Recientemente acaba de publicarse un informe de salud reproductiva elaborado por Naciones Unidas titulado “El derecho a decidir” con datos de la gran mayoría de países y regiones del mundo. Las fuentes que nutren los datos de la publicación surgen de proyecciones y estimaciones de población realizadas por la División de Población de Naciones Unidas, Unfpa, Organización Mundial de la Salud, Unicef, y fueron elaborados a partir de datos extraídos de los sistemas de registros civiles de los países, encuestas a hogares y censos de población.
Entre los datos publicados se destaca el alto nivel de fecundidad de las adolescentes argentinas comprendidas entre los 15 y 19 años cuya tasa de fecundidad asciende a 65 por mil, superando el 62 por mil estimado para América Latina y el Caribe y que se encuentran por encima de muchos países de la región que hasta hace pocas décadas se encontraban en estadios más atrasados de la transición demográfica.
Este último proceso se caracteriza por el pasaje de una población con altos niveles de mortalidad y fecundidad a otro esquema donde estos niveles son bajos y cuya resultante es el descenso en el crecimiento de la población y a largo plazo el envejecimiento poblacional donde hay un mayor peso de la población adulta mayor de 65 años y más.
A diferencia del proceso de transición demográfica europea que duró aproximadamente 200 años -y se caracterizó por estar enmarcado en el desarrollo socioeconómico de esos países a la par de la industrialización, los avances en la medicina y las mejoras en las condiciones de vida de la población- en el caso de América Latina el proceso de transición demográfica tuvo otras características: comienza más tardíamente, es acelerado, desigual entre los países y se dio con independencia de la recurrentes crisis económicas e incluso en lugares donde la pobreza se mantiene e incluso aumenta.
Independientemente de los diferentes ritmos transicionales que adoptó cada país de la región, en Argentina descendió tempranamente el nivel de la fecundidad y esto está asociado entre otros factores a la incidencia que ha tenido el fenómeno immigratorio.
Junto con Uruguay son los países que empiezan más temprano la transición demográfica. Los demás países comenzaron después y a los acelerados procesos de reducción de la mortalidad vinculados al control de enfermedades infecciosas y parasitarias y mejoras en las condiciones sanitarias de la población de mediados del siglo pasado, que se expresaron en un aumento de la esperanza de vida de los países, se asocia una reducción en los niveles de fecundidad de la población que se vinculan a los cambios sociales, al aumento en la escolarización, la mayor participación de la mujer en el mercado de trabajo, los mayores niveles de urbanización y los cambios culturales que impactaron en el tamaño de las familias y que no estuvieron exentos de las políticas de los organismos internacionales que invirtieron muchos recursos en políticas de salud reproductivas en esos países. Tal es el caso de México, país que por su estratégica ubicación al sur del Río Grande, y al ser la puerta de entrada a la inmigración hacia los EEUU, concentró mayor atención y ha sido receptor de numerosos recursos destinados al control de la natalidad y a las políticas de salud reproductiva desde hace varias décadas.
Con posterioridad a la década de 1970 se extiende la transición al conjunto de América Latina. Pero no hay que perder de vista que cuando se habla de países se observan promedios nacionales que opacan las diferencias internas, diferencias en los niveles de desarrollo y de la distintas regiones y, fundamentalmente, entre las clases sociales.
Hoy el panorama ha cambiado, países que comenzaron más tarde este proceso como México, Brasil y Chile han acelerado su transición y se espera que por su acelerado nivel de envejecimiento demográfico actual y esperado para las próximas décadas hacia el año 2050 haya superado los niveles de envejecimiento de Argentina y sean solo superados por Cuba, país más envejecido de la región seguido por Uruguay.
Los datos arrojados por el informe dan cuentan de esos cambios, como se plantea las mujeres, por su potencial demográfico, son agentes del cambio y pueden transformar el futuro. Pero hoy se encuentran condicionadas por la temprana edad de entrada a la maternidad, y el lugar rezagado que tienen cuando se insertan en el mercado de trabajo, en condiciones de alta precariedad laboral, en un contexto crítico donde los gobiernos intentan avanzar sobre las condiciones de trabajo del conjunto de la población, con mayor flexibilización laboral y aumento en la edad jubilatoria y donde se deterioran los sistema de salud y educación públicas, que son sectores con alta concentración de fuerza de trabajo femenina y que a su vez operan como resortes fundamentales que ayudan a las mujeres a sobrellevar la sobrecarga de trabajo doméstico que mayoritariamente recae sobre ellas.
Los datos son preocupantes ya que esas mujeres se encuentran condicionadas y los altos niveles de fecundidad adolescente a nivel mundial sólo son superados por las tasas registradas en el continente africano. Es preocupante que a nivel mundial América Latina solo sea superada por los grupos de países africanos, muchos de los cuales mantienen prácticas aberrantes como el matrimonio infantil y la mutilación genital de niñas.
Al interior de América Latina y con los niveles más altos se encuentra Ecuador y Honduras con tasas superiores a 100 por mil, Argentina a la par de Perú con una tasa de 65 por mil, apenas por debajo de Bolivia y superando a México, Paraguay, Brasil y Chile entre otros países que tienen tasas superiores a 40 por mil. De conjunto toda América Latina contrasta notablemente con países donde la fecundidad adolescente tiene un nivel que es la mitad o menos, como EE.UU. donde la tasa es de 20 por mil y en el extremo más bajo Francia y España donde cada mil nacimientos se producen 5 y 8 de madres de 15-19 años.
Otro indicador que se presenta en el informe es el porcentaje de partos atendidos por profesionales de la salud donde el nivel de cobertura para América Latina es del 95 % superando a los estados árabes, Asia y los países del pacífico y a los grupos de países africanos. También se ha estimado la tasa de mortalidad materna de la región que representa la cantidad de defunciones de mujeres relacionadas con el embarazo por cada 100.000 nacimientos del mismo período, América Latina presenta una tasa de 68, que es duplicada por el grupo de países de Asia y el Pacífico, casi triplicada por los Estados Árabes y donde los países de África presentan niveles escalofriantes.
El valor estimado para Argentina (Gráfico 4) se estimó en 52 por cada cien mil, superior a los valores estimados para Brasil, México y Chile. Entre los países con mayor mortalidad materna de la región sobresale Bolivia con una tasa superior a 200.
En cuanto al uso de métodos anticonceptivos en la región se observa una alta cobertura que es próxima al 74% y superior respecto al resto de países agrupados por región. El nivel desciende a 69% en el uso de anticonceptivos modernos.
Se estimó para Argentina una tasa de 69% para el conjunto de todos los métodos anticonceptivos que baja a 66% si solo se considera los métodos modernos (esterilización, dispositivo intrauterino, píldoras e inyectables anticonceptivos, implantes hormonales, preservativos y métodos de barrera femeninos). Perú, Bolivia y Guatemala tienen una menor cobertura en cuanto a la utilización de anticoncepción, sobretodo en métodos modernos.
Se presenta también la necesidad insatisfecha de uso de anticonceptivos que expresa la medida en que las mujeres fecundas y sexualmente activas de 15-49 años que están en pareja no están utilizando ningún método anticonceptivo y manifiestan que quieren postergar el nacimiento de su próximo hijo, en términos de porcentaje.
Esta medida excluye a las mujeres que no están en pareja y son parte del universo expuesto a la concepción. Conceptualmente denota la brecha entre las intenciones reproductivas de las mujeres que están en pareja y su comportamiento en cuestiones de anticoncepción.
Se estima que en 2018 por lo menos un 11% de mujeres en el país que están en pareja necesitan anticonceptivos y no están utilizándolos.
Pero ¿qué pasa al interior de las provincias? En julio del 2017 el Ministerio de Salud de la nación difundió un amplio informe sobre la fecundidad adolescente en el país, con datos del año 2015. Allí se midió la fecundidad adolescente pero ampliando la ventana de observación a los 10-19 años, período más amplio que los 15-19 años considerado en el informe que acaba de publicar Naciones Unidas, lo cual explica porqué las tasas que a nivel total país arrojan un 63 por mil descienden a 32‰ si se suma a las niñas de 10-14 años.
Los contrastes entre provincias son muy altos, mientras la Ciudad de Buenos, Provincia de Buenos Aires y Córdoba se ubican por debajo del promedio nacional la mayoría de las provincias lo superan siendo alarmantes los niveles de fecundidad adolescente de Misiones y Formosa (50‰), Salta (44‰), Corrientes y Santiago del Estero (41‰) y Chaco (55‰).
¿Y qué pasa con la cobertura de salud de esas mujeres? A nivel nacional un 61% no tiene cobertura de salud, y los porcentajes superan el 80% en las provincias de Santa Fe, Salta, San Juan, Formosa y Santiago del Estero.
También hay datos alarmantes en los porcentajes de niños de bajo peso al nacer, en los que nacen a pre-término (antes de la semana 37 de gestación) dado que las niñas y jóvenes corren con mayores riesgos de tener complicaciones durante el embarazo y el parto y cuando llegan a nacer son niños con mayores riesgos de sobrevivencia y se presentan más casos de defunciones infantiles neonatales ocurridas durante los primeros días de vida. Con lo cual la problemática de las altas tasas de fecundidad adolescentes están altamente asociadas a la mortalidad infantil.
No obstante el alto nivel de subestimación de la mortalidad materna, que está condicionada por la ilegalidad del aborto legal seguro y gratuito ya que muchas veces las defunciones de esas mujeres son solapadas por el sistema de salud por el marco de ilegalidad y las arbitrariedades de las instituciones de salud que dependiendo de las provincias en cuestión muchas veces registran esas defunciones como una causa “no materna” llegando a casos extremos donde las defunciones infantiles han sido registradas como defunciones fetales con la clara intención de mentir sobre los niveles de mortalidad infantil.
Los datos de la región son alarmantes y particularmente las jóvenes trabajadoras argentinas son las mayores expuestas a morir por complicaciones en el embarazo y parto, las mismas que tienen una deficiente cobertura de salud, sin acceso a educación sexual para poder decidir, a anticonceptivos para no abortar y a aborto legal seguro y gratuito para no morir.
El patriarcado funciona como uno de los mecanismos que oprime a las mujeres negando el ejercicio autónomo del placer y el deseo. Y esto es bendecido por la Iglesia que niega los derechos sexuales de mujeres. No es lo mismo hablar de salud sexual que de derechos reproductivos y anticoncepción. Por eso la separación de la iglesia y el Estado es una tarea de primer orden.
Hoy, cuando los recortes presupuestarios son una amenaza que profundizarán aún más los padecimientos de la población e impactarán negativamente sobre la salud de las mujeres solo el frente de izquierda tiene en su programa esta consigna y ha peleado durante años en forma consecuente por el aborto legal, seguro y gratuito.