“A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”, podría ocupar el segundo lugar en el ranking de cantitos del año, después de “MMLPQTP”.
Desde que Macri gobierna el país, no ha cesado el intento de avanzar sobre las condiciones de vida de las grandes mayorías. Sin embargo, Cambiemos no tuvo el camino plenamente allanado. Ha habido demostraciones de bronca popular y ganas de enfrentar el ajuste.
Si pudo avanzar en sus planes, es gracias a la dirección sindical peronista, entre otros aportantes de gobernabilidad que colaboran por acción u omisión con el ajuste cambiemita.
Este miércoles se reunió el consejo directivo de la CGT. Había expectativas por el posible anuncio de una medida de fuerza, pero la definición se postergó para una semana después. El retraso en el anuncio no modifica sustancialmente las cosas. El próximo paro está planeado para fines de noviembre, cuando el presupuesto de ajuste dictado por el FMI ya podría estar aprobado en el Senado.
Imperdonable
Sobran los motivos para poner en marcha un plan de lucha con paros y movilizaciones, que pongan en jaque los planes de ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI. Fuerzas para hacerlo hubo y hay. Sin embargo, desde que asumió Cambiemos, la actitud de la CGT consistió en una sucesión de traiciones escandalosas. Recapitulemos.
Mentira Antidespidos: La única ley favorable a trabajadoras y trabajadores bajo el gobierno de Cambiemos, aprobada en el Congreso en noviembre del 2016. La CGT amenazó con parar si el presidente la vetaba. ¿Qué sucedió? Macri vetó la ley, pero la CGT no paró. Poco después firmó con el oficialismo un acuerdo que suspendía los despidos hasta marzo. Una gran mentira. Los despidos y suspensiones continuaron.
Tarifazos: Una de las vías predilectas de Cambiemos para profundizar el ajuste, son los tarifazos. Una semana después de asumir el Gobierno ya anunciaba la “quita de subsidios” a los servicios. El ataque al bolsillo no cesó desde ese primer “sinceramiento” impulsado por el ex ministro de Energía, Juan José Aranguren. Las tarifas acumulan un incremento de más del 1000 %. Los sectores más pobres eligen entre comer o pagar las boletas de luz, gas, agua o el transporte. Incluso Macri vetó una ley que limitaba parcialmente los tarifzos. En mayo, la CGT publicó un documento contra los tarifazos y realizó una marcha simbólica y desnutrida en el centro porteño. Eso fue todo.
Robo a los jubilados: En diciembre de 2017 el Gobierno aprobó la contrarreforma previsional con el apoyo del peronismo en el Congreso. No obstante, pagó un enorme costo político. El ataque no pasó sin represión. Una gran demostración de bronca y de rechazo se desató en las inmediaciones del Congreso. Un paro nacional con movilización ese día hubiese implicado la paralización del país y que millones se manifestaran contra la reforma. La CGT llamó a un paro de medio día que no garantizó, sin ningún tipo de preparación y sin movilización. La UTA no adhirió a la medida. Otros gremios fueron anunciando que se bajaban del paro. Trabajadores y trabajadoras marcharon a defender a los jubilados por su cuenta, mientras la cúpula sindical se borró olímpicamente de la batalla.
Paritarias de miseria: La puja que abrió el 2018 fue la discusión paritaria. Los gremios más cercanos a Cambiemos, alineados con los Gordos y los Independientes en el consejo directivo de la CGT, formaron el nefasto “club del 15 %”. Ese porcentaje fue la pauta fijada por el entonces ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Ya se preveía que la inflación iba a ser por lo menos de cinco puntos por arriba de los acuerdos que los dirigentes gremiales iban firmando. A la pérdida del salario frente a la inflación del año anterior, se suma la de este año, que finalmente terminará en un monto cercano al 45 %.
Luchas aisladas: En los últimos tres años sectores de trabajadores libraron luchas duras y persistentes, que la dirección de la CGT dejó abandonadas a su suerte. Trabajadores y trabajadoras de Pepsico tomaron la fábrica ante el cierre de la patronal y enfrentaron una feroz represión. Los mineros de Río Turbio movilizaron durante meses hasta lograr la reincorporación de los despedidos. Los trabajadores de MAM también la pelearon hasta conseguir un triunfo. Desde hace meses, trabajadores y trabajadoras del Hospital Posadas luchan en defensa de sus puestos de trabajo y de la salud pública. De la misma forma, Télam en lucha enfrenta desde hace meses los despidos y la política de vaciamiento de Hernán Lombardi en la agencia estatal de noticias. El Astillero Río Santiago viene dando una fuerte pelea contra el ataque de María Eugenia Vidal. ¿Qué ha aportado la conducción de la CGT a estas y otras peleas? Nada. Les ha dado la espalda.
Contra el aborto: La marea verde que batalló por el derecho al aborto también se topó con una CGT que le dio vuelta la cara. El movimiento de mujeres hubiese contado con mucha más fuerza, si las centrales sindicales hubiesen acompañado con un paro nacional el día que la legalización del aborto se trató en el Senado. Por el contrario. El triunvirato al frente de la CGT amenazó, previo a la votación, con la negativa de las obras sociales sindicales a garantizar el derecho al aborto si se aprobaba. Además, algunos dirigentes de la CGT firmaron un documento a favor "de las dos vidas" junto con referentes del PJ. Enemiga de todas las luchas, la CGT también es enemiga de las mujeres.
Presupuesto: El miércoles 24 se aprobó el presupuesto de ajuste redactado en Washington a gusto y piacere del FMI. Otra vez, Cambiemos contó con la complicidad del peronismo dentro del recinto y en las calles. Nuevamente, sectores dispuestos a luchar enfrentaron la represión, mientras la CGT se borraba absolutamente. No llamó a un paro nacional ese día ni movilizó.
La responsabilidad corre por cuenta también del sindicalismo que dice estar en contra del ajuste, como el Frente Sindical para un Modelo Nacional (FRESIMONA). Este agrupamiento impulsado por Moyano y el kirchnerismo se ubica discursivamente como un sector diferente a la CGT, combativo y fuertemente opositor a Cambiemos. Sin embargo, estos gremios pusieron la mayor fuerza en la convocatoria a rezar a Luján y movilizaron columnas paupérrimas el día que se votó el presupuesto. Más allá de las diferencias discursivas, tanto la CGT como el FRESIMONA, coinciden en su estrategia: juegan en el armado de distintas alas del peronismo y dejan pasar los ataques mientras esperan al 2019.
El ajuste se puede derrotar
El sindicalismo clasista y combativo sostiene que el ajuste de Cambiemos, gobernadores y el FMI se puede derrotar. No está dicha la última palabra. El 14 de noviembre o el día que el presupuesto se trate en el Senado, hay que movilizar nuevamente. Pero esta vez hay que ser cientos de miles enfrentando el ataque a la educación y la salud públicas, diciendo no al pago de la deuda y a los acuerdos con el FMI. El Movimiento de Agrupaciones Clasistas, (PTS e independientes) impulsa la coordinación de todas las luchas en las calles. También, continúa exigiendo a las centrales sindicales el llamado a un paro nacional activo que se proponga voltear el presupuesto paralizando el país. A su vez, plantea la necesidad de asambleas para preparar una gran jornada de lucha que evite que se apruebe este presupuesto de ajuste y entrega. |