La aguja parece moverse lentamente. Según un nuevo sondeo de Datafolha, el ex capitán de ejército ganaría la segunda vuelta con un 56 % de los votos válidos frente al 44 % que obtendría Haddad, sucesor del proscripto expresidente Lula da Silva.
La última encuesta publicada por la misma empresa la semana pasada había dado 59 % contra 41 %, por lo que la diferencia cae de 18 a 12 puntos. Una brecha inmensa pero que podría estar marcando un cambio de tendencia en las intenciones del electorado.
Este resultado considera solo los votos válidos, excluyendo los nulos, blancos y los votantes indecisos y confirmaría la tendencia reflejada en la encuesta del Instituto Ibope, divulgada el martes que también redujo la distancia a 14 puntos.
Frente a estas noticias, el equipo de asesores de Bolsonaro ha decido cambiar la estrategia de campaña en los últimos días que quedan, pasando de una campaña relativamente pasiva a una de intervención activa, al punto que el propio Bolsonaro pidió a sus seguidores que “no se relajen” hasta después del domingo.
Desde que ganó la primera vuelta por amplio margen (46% contra 29% de Haddad) la recomendación había sido mantener un perfil bajo, tratando de exponerse lo menos posible. Evitar a toda costa las preguntas difíciles o señalamientos que desenmascaren su falsa imagen de “out sider” de la política y muestren su verdadero carácter neoliberal a ultranza, antiobrero y antipopular, homófobo, misógino, xenófobo y represor nostálgico de la dictadura militar (1964-1985).
Bajo esa línea, se negó de plano a asistir a los debates públicos contra su rival y eligió lo más que pudo las entrevistas, ruedas de prensa y otras exposiciones públicas. La seguridad que le otorga la amplia ventaja en la primera vuelta y las encuestas posteriores lo llevaron incluso a afirmar la semana pasada que ya tenía "una mano en la banda presidencial".
Pero en medio de presiones de los factores de poder (grandes capitalistas, medios de comunicación, sistema judicial, fuerzas armadas, etc.) que apoyan a Bolsonaro pero necesitan marcarle ciertos límites ya que de otra manera podría ser difícil de controlar en la presidencia y provocar una profundización de la ya altísima polarización social que atraviesa el país, salieron a la luz los multimillonarios aportes ilegales de empresarios a su campaña, destinados a la difusión de “fake news” (noticias falsas) contra Haddad entre decenas de millones de usuarios de WhatsApp.
Haddad y el PT, así como otros sectores del llamado arco “progresista”, se apresuraron a presentar denuncias a la justicia y difundir masivamente esa financiación ilegal, mientras que la policía federal prometió investigar.
Unos días antes, el pasado domingo, se había difundido un video donde el hijo de Bolsonaro y diputado nacional, Eduardo Bolsonaro (que es tanto o más derechista que su padre), asegura que podrían cerrar el Tribunal Supremo de Justicia en caso que esa institución tratara de impedir que su padre asuma la presidencia, lo que generó una ola de repudio surgida del propio ámbito judicial mayoritariamente sostiene el régimen golpista.
Todos estos hechos probablemente hayan influido en el moderado cambio que parece estar aconteciendo en el electorado según las nuevas encuestas. Sobre esta base, Haddad está apostando por una remontada de última hora y afirmó que estos tres últimos días serán "fundamentales".
"La población está en la calle esclareciendo quién es Bolsonaro, qué hizo, habló y piensa. Él solo habla absurdos, es una persona que no respeta a nadie. El pueblo brasileño va a hacerse respetar derrotando a Bolsonaro el domingo", dijo en una rueda de prensa en Recife, capital del estado de Pernambuco (noreste).
Por supuesto ya es muy tarde para revertir una situación que se viene gestando desde hace meses y ante la cual el PT, que dirige los principales sindicatos y organizaciones sociales, tiene miles de militantes en todo el país, gran peso parlamentario, gobernaciones y un fuerte respaldo electoral, fue completamente pasivo.
Su estrategia de hacer frente a las maniobras judiciales, a la manipulación de las elecciones por parte del estáblishment, y al ascenso de la derecha solo a través de los mecanismos del sistema político y judicial (corrompidos hasta la médula), sin apelar a la movilización y la organización obrera y popular, demostraron su absoluta impotencia. Ya es muy improbable que la victoria de Bolsonaro se pueda revertir, aunque por supuesto el achicamiento de la brecha, de profundizarse, dejaría un escenario un poco menos malo para la próxima etapa de resistencia que los trabajadores y el pueblo deberán encarar contra el ultraderechista en el poder.
Ante el cambio en las encuestas y como parte del giro en su campaña, Bolsonaro también pidió a sus aliados regionales que se concentren en la disputa presidencial y dejen en segundo plano las peleas provinciales por los ballotages a gobernador. Además, a dos días de la elección definitiva, trata de mostrar un discurso “moderado”, negando por ejemplo, que tenga la intensión de una acción militar contra Venezuela y que incluso estaría dispuesto a trabajar con la ONU para montar campos de refugiados en la zona de Roraima donde llega un gran número de inmigrantes venezolanos.
Según Datafolha, incluyendo todo el universo electoral, Bolsonaro pasó del 50 % al 48 % de los apoyos, mientras que Haddad creció del 35 % hasta el 38 %. Por otro lado, un 8 % de los encuestados afirmó que anulará o votará en blanco y otro 6 % no supo qué responder.
En cuanto al índice de rechazo, un 52 % manifestó que no votaría "de ninguna manera" por Haddad, lo que supone una caída de dos puntos con respecto a la semana pasada, mientras que un 44 % dijo lo mismo de Bolsonaro, tres puntos más en la misma comparación.
La encuesta tiene un margen de error de dos puntos y fue el resultado de 9.173 entrevistas realizadas entre miércoles y jueves en 341 municipios del país. |