único que tenía: su cuerpo.
Las fotos virales en redes sociales son conmovedoras: Joel tumbado en el piso semiinconsciente, Naomi abrazándolo y gritando con rabia y una compañera más, corriendo para enfrentar a los agresores. Ellas también fueron golpeadas y estuvieron expuestas a daño mayor, sin embargo, en ningún momento dudaron en apoyar a su compañero caído.
En la marcha de más de 200.000 personas podían verse chicas con el emblemático pañuelo verde, símbolo de la lucha por el aborto legal en América Latina
La Rectoría y sus grupos porriles se metieron con la generación equivocada. La valentía de Naomi salvó la vida de su compañero y en los días siguientes, su ejemplo se multiplicó por cientos de miles. El 5 de septiembre jóvenes y estudiantes, llenaron las calles de Ciudad Universitaria en la que ya es considerada la movilización estudiantil más grande desde la huelga de 1999, donde participaron alrededor de 200 mil personas.
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En la histórica marcha del miércoles podían verse entre los contingentes, chicas con el emblemático pañuelo verde, símbolo de la lucha por el aborto legal y el derecho a decidir de las mujeres en América Latina. A las demandas estudiantiles se sumó también, la rabia contra la violencia feminicida que golpea con particular saña a las más jóvenes. Los nombres de Miranda, Lesvy y todas compañeras asesinadas, desaparecidas y violentadas se hicieron presentes en el reclamo colectivo de justicia.
La nueva generación de jóvenes y estudiantes, trae consigo a combativas camadas de mujeres que vienen haciendo importantes experiencias políticas en la lucha por sus derechos, contra la violencia patriarcal y del Estado. Desde México hasta Argentina y en el resto del planeta, las mujeres hemos tomado las calles una y otra vez para gritar #NiUnaMenos, #VivasNosQueremos, #AbortoLegalYa.
Este naciente movimiento internacional de mujeres, también comienza a sacar lecciones estratégicas de sus luchas y a vislumbrar tanto a sus enemigos, como a sus aliados de clase. Un ejemplo de esto es la reciente lucha por aborto legal en Argentina: después del 8A aprendimos, que el Estado y la Iglesia harán todo lo posible para negar nuestros derechos, mantener nuestra opresión milenaria y con ello, la esclavitud doméstica y asalariada. De esta gesta también vimos, que la potencialidad de nuestra lucha es mayor si la ligamos con otros sectores y movimientos sociales.
Mujeres, estudiantes -y también trabajadores-, somos una alianza poderosa que puede dirigir la rabia de los pueblos azotados por la barbarie de nuestra época. Nos hermana la lucha por la educación pública y gratuita para conquistar el derecho a decidir sobres nuestros cuerpos, y sobre el futuro que este maldito sistema capitalista y patriarcal nos ha arrebatado. Nuestras fuerzas unidas y organizadas dan para mucho más, realmente podemos cambiarlo todo.
Hoy más que nunca hay que luchar ¡por nuestro derecho al pan y también a las rosas! |