Este domingo 11 de noviembre se produjo un incendio en la refinería de Shell en Dock Sud. Tres operarios de la tercerizada Hidrocinetic resultaron heridos. Dos sufrieron quemaduras graves. Uno de ellos, Sergio Esquivel, terminó con el 80 % de su cuerpo quemado y peleó por su vida hasta este lunes. Murió en el Hospital Fitz Roy. Es la tercera muerte obrera en diez días en la misma zona de la provincia de Buenos Aires.
El 7 de noviembre, Jorge Gabriel Ibáñez sufrió un paro cardíaco y murió luego de tratar de apagar un incendio en el colectivo que manejaba. El chofer tenía 48 años y trabajaba en la línea 306 de Lomas de Zamora.
El 1 de noviembre Mauricio Segura recibió el impacto de una válvula que le provocó hundimiento de cráneo y hematomas. Trabajaba en el yacimiento Octógono Fiscal de YPF, ubicado en Plaza Huincul, Neuquén. Falleció poco después. Fue la cuarta muerte obrera en yacimientos de la provincia patagónica, en lo que va de 2018.
El 2 de agosto, las muertes de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez tras la explosión de la escuela N° 49 de Moreno, estremecieron al país. El hecho cobró amplia trascendencia y desató una crisis en la provincia de Vidal. Como evidencian los casos ocurridos en lo que va de noviembre, las muertes vinculadas directamente al ajuste económico impulsado por el Gobierno y a la desidia patronal, no cesan.
El 2017 murieron 743 trabajadores en el marco de sus tareas laborales. El dato surge de un estudio de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo y arroja un incremento del 5 % respecto de 2016. La cifra equivale a poco más de dos muertes por día o 14 por semana. Dados los niveles de informalidad (o trabajo en negro), que ronda el 40 %, la realidad que queda fuera de la estadística, es mucho más grave aún.
En 2015 hubo 798 muertes anuales. La cifra que se sostiene desde el gobierno anterior, empalma ahora con la modificación de la ley de ART (Aseguradoras de Riesgo de Trabajo), impulsada por Cambiemos para favorecer a las patronales que reclaman menos costos laborales. El intento de avanzar en este sentido, fue expresado en el contenido de la reforma laboral que Cambiemos quiso impulsar en el Congreso. Si desistió, fue por las fuertes jornadas de protesta del 14 y 18 de diciembre de 2017, contra la reforma previsional.
Un genocidio patronal y estatal silenciado, invisibilizado por los principales medios de comunicación. Avalado por el Gobierno cuyo objetivo de máxima es flexibilizar las condiciones laborales lo más que pueda. Provocado por la desidia y la ambición de empresarios, para quienes sus ganancias valen más que nuestras vidas. No importa cuántos mueran, ni cuántos se enfermen o sufran “accidentes” producto de las condiciones de trabajo. Lo que importa es incrementar los ritmos de producción al menor costo posible. Esto se traduce en el costo mayor para las familias obreras. No es exagerado: el precio del ajuste del Gobierno y la desidia patronal, es la sangre trabajadora.
Tres días de octubre
El miércoles 24 de octubre murió Brian "Mechi" Cantero. Tenía 23 años y era estudiante. Una máquina de la papelera Sein S.A. de Ranelagh, Florencio Varela, lo aplastó.
El martes 23 la docente mendocina, Miriam Azzolina salió de dar clases y sufrió un ACV. Trabajaba en una escuela de la localidad de Lavalle. Murió al día siguiente en el Hospital El Carmen. Sus compañeros y compañeras esperaron más de dos horas por una ambulancia, hasta que decidieron trasladarla en auto. Según cuentan, había pedido más días de licencia porque no se sentía bien, pero su médico le indicó solo uno.
El lunes 22, Sebastián Vaccari de 31 años, falleció electrocutado. Trabajaba tercerizado en una contratista de Telecom/Cablevisión. El sábado previo estaba sobre el techo de una casa, cuando un cable de media tensión produjo una descarga y quemó el 90 % de su cuerpo. Peleó durante dos días por su vida.
Mano de obra de segunda, en la primera línea de la precariedad
La muerte de Sebastián no es el único ejemplo de la realidad de quienes trabajan bajo la modalidad de la tercerización laboral. Tratados como trabajadores de segunda, son los más expuestos a pagar con su vida la consecuencias de esta forma de precarizar.
Carlos Leguizamón, era un empleado tercerizado de Rowing que trabajaba para Metrovías, empresa concesionaria del subte de la Ciudad de Buenos Aires. El 20 de febrero falleció en el taller Lacarra de la Línea E, aplastado por un tren de obra que se desplazó de golpe. No tenía los topes que se colocan delante de la ruedas para evitar que se mueva. Es uno de los 6 trabajadores de Metrovías que fallecieron en los últimos 7 años.
José Maidana trabajaba tercerizado para Edenor en Ituzaingó. El 23 de enero subió a un poste de luz para hacer tareas de mantenimiento. Recibió una descarga de alta tensión y murió. Tenía 28 años. La empresa contratista es Rowing, la misma que mató a Leguizamón en Lacarra. Sus compañeros denunciaron que no contaba con elementos de seguridad ni capacitación adecuada. Fue el tercer operario de Edenor muerto en 10 meses. Previamente había muerto Jorge Sánchez, “El Cordobés”. “Chacho” Horacio Saavedra, compañero de Sánchez en la cuadrilla de trabajo, es otra víctima de Rowing.
Coimeras asesinas
El 12 de septiembre tres operarios de la empresa contratista Robella Carranza, quedaron sepultados tras un derrumbe en una obra de conexión de acueducto, en Jujuy. Se trata de Ariel Martínez, Rafael Balderrama y Sergio Gastón Ponce. Los tres perdieron la vida bajo escombros. Esta empresa constructora se ha beneficiado con contratos de obra pública durante el gobierno anterior y el actual. Está sospechada de corrupción en la causa de los cuadernos.
Rubén Insaurralde era ingeniero mecánico y tenía 29 años. Trabajaba en la planta de Ternium Siderar (Grupo Techint) de Ensenada. El 10 de agosto faltaban 15 minutos para que su turno terminara. Alguien le pidió que revise un puente grúa y él accedió aunque no le correspondía. Minutos después, el arnés que debía protegerlo ante una caída, generó su muerte. El Grupo Techint es una multinacional, la empresa más importante del país. Miembro honorífica del club de la obra pública, ha hecho de la patria contratista la fuente de sus grandes ganancias y el crecimiento de su imperio. Coimera confesa, esta patronal también está implicada en el #CuadernoGate.
El verdadero precio del combustible
Al caso de Mauricio Segura hace pocos días, se suman otras en la misma provincia y el mismo rubro. Miguel Ángel Chocola Fernández murió en la madrugada del 17 de agosto. El joven petrolero de 35 años, ingresó sin vida al hospital de Añelo, con una lesión en cráneo y torso, producto de aplastamiento. Trabajaba en el yacimiento Médano de La Mora, operado por la empresa PeCom Servicios Energía. Hacía tareas de reparación con suspensión en el aire.
Su muerte fue la segunda ocurrida en Vaca Muerta en menos de un mes. Lo precedió Daniel Torres, de 26 años. En la madrugada del 9 de julio dos trabajadores tercerizados por la petrolera YPF resultaron heridos por la explosión de una pileta de acumulación de hidrocarburos. El hecho ocurrió en el yacimiento "La Ribera I", cera de Añelo. Sufrió quemaduras que comprometieron sus vías respiratorias. La peleó 15 días en terapia intensiva. El 26 de julio no pudo más.
La desidia y la desinversión en el negocio de los hidrocarburos, no son exclusivas de la Patagonia. El viernes 13 de abril a la tarde, en la localidad de Catriló, La Pampa, Andrés Valdivieso de 35 años, falleció tras la explosión de un tanque de vapor de aceite. Trabajaba en la refinería Gente de La Pampa S.A.
El 8 de enero el operario Jorge Moreau, falleció en el acto tras caer de una grúa. Tenía 51 años y trabajaba para YPF en la refinería de Luján de Cuyo, Mendoza. Sus compañeros lo definieron como un “experimentado tercerizado”. La empresa no les quiso dar el día para ir al funeral.
Morir de angustia
El 18 de octubre Ricardo Chasampi, de 39 años, murió de un infarto después de que le notificaran su despido. Contaba 19 años de trabajo en la textil Alpargatas, en Catamarca. Según relataron sus compañeros, se encontraba "angustiado" por la noticia de su despido. Difícilmente este caso sea contemplado en la estadística de 2018. Sin embargo, este y otros ejemplos, muestran otra de las vías por las que el ajuste mata.
Miguel Ángel Vizcaíno era profesor de las escuelas viales que cerró Macri. El 3 de octubre por la mañana en Trelew, tomó la decisión de quitarse la vida tras un profundo pozo depresivo.
El lunes 5 de febrero, Juan Carlos Cabrera, de 65 años, sufrió un infarto que le provocó la muerte frente a sus compañeros y compañeras. Se desempeñaba en el Departamento Jurídico del Senasa y ese día, recibió una noticia que lo preocupó: su jefe superior le envió un mail para notificarle un cambio de funciones, tras años de trabajo en su área. El hecho tuvo lugar en el marco de una ola de despidos en el organismo.
Dos trabajadores ferroviarios despedidos de Ferrobaires murieron luego de que María Eugenia Vidal decidiera dejar en la calle a 1500 personas. Los hechos se dieron en el contexto del pase de la línea ferroviaria del ámbito de la provincia a la Nación. En febrero, Eduardo “Trapito” Fernández de 62 años, sufrió un infarto tras enterarse que iba a quedarse sin trabajo.
En marzo, le tocó su turno a Armando Gallo. Días antes había sido internado con un cuadro de meningitis. Había pasado las últimas semanas sumido en una profunda depresión, según relató su familia. Antes de la internación, había publicado en Facebook un texto en el que relataba su situación: "Entré a la empresa el 15/5/98 y el resumen para la indemnización me lo toman a partir del 17/6/2006, cuando la certificación de servicio lo aclara: 15/5/98. ¿Cómo se come esto?”, se preguntaba. "Cierra los ramales y echa gente. Te hacen firmar acuerdo bajo presión porque te dicen que es esto o nada y después te cambian la torta y te mienten en la cara diciendo ’esto no, esto lo dijimos usted y yo, está equivocado, entendió mal’”.
La lista podría continuar. El ajuste del Gobierno y la ambición patronal encuentran diversas maneras de matar. Las conducciones sindicales mientras tanto, hacen la vista a un lado, cuando no son cómplices directas y se benefician con la tercerización y la precarización en todas sus formas. El lucro capitalista no puede estar por encima de la salud y las vidas obreras.
Son ellos o nosotros. |