Especialistas advierten los riesgos de una cesación de pagos. La receta es la de siempre ajuste salvaje y más endeudamiento para garantizar el pago de la deuda a los especuladores. Cuando se termina el financiamiento nuevas catástrofes se desencadenan. ¿Cómo combatir la nueva amenaza?
¿Los dólares del FMI alcanzan para afrontar los vencimientos de deuda? El Gobierno asegura que sí, pero varios economistas advierten que Argentina transitará un nuevo default. No es una palabra nueva para los argentinos, el último recuerdo para muchos fue la crisis del 2001.
Si bien la economía no se encuentra en las mismas condiciones que en esa época, se puede observar lo que ocurrió con el “blindaje” y el “megacanje” de Fernando de la Rúa. En 2001 el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, también aseguró el "déficit cero", misma promesa que se incluyó en el Presupuesto 2019, pero es conocida la historia para muchos. Argentina terminó en una crisis con una pobreza mayor al 50 % y una desocupación que rondó el 25 %.
Los supuestos salvatajes del FMI sólo sirvieron para endeudar más al Estado. Un mecanismo de exigencias de más ajuste por parte del Fondo para generar un “ahorro” y garantizar así el pago de la deuda. Pero la sangría de dólares por la fuga de capitales y el pago de la deuda se profundizan en una economía que se va deteriorando. Hasta que los organismos de créditos y los bancos deciden que es muy “riesgoso” seguir otorgando financiamiento a una economía en rojo. Se “corta el chorro” de dólares y no importa todo lo que Argentina ya pagó, la deuda escaló y sin financiamiento ya no se puede seguir pagando. Así, se llega a una nueva cesación de pagos.
Luego el país puede renegociar, pero eso implica grandes ganancias para los especuladores, como se vio con el pago a los fondos buitres durante el macrismo o con los canjes durante el kirchnerismo donde los acreedores ganaron 300 %. Luego de una renegociación vuelve el círculo del endeudamiento. Pagar dólar por dólar como se hizo durante el kirchnerismo (en una situación económica de bonanza excepcional que no es la actual) tampoco liquidó el problema de la deuda, se pagaron U$S 200.000 millones, pero al final del mandato de Cristina la deuda ascendió a U$S 223.000 millones.
Ahora Cambiemos ya negoció un nuevo acuerdo con el organismo en menos de seis meses luego del fracaso del primer plan. Los fantasmas de un nuevo default vuelven a rondar y anticipan un desenlace que ya padeció el pueblo trabajador.
El Presupuesto 2019 ya deja al desnudo la prioridad que tiene para el Gobierno la deuda. Los pagos de intereses aumentan 10 % en términos reales (50 % en términos nominales). Treparán a casi $ 600.000 millones, que representa 4 veces lo destinado a salud y a 2,6 veces la partida de educación y cultura.
No estamos en 2001, pero se sabe cómo resuelven la crisis los gobiernos patronales. Siempre la pagan con sangre, sudor, y lágrimas los trabajadores y los sectores más vulnerables. Para evitar una nueva catástrofe la clase trabajadora y la juventud necesitan un programa propio ante el saqueo que lleva adelante el Gobierno y el FMI. Hay otra salida para enfrentar el ajuste.
El economista Miguel Boggiano publicó ayer en el diario Ámbito que “el mercado está asustado con lo que pueda suceder una vez que se acabe el dinero que prestó el FMI” y agregó que observa “tres motivos bien claros por los que Argentina se encamina al default”. Claro, que el especialista apunta al problema del “gasto desmedido” del país y la falta de “reformas de fondo” que tendría que llevar adelante el Gobierno como la “previsional, laboral e impositiva”. No se cuestiona el pago de una deuda que estrangula al país sino que su respuesta es mayor ajuste y más ataque a las condiciones laborales y de vida de los trabajadores y jubilados.
Boggiano alertó que “a tres años de la salida del default incurrido en 2001, nos encontramos a la espera del "remake" de la misma película de terror”.
Las consultoras también advirtieron sobre el nivel de deuda, y que las proyecciones de superávit fiscal primario en el Presupuesto 2019 no alcanzarían para estabilizar la relación deuda PBI.
Un informe la consultora Economía & Regiones (E&R) afirmó que la Argentina "sin cambios de fondo, está yendo derechito al default", y estimó que “solamente con un superávit primario de 3 % del PBI a lo largo de todo el período 2020-2023, se evitaría el default, ya que las necesidades financieras del próximo Gobierno caerían a U$S 11.592 millones”.
La consultora Delphos Investment señaló al diario El Cronista que "la deuda pública presenta una exposición significativa al riesgo cambiario. La proporción de la misma denominada en moneda extranjera alcanza el 83 %. Para 2019, si bien favorecido por una tasa preferencial del 4,8 % en dólares gracias al acuerdo con el FMI, el sector público vería aumentar de todas maneras su ratio de deuda (neta)/PIB en 4,8 puntos porcentuales a 57,8 %".
Desde Grupo SBS afirmaron que el Fondo calculó que el ajuste fiscal propuesto alcanzaría para que la deuda pública ingrese en una trayectoria descendente que la llevaría desde 81,2 % del PBI este año hasta 59,3 % en 2023. Sin embargo, indicaron que hay "riesgos significativos a la sostenibilidad de la deuda" como el tamaño de las necesidades financieras, el elevado porcentaje de deuda en moneda extranjera y que la propuesta fiscal del Gobierno es "ambiciosa".
El Presupuesto 2019 establece que las necesidades financieras brutas hacia 2019 son de U$S 38.900 millones, de los cuales faltaban cubrir U$S 22.600 millones. El nuevo acuerdo con el FMI, incluidos los mayores desembolsos, alcanza sólo para la mitad.
Los técnicos del Fondo consideran que "la deuda es sostenible, pero no con una probabilidad alta". Esperar y ver si los dólares son suficientes.
Un programa para la crisis
Mientras los especialistas debaten cuanto más tiene que ajustar el Gobierno para que el pago de la deuda esté garantizado, los trabajadores y los sectores populares necesitan hoy un programa para enfrentar la crisis. Medidas de emergencia para evitar el saqueo en curso.
El sector financiero es uno de los ganadores del modelo macrista con la megadevaluación y ahora con el negocio de la nueva bicicleta financiera y las elevadas tasas de interés. En agosto según datos del BCRA las ganancias de los bancos subieron 263,72 % interanual, a $ 26.143 millones.
Con las corridas cambiarias a fines de abril J.P Morgan y otro banco internacional se llevaron U$S 2.000 millones de las reservas del Banco Central.
Otra sangría de recursos es la fuga de capitales, en el acumulado a septiembre, la fuga alcanza U$S 24.795 millones.
Una banca estatal única controlada por los trabajadores le sacaría la herramienta que tiene el gran capital para fugar, protegería el ahorro nacional y a los pequeños ahorristas, como sucedió con el “corralito” durante el Gobierno de la Alianza que les confiscaron sus ahorros.
Nacionalizar la banca permitiría otorgar crédito barato para la vivienda popular o para el pequeño comerciante que está golpeado por la crisis.
Otra medida complementaria es el monopolio del comercio exterior para terminar de raíz la fuga de capitales y el fraude fiscal. El comercio exterior es controlado por menos de cien empresas cerealeras, complejos industriales, y compañías mineras y petroleras, como Cargill, Bunge, AGD, Vicentín, Dreyfus, Toepfer (Alemania), Molinos Río de La Plata y Nidera.
El monopolio del comercio exterior permitiría disponer de los dólares que provienen de las exportaciones en función de las necesidades del pueblo trabajador y no en función de las ganancias de las grandes empresas.
El temor de los economistas es la cesación de pagos. Pero ¿por qué hay que pagar la deuda? La deuda fraudulenta e ilegal se lleva los principales recursos del país y es una gran hipoteca para los trabajadores y los sectores populares. La deuda externa es un mecanismo de dominación imperialista donde los bancos internacionales y fondos de inversión hacen jugosas ganancias aumentando la injerencia geopolítica sobre los países deudores. Logran imponer planes de ajuste, reformas laborales, previsional y atacan las condiciones de vida del pueblo trabajador.
Las políticas de “déficit cero” de Cambiemos y el FMI sólo traerán mayores miserias y la deuda seguirá siendo impagable.
Lo realista es no pagar la deuda a los especuladores. El no pago permitiría liberar recursos para la vivienda, mejorar la salud y educación y aumentar los salarios.
Los planes antiobreros de Cambiemos y el FMI hay que enfrentarlos ahora, no se puede esperar al 2019. El saqueo ya comenzó. Son ellos o nosotros.