Supuestamente tiene que estar siempre encendida y, de hecho, siempre lo está. La antorcha olímpica sale encendida de su lugar original y milenario en Atenas y llega encendida al país que oficie de anfitrión para cada uno de los eventos deportivos.
Hasta que termine la competencia en cuestión, la llama no se apaga: tradición que data de la antigua Grecia y que se mantuvo siempre, siglo tras siglo... hasta que llegó a Buenos Aires...
Resulta que la ciudad gobernada por Larreta es sede de los juegos Olìmpicos de la Juventud 2018. Seguramente ya lo sabés porque el chabón no para de hacerse autobombo por eso (porque eso si que funciona como un relojito: las publicidades amarillas de Larreta).
Despues de unos días de comenzada la competencia, en un hecho inédito en la historia, la antorcha -que funciona a gas- se apagó por unos minutos y hubo que recurrir a la llama de emergencia.
Dato de color: la cosa ocurre en las puertas de un nuevo tarifazo que enciende otras llamas: las del descontento popular. ¡Y miren si no habrá descontento que hasta el peronismo más conservador, que le vota todo a Macri, dice que está en contra!.
Sea como sea, parece que el aumento de tarifas no le garantiza servicio ni a los dioses del Olimpo. |