¡Que la CUT, el PT y todas las organizaciones de masas convoquen asambleas y comités de base para preparar la resistencia a los ataques de Bolsonaro, en cada lugar de trabajo y estudio, con un plan para garantizar acciones nacionales masivas!
Unamos a toda la clase trabajadora, la juventud, al movimiento de mujeres y las organizaciones del movimiento negro y la comunidad sexodiversa para revolucionar los sindicatos y las organizaciones estudiantiles desde la base.
En este Manifiesto, que lanzamos desde el Movimiento Revolucionario de Trabajadores, ponemos a consideración de la clase trabajadora y de la juventud, en un diálogo especial con el PSOL, propuestas para unir a todos los sectores de vanguardia para impulsar la autoorganización en los lugares de trabajo y estudio. Esto permitiría revolucionar las organizaciones sindicales y estudiantiles que existen hoy, transformándolas de cáscaras vacías en poderosas herramientas de combate, superando los límites impuestos por el programa de conciliación de clases y la estrategia electoral que marcó la tradición petista. Presentamos también, para el debate de todas y todos los que salen a la lucha, lo que consideramos debe ser un programa y una estrategia necesarios para poner de pie un partido profundamente arraigado en la clase obrera que, a través de los métodos de la lucha de clases, en alianza con el conjunto del pueblo explotado y oprimido, sea capaz no sólo de resistir a los ataques del gobierno de Bolsonaro, sino también de hacer que sean los capitalistas los paguen la crisis.
Hijo del golpe institucional y de unas elecciones manipuladas: Bolsonaro quiere ser un Temer blindado
El gobierno de Bolsonaro es heredero del golpismo institucional que se ha instalado en el país en los últimos años para atacar las condiciones de vida de los trabajadores y aumentar la expoliación de Brasil por el capital extranjero, atacando derechos sociales y avanzando en la privatización de los recursos naturales y de las empresas públicas.
Su gobierno se debe entender en el marco de una prolongada decadencia del capitalismo neoliberal, que se extiende en todo el mundo desde la crisis de 2008, y que se expresa en la incapacidad para recomponer un ciclo global de crecimiento económico. Es en este escenario mundial que el capital financiero internacional echa mano de su influencia sobre el poder judicial en varios países para, detrás de un supuesto "combate a la corrupción", llevar adelante ataques que permitan aumentar la explotación de los países y pueblos oprimidos.
En Brasil, esa ofensiva imperialista se materializó en la Operación Lava Jato conducida por el juez Sérgio Moro. Una gigantesca manipulación política del poder judicial que quedó aún más en evidencia con el nombramiento de Moro para ser superministro de Bolsonaro, como "compensación" por los servicios prestados. La operación Lava Jato sentó primero las bases para el golpe parlamentario-judicial contra Dilma Rousseff. Después fue responsable del encarcelamiento de Lula basado en declaraciones de presos que eran beneficiados con la reducción de sus penas por medio de la delación premiada, sin pruebas materiales y restringiendo el derecho de su defensa. Para coronar esta operación, Lula fue proscrito y se le impidió participar de las elecciones, cuando las encuestas indicaban que era favorito para ganar en primera vuelta. De esta manera se lo privó del derecho que sí tuvieron cientos de otros políticos que pudieron presentarse como candidatos mientras tramitaban sus amparos en la justicia. Esto sin contar las numerosas manipulaciones que perjudicaron al PT y favorecieron a sus adversarios.
Se trata de una ofensiva de varios años, llevada adelante por las instituciones del poder judicial (jueces de Curitiba, fiscales, Policía Federal, jueces del Supremo Tribunal Federal, Electoral y de Cuentas), con el apoyo de Estados Unidos, públicamente declarado con Donald Trump en la presidencia.
La estrategia diseñada desde Washington recomendaba -con el recurso de escuchas ilegales, prisiones preventivas, delaciones premiadas y filtraciones a la prensa- pasar por encima de derechos democráticos elementales, con el pretexto de la supuesta "lucha contra la corrupción". Se investigó en particular a las empresas brasileñas que emergieron como competidoras internacionales con la ayuda de los bancos públicos (BNDES, Caixa Federal), las obras públicas (construcción de estadios para la Copa del Mundo y las Olimpiadas, grandes hidroeléctricas, etc.), y la prestación de servicios al gran conglomerado de explotación y refinación de petróleo, enormemente valorado por el descubrimiento del Pre-Sal. Es una investigación unilateral que atacó particularmente al PT, por su relación con esas empresas y los sindicatos, preservando de forma descarada a las empresas imperialistas que hacían los mismos negocios, así como a líderes políticos de los partidos que apoyaron el avance del golpismo institucional.
Este creciente autoritarismo del poder judicial, en asociación con los grandes medios de comunicación de masas para presionar al parlamento y a la opinión pública, pasó a contar con el apoyo cada vez mayor del Alto Mando Militar. En el inicio del gobierno golpista de Temer, en mayo de 2016, el nuevo presidente recreó el GSI (Gabinete de Seguridad Institucional) y devolvió al órgano el control sobre la Abin (Agencia Brasileña de Inteligencia), antes a cargo de un civil, pero que desde entonces pasó a ser controlada por el general Sérgio Etchegoyen.
Con Temer, diversos generales de la reserva pasaron a ocupar cargos que hasta entonces fueron de civiles. El Ejército fue llamado, de forma inédita desde que se asentó el neoliberalismo en Brasil, con la represión a la huelga de los petroleros de 1995, a reprimir la manifestación contra la reforma de la previsión que ocupó la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia en 2017. En octubre de 2016, Temer sancionó la ley que transfiere a la Justicia Militar el juicio de crímenes cometidos por militares durante operaciones callejeras. En febrero de 2018, Temer nombró al general Braga Netto como interventor en la seguridad pública de Río de Janeiro, como no ocurría desde la Constitución de 1988. Un mes después fue asesinada Marielle Franco, concejala del PSOL, caso que aún está impune. Para coronar ese proceso de “ocupación” por parte de militares de espacios que tradicionalmente fueron ocupados por civiles, el general de Ejército Joaquim Silva e Luna fue nombrado por Temer para el cargo de Ministro de Defensa, que pasó a ser dirigido por un militar por primera vez desde que fue creada la cartera en 1999.
Paralelamente, frente a momentos políticos decisivos en los que tuvieron que actuar el Supremo Tribunal Federal (STF) y el Tribunal Superior Electoral (TSE), los militares salieron públicamente a respaldar sus decisiones antidemocráticas. Primero en el rechazo del STF para conceder el pedido de habeas corpus a Lula; después en el rechazo del TSE y del STF a la petición de que el ex presidente siguiera con su candidatura presidencial mientras tramitaban sus procesos en la justicia. En ambas oportunidades los militares se expresaron por medio del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el General del Ejército Eduardo Villas Bôas. Este apoyo tuvo como contrapartida la nominación, bajo indicación de Villas Bôas, del general de reserva recién exonerado, Fernando Azevedo, como asesor especial del nuevo presidente de la Corte Suprema, Días Toffoli. Para que no queden dudas sobre la afinidad que existe, el propio Toffoli había sugerido días antes no hablar de la caída de João Goulart en 1964 como un “golpe”, sino como un “movimiento” hecho por los militares. Azevedo, fue finalmente elegido para ocupar el ministerio de Defensa.
Bolsonaro representaba a una pequeña minoría de extrema derecha, con tendencias proto-fascistizantes, dentro del amplio bloque político que apoyó el golpe institucional. Un ex capitán marginado dentro de las Fuerzas Armadas, que siempre fue considerado un aventurero en los núcleos centrales del Alto Mando. Se transformó en el principal representante político del "antipetismo" gracias a la decadencia de los principales partidos tradicionales de derecha. La demagogia de Bolsonaro contra la corrupción (como si fuera un "outsider" y no parte de la política tradicional durante décadas) y por la seguridad pública (con su promesa de impunidad a la "mano dura" de los policías y la reforma en el estatuto de armamento para facilitar la tenencia de armas) permitió que él emergiera dialogando con esas dos grandes "heridas sociales", capitalizando el espacio político de la derecha tradicional.
Bolsonaro asume la presidencia en el contexto de un sistema político en el que los mecanismos de la democracia burguesa "normal" están cada vez más subordinados. Es en ese marco que los "factores de poder" golpistas (judiciales, grandes medios de comunicación, militares) pasaron a moderar / condicionar las tendencias más proto-fascistizantes de Bolsonaro, para contenerlas en el marco de la violencia institucional bien dosificada, de acuerdo con los objetivos estratégicos del golpismo. Pero lo hacen como "padres" que cuidan a un "hijo" desequilibrado: dejando pasar sus "excesos" sin mayores consecuencias, reservándose el derecho de usarlos para disciplinarlo cuando sea necesario.
Un nuevo salto en el autoritarismo judicial, apoyado por los militares, para avanzar en las reformas, los ataques y en la subordinación al capital imperialista
Las primeras declaraciones del presidente electo indican que Bolsonaro buscará radicalizar el autoritarismo judicial apoyado por los militares, aparentemente en base a tres pilares fundamentales:
1) La creación de un super-ministerio encabezado por Sérgio Moro, que tiene como objetivo llevar los métodos de la Lava Jato al ámbito del gobierno federal.
2) Una mayor participación de los militares en las funciones civiles del Estado. Además de mantener las posiciones que ya habían sido conquistadas en el gobierno de Temer. Con la entrada del General de la reserva Augusto Heleno al Gabinete de Seguridad Institucional (junto al general Azevedo e Silva en Defensa), habrá una ampliación de la presencia de militares en cargos tradicionalmente ocupados por civiles. El llamado "grupo de Brasilia", compuesto en su mayoría por militares de la reserva, todos liderados por los generales Augusto Heleno y Oswaldo Ferreira, va a tener un gran peso en el equipo de transición.
3) Un doble discurso que combina el respeto institucional a la constitución y a lo "políticamente correcto", con el estímulo permanente de las tendencias proto-fascistizantes contenidas en el núcleo originario del movimiento bolsonarista. Estímulo que sirve para disputar base social para sus medidas más reaccionarias en las redes sociales, poner a la oposición a la defensiva; y eventualmente, en caso de radicalizarse la lucha de clases, movilizar sectores de masas en manifestaciones de apoyo o "tropas de choque" paraestatales contra organizaciones del movimiento obrero y de la izquierda.
Bolsonaro sugiere que va a establecer una combinación, aún indefinida, entre esos tres pilares de sustentación para avanzar en el principal objetivo del golpe institucional, aplicar un programa ultraneoliberal de reformas recesivas antipopulares, reducción salarial, desempleo, eliminación de derechos, recortes presupuestarios, privatización de recursos y empresas públicas y concesión de todo tipo de ventajas cambiarias y fiscales al capital financiero internacional.
Dándole superpoderes a Sérgio Moro y su Lava Jato, Bolsonaro pretende obligar a la mafia de corruptos que componen el "Gran Centro" parlamentario (los partidos de centro y de los caudillos estaduales) a que se subordinen a sus designios, sin tener que recurrir de forma demasiado explícita al fisiologismo (otorgar cargos en el ejecutivo a cambio de base social en el Congreso), transformando el "presidencialismo de coalición” en una especie de "presidencialismo de coerción".
Con el proyecto "Escuela sin partido", el nuevo presidente pretende debilitar la resistencia de profesores y estudiantes a los ataques a la educación y alimentar el conservadurismo social. El ex capitán pretende utilizar los mismos métodos que el Lava Jato utilizó contra Lula, Dilma y el PT para disciplinar a los sindicatos, movimientos sociales y organizaciones políticas que quieran resistir a los objetivos del golpismo institucional.
Junto al salto de penetración del capital extranjero, que se anuncia como el programa del futuro ministro de Economía Paulo Guedes, vemos una escalada de subordinación al imperialismo norteamericano, que se expresa especialmente en el anuncio del nuevo gobierno de que podría trasladar la Embajada de Brasil a Jerusalén, en un claro gesto de apoyo a la política del Estado Sionista de Israel que viene masacrando al pueblo palestino.
Las contradicciones del nuevo gobierno
Estas son las intenciones que se vislumbran, por ahora, en las primeras acciones del presidente electo. Pero es temprano para pensar que tendrá éxito fácilmente, al contrario: para consolidarse, tendría que superar importantes contradicciones.
La principal es la economía mundial, cuya crisis no promete permitir que todos los servicios prestados a Trump van a ser reembolsados satisfactoriamente, obligando al nuevo gobierno a navegar aguas turbulentas, sin mejorar las condiciones de vida de la población o empeorándolas aún más por la política recesiva de Guedes; y sin abundantes oportunidades de negocios. De ahí se desprenden conflictos que ya se expresan con sectores industriales mercadointernistas, socios comerciales de China y sectores militares preocupados con la destrucción de lo que queda de “soberanía nacional”.
Los métodos de la operación judicial Lava Jato transformados en una herramienta al servicio de dar gobernabilidad a nuevas formas de corrupción, tarde o temprano abrirán fisuras en la propia base de sus promotores, policías federales y jueces que se creían “mesías” de una “limpieza” más profunda. En ese marco, las décadas de “presidencialismo de coalición” que implican las fuerzas del “viejo régimen”, profundamente enraizadas, a pesar de estar debilitadas, no se van a entregar sin generar mayores crisis.
Por otro lado, cuanto más rápido sea el ritmo de las medidas antipopulares de Bolsonaro, más aceleradamente sectores de trabajadores y pobres que votaron por él, por su demagogia electoral, se van a decepcionar. Los que quisieron engañarse consumiendo “fake news” van a ver que Bolsonaro hablaba en serio cuando decía que los trabajadores tendrán que elegir entre entregar sus derechos o quedarse sin trabajo.
Por último, y al mismo tiempo, Bolsonaro tendrá que enfrentar la oposición de los 47 millones de electores que, a pesar de todas las manipulaciones del proceso electoral, lo rechazaron el 28 de octubre. No solo ellos, sino decenas de millones que, a la vez que votaron a Bolsonaro, se declararon contrarios a las reformas de las que él evitó hablar durante la campaña electoral, empezando por la reforma previsional, cuya “primera etapa” Bolsonaro se la quiere encomendar a Temer, que termina su mandato con el 3% de popularidad.
La falacia de la “resistencia democrática” parlamentaria-electoral del PT rumbo al 2022
El MRT tiene el orgullo de haber puesto desde el primer momento la militancia en los lugares de trabajo y estudio, así como las candidaturas (por afiliación democrática en el PSOL), al servicio de denunciar las maniobras antidemocráticas de esta casta de jueces millonarios a los que nadie eligió. Defendimos en forma intransigente el derecho de Lula a ser candidato y acompañamos con nuestro voto crítico en el segundo turno a los trabajadores y jóvenes que votaron a Haddad. Lo hicimos buscando conducir el rechazo al golpismo y a Bolsonaro al único terreno en el que sería posible realmente triunfar: la lucha de clases, para que la crisis la paguen los capitalistas. En esta batalla, cumplió un papel fundamental Esquerda Diario, un diario virtual militante al servicio de influir cotidianamente sobre amplios sectores de masas de los trabajadores y la juventud, que en el mes de las elecciones alcanzó casi 7 millones de visitas. Para seguir esta lucha, llamamos a todos los sectores más conscientes de los trabajadores y la juventud a sacar las conclusiones necesarias del programa y de la estrategia del PT para que podamos enfrentar seriamente al gobierno de Bolsonaro.
El PT alimentó y sigue alimentando enormes ilusiones en el poder judicial golpista, reafirmó públicamente su confianza en estas instituciones, incluso en los momentos en los que se daban medidas más autoritarias para manipular las elecciones –como la prisión arbitraria de Lula y la proscripción de su candidatura- siguió durante la campaña electoral declarando esa confianza, e incluso afirmando el reconocimiento de que Moro y la operación Lava Jato habrían prestado un servicio benéfico al país, y así legitimó un proceso electoral descaradamente manipulado. De este modo, reforzó su programa de administración del capitalismo neoliberal en decadencia. Consecuente con este programa, reafirma su estrategia de contención de la lucha de clases para canalizar la rabia obrera y popular al terreno parlamentario electoral, aunque las formas “democráticas” del Estado capitalista estén subordinadas por una escalada del autoritarismo del poder judicial apoyado por los militares.
Los petistas son los que más pintan al gobierno de Bolsonaro como “fascista” para, con una denuncia aparentemente “radical”, esconder el verdadero carácter de su política: la llamada “resistencia democrática” de cerca de 100 diputados que integrarían el bloque parlamentario liderado por el PT, en un parlamento de 513, donde lo que prima, más allá de los bolsonaristas de la primera hora, la biblia, la bala y los bueyes, son golpistas y neoliberales de todo tipo, además de “fisiologistas” del “gran centro” dispuestos a todo por un cargo, una coima o mayor presupuesto. ¿Por qué la fuerza para encabezar la “resistencia” estaría en una pequeña minoría de un quinto de los diputados dentro de un parlamento predominantemente reaccionario, y no en la movilización, desde los sindicatos y movimientos sociales dirigidos por el PT con una base de decenas de millones, de los 47 millones de electores que rechazaron a Bolsonaro en las urnas -¡46% de los electores!- que si no fuese por las manipulaciones golpista, lo más probable es que serían bastante más?
Para decepción de los petistas que elogiaban a Ciro Gomes como un aliado preferencial, el caudillo burgués del estado nordestino de Ceará, después de haber dado una ayuda nada despreciable al triunfo de Bolsonaro con su viaje a Europa y su negativa a apoyar la candidatura de Haddad, utiliza el prestigio de “progresista” que le fue prestado por el PT para formar en el Congreso un nuevo “centro político”, con el PSB de Joaquim Barbosa, el PSDB del expresidente Cardoso y del gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, el DEM del actual presidente de Diputados, Rodrigo Maia, el PP de Paulo Maluf, además del PSD de Kassab. Una unión cuyo programa no puede ser otro que el golpista y neoliberal. ¿Es con parte de estos sectores que el PT quiere “liderar” una “resistencia democrática” en el parlamento?
Al priorizar la “resistencia” parlamentaria en vez de movilizar a decenas o cientos de miles en las calles, organizados en los lugares de trabajo y estudio, el PT deja en claro su verdadera política, ya anunciada por Haddad el día de la derrota, y reforzada luego por la carta de Lula: esperar el desgaste de Bolsonaro y preparar una amplia alianza que pueda sustituirlo en las próximas elecciones. Esperar cuatro años para una nueva elección es la verdadera “resistencia democrática” propuesta por el PT.
Como no podría ser de otra manera, para “liderar” a golpistas y neoliberales “amigos de sus amigos” el programa de la llamada “resistencia democrática” no puede denunciar en forma consecuente al golpismo del poder judicial apoyado por los militares, ni mucho menos defender la elección por voto directo de los jueces para terminar con esta dictadura de los magistrados que no fueron elegidos por nadie y constituyen una casta millonaria al servicio de los grandes capitalistas. Tampoco pueden levantar como bandera central la caída de todas las privatizaciones y reformas económicas neoliberales y entreguistas de Michel Temer y Paulo Guedes.
No lo hacen porque utilizar la fuerza parlamentaria para desarrollar la movilización extraparlamentaria no solo nunca fue la estrategia del PT, sino que hoy se opondría por el vértice a su disputa por el “liderazgo” de una amplia coalición electoral para las próximas elecciones. Por eso, el programa que defienden para la “resistencia democrática” busca aislar aspectos parciales de las demandas democráticas contra los ataques más autoritarios, así como aspectos parciales de las demandas económicas contra las reformas y privatizaciones más antipopulares y entreguistas. Una separación entre la lucha democrática y la lucha económica que es funcional a la separación entre la lucha parlamentaria y la lucha extraparlamentaria. Por detrás de los gritos de “fascismo” se esconde la negativa de construir una resistencia seria y la resignación a la disputa por quién va a administrar el país que quede después de Bolsonaro, en los marcos de la infame “miseria de lo posible”.
La impotencia de la tradicional “división de tareas” entre el PT y los sindicatos de la CUT ante el golpismo
La CUT, que bajo la dirección del PT controla la mayoría de los principales sindicatos del país, se ubica como parte de la llamada “resistencia democrática”, junto con los sindicatos dirigidos por el PCdoB, aglutinados alrededor de la CTB. Sin embargo, su “resistencia” tiene contornos un poco distintos a los de sus pares parlamentarios. En los sindicatos, los petistas no tienen problemas en gritar bien fuerte contra las reformas neoliberales, ya que ahí no tienen que preocuparse por desagradar a aliados “democráticos” como en el parlamento.
Sin embargo, esos discursos “rojos” no están al servicio de organizar a los trabajadores desde las bases, ni mucho menos de planes serios de movilización que unifiquen a los sectores más dispuestos de la vanguardia con los sectores más pasivos de las masas. Al contrario, las palabras inflamadas de radicalidad están al servicio de encubrir “jornadas de lucha” completamente impotentes. Esa fue la tragedia que marcó las acciones de la CUT y sus sindicatos contra el golpe institucional: movilizaciones de algunos miles o, cuando mucho, decenas de miles, cuando solo la CUT, en sus 3.438 organizaciones afiliadas, cuenta con un total de 7,5 millones de socios y una base de 22 millones de trabajadores. Un punto de partida no despreciable para dialogar con los 41 millones de trabajadores restantes, o los 25 millones de empleados y subempleados.
Pero en la tradición petista, a los millones de trabajadores de las bases de los sindicatos cabe, cuando mucho, movilizarse de forma rutinaria y separada, respetando las sacrosantas fechas de negociación salarial que obligan a cada sector a “luchar” en meses distintos sólo por demandas económicas corporativas. Las “jornadas de lucha” por cuestiones políticas, son convocadas burocráticamente sin asambleas ni organizaciones de base, dispersas en varias acciones pequeñas, desprovistas de cualquier plan serio para construir las condiciones de paros masivos y coordinados. Un manual hecho a medida para que después los burócratas puedan decir que “los trabajadores no quieren luchar”. Así, al mismo tiempo que fingen ser “luchadores”, desmoralizan a las bases con la impotencia de las acciones que construyen para que no quede otro camino que no sea votar al “mal menor”.
Fue lo que vimos en los dos paros nacionales que frenaron la reforma previsional de Temer en el primer semestre de 2017, donde, a pesar de toda la política de contención de las burocracias sindicales, los trabajadores se expresaron de forma contundente. Esta fuerza luego fue desviada, dejando pasar la reforma laboral y demás ataques del gobierno, dejando el camino abierto al avance del golpismo institucional.
De esta forma, hacen una “división de tareas” en la que los parlamentarios buscan las alianzas con la oposición golpista y neoliberal, mientras los dirigentes sindicales garantizan la contención y el desvío de la bronca de los trabajadores al terreno electoral. Una reproducción de la impotencia que, además, deja a las bases de los importantes sindicatos de Força Sindical y demás centrales sindicales libradas a su propia suerte. De esta forma viene siendo garantizada derrota tras derrota, entregando posiciones sin una lucha seria, o dicho de otra forma, con una falsa lucha travestida de “resistencia democrática”.
La CUT, la CTB, el PT, el PCdoB, el PSOL, así como los sindicatos y organizaciones estudiantiles, tienen que organizar asambleas y comités de base para preparar una resistencia seria contra las reformas, las privatizaciones y los ataques autoritarios del golpismo judicial apoyado por los militares. Es necesario movilizar a los 47 millones que votaron contra Bolsonaro, encabezados por los millones de trabajadores de los sindicatos dirigidos por los partidos que conquistaron esos votos. Es posible poner a millones de personas en las calles junto con grandes paros nacionales. Falta una izquierda que luche seriamente por eso.
El papel del PSOL y del Frente Pueblo Sin Miedo
Agradecemos al PSOL la concesión de su legalidad electoral para que el MRT tuviera candidaturas parlamentarias defendiendo nuestras ideas con total libertad de crítica. En una primera instancia, apoyamos críticamente la candidatura presidencial de Guilherme Boulos, y ahora llamamos a los compañeros y compañeras del PSOL y sus simpatizantes a debatir un programa y una estrategia para enfrentar los ataques del gobierno de Bolsonaro.
Los dos paros nacionales que frenaron la reforma de pensiones del gobierno de Temer fueron una enorme demostración de que, a pesar de la política del PT, existen reservas en los trabajadores para luchar. Las movilizaciones de la juventud en los últimos años y el movimiento de mujeres, así como las acciones del MTST, mostraron una fuerza de vanguardia que, canalizada con una política justa, tiene el poder de organizar las movilizaciones desde las bases y revolucionar las centrales sindicales y federaciones estudiantiles, transformándolas de organizaciones meramente burocráticas, como lo son hoy, en verdaderas herramientas de lucha. El proceso incipiente de movilización contra Bolsonaro que vimos en varias universidades del país en las últimas semanas, donde las actividades organizadas por el PSOL tuvieron un papel destacado, mostraron una enorme potencialidad para que la juventud cumpla un papel de vanguardia en las batallas de resistencia que están por venir, poniendo a la orden del día la posibilidad de que emerja un nuevo movimiento estudiantil de la mano del movimiento de mujeres que dejó su marca con las manifestaciones de #EleNão.
Los diez parlamentarios conquistados por el PSOL en las últimas elecciones, una importante ampliación de su bancada, así como la proyección nacional de Boulos como candidato presidencial, deberían estar al servicio de exigir que el PT, la CUT y sus sindicatos impulsen un plan de lucha serio construido desde las bases, para unir a los trabajadores, la juventud y los movimientos sociales en un gran proceso de movilización de masas que sea capaz de derrotar los ataques de Bolsonaro y del golpismo institucional, unificando la lucha contra el plan económico de reformas de ajuste de Paulo Guedes con la lucha contra la escalada del autoritarismo del golpismo institucional.
Con discursos que se ubican a la izquierda del PT y con la base social del Movimiento de Trabajadores Sin Techo y su poder de convocatoria en la juventud (por ser algo nuevo en relación a la corrupción de los gobiernos petistas y los ajustes del último mandato de Dilma), Boulos le suma al llamado “Frente del Pueblo sin Miedo” (coalición de sindicatos y movimientos sociales del espectro petista y psolistas) una cara más de izquierda y cierta capacidad de movilización en sectores de vanguardia.
Sin embargo, en la medida que la influencia de Boulos y de la bancada parlamentaria del PSOL no estén al servicio de desenmascarar el papel de la burocracia política y sindical del PT y estimular la fusión entre la lucha política y sindical, la autoorganización desde las bases y los planes consecuentes para que las movilizaciones sean cada vez más masivas, el PSOL termina lamentablemente constituyéndose como una cobertura por izquierda para la "resistencia democrática" parlamentaria-electoral del PT. Llamamos a los compañeros y compañeras del PSOL a rever esa política, para que las acciones organizadas por el Frente Pueblo Sin Miedo no terminen contribuyendo a la dispersión de la disposición de lucha de los sectores de vanguardia, al sentimiento de impotencia y a la desmoralización de los métodos de acción directa que tanto le costaron al PT, su programa de conciliación de clases y su estrategia de canalización de la bronca hacia el "mal menor" en el terreno electoral.
El MRT ha hecho innumerables debates con el PSOL, criticando su programa de reformas del capitalismo y su estrategia de convivencia pacífica con las burocracias petistas en los sindicatos y organizaciones estudiantiles. Esta política de cerrar los ojos ante el papel de contención del PT en la lucha de clases impide la construcción de corrientes de trabajadores y estudiantes antiburocráticos, clasistas y combativos que sean una verdadera alternativa de dirección para combatir el avance del golpismo y de la extrema derecha con los métodos de la lucha de clases. Desde el inicio de 2018 hemos alertado que el apoyo del PSOL al programa/compromiso de coalición parlamentaria que el PT y el PCdoB firmaron con el PDT y el PSB ata los sectores de vanguardia a una política de conciliación de clases y una estrategia que sólo puede llevar a nuevas derrotas. Frente a los enormes desafíos que se abren con el gobierno de Bolsonaro, llamamos una vez más al PSOL a revisar su política.
Por otro lado, el PSTU influencia a un sector todavía minoritario de sindicatos reunidos en la Central Sindical Popular Conlutas (CSP-Conlutas), pero a pesar de ello, al no haberse opuesto a cada uno de los avances del autoritarismo judicial, negándose a rechazar el golpe parlamentario y judicial contra Dilma, la prisión y el secuestro de Lula en la cárcel, así como su proscripción electoral, apoyando en la práctica al golpismo como si se lo pudiese usar para combatir al PT, hoy se encuentra enormemente debilitado para ligarse a los sectores de masas y de vanguardia que quieren combatir a la extrema derecha en el gobierno e identifican claramente al golpismo institucional como el responsable de su ascenso, más aun ante el nombramiento del juez Sérgio Moro como súper ministro de Bolsonaro. Llamamos al PSTU a revisar su apoyo al avance del bonapartismo judicial. No es posible encarar con seriedad los enormes desafíos que tenemos por delante sin cambiar ese error histórico.
Unamos a la clase trabajadora, la juventud, el movimiento de mujeres y las organizaciones del movimiento negro y de la comunidad sexodiversa para revolucionar los sindicatos y las organizaciones estudiantiles
Los ataques de Bolsonaro a las mujeres, a los negros, a la comunidad sexodiversa y a la juventud son parte inseparable de la crisis económica mundial que arrastra el capitalismo neoliberal a una decadencia histórica. Si en momentos de ascenso la democracia neoliberal toleró la concesión de algunos derechos democráticos a las mujeres, a los negros, a la comunidad sexodiversa y a la juventud - como parte de una política consciente de cooptación estatal y de separación entre las demandas democráticas y los métodos de la lucha de clases del proletariado - ahora, en la presente etapa de la crisis histórica del capitalismo, este mismo neoliberalismo ataca los derechos democráticos y civiles a través de representantes elegidos para gestionar su decadencia, como Trump y Bolsonaro. Se trata de una actualización de la comprensión histórica de que el capitalismo en decadencia es reacción a toda la línea.
Es en este contexto que debemos encarar la enorme potencialidad de la unidad orgánica entre el movimiento de mujeres, el movimiento negro, el movimiento obrero (cuya mayoría son mujeres y negros), la juventud y las minorías oprimidas como la diversidad sexual y los pueblos originarios para revolucionar los sindicatos y organizaciones estudiantiles, transformándolos en verdaderas herramientas de lucha. En los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad podemos encontrar esa energía revolucionaria para echar a las burocracias sindicales y políticas de sus cómodos sillones, y también para unificar a la clase trabajadora y el pueblo oprimido con millones en las calles, en huelgas y ocupaciones.
Esta es la lucha en la que estamos junto a la juventud Faísca, al Movimiento Nossa Classe, a la agrupación feminista socialista Pão e Rosas y la agrupación Quilombo Vermelho, en las que los militantes del MRT militan junto a independientes en el movimiento estudiantil, en el movimiento obrero, en el movimiento de mujeres y sexodiverso, así como en el movimiento negro.
A continuación ponemos a consideración de la vanguardia lo que consideramos un programa que unifica la lucha democrática contra los ataques autoritarios del golpismo judicial, ahora encabezado por Bolsonaro, con la lucha contra los ataques económicos y sociales del nuevo gobierno, así como aquellos ataques que se acumularon en el gobierno anterior. Son consignas para que las organizaciones de masas que se pongan en movimiento contra los ataques en curso puedan golpear con un solo puño, generando un poderoso movimiento de masas que unifique el movimiento obrero, el movimiento estudiantil y los movimientos sociales. Es una propuesta que la sometemos al debate, ya que creemos que si surge un polo de trabajadores y estudiantes, organizaciones y activistas que coordine en todo el país la exigencia a las direcciones sindicales y políticas del PT (CUT) y PCdoB (CTB) para que adopten un programa y un plan de acción consecuentes con la gravedad de la situación, estaremos más próximos a construir un proceso de movilización de masas para enfrentar los conflictos que vendrán.
¡Abajo la Reforma Previsional!
¡Anulación de la Reforma Laboral!
¡No a la privatización de los recursos naturales!
¡Abajo la Ley Antiterrorista!
¡Abajo las maniobras legales para habilitar el gatillo fácil y otras figuras con el objetivo de legalizar la “libertad de matar”!
¡Abajo el proyecto de ley “Escuela sin Partido”!
¡Abajo la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) del techo presupuestario! ¡No a los cortes en salud y educación!
¡Abajo la ley que generaliza las tercerizaciones! ¡Por la incorporación de los tercerizados en las empresas para las que trabajen con salarios y derechos iguales a los efectivos, sin necesidad de concursar o de pasar por proceso de selección!
¡Planes de obras públicas para terminar con el desempleo! ¡Financiado con el no pago de la deuda!
¡Basta de despidos! ¡Ocupar y poner a producir bajo el control de los trabajadores cualquier empresa que cierre o despida en masa!
¡No al aumento de los precios de los servicios públicos! ¡No al alto costo de vida! ¡Por el reajuste automático de los salarios, según el aumento del costo de vida!
¡Fuera la casta autoritaria de jueces y sus superpoderes! ¡Que todo juez sea elegido por voto universal!
¡Libertad inmediata a Lula!
¡Fin de la intervención federal en Rio de Janeiro! ¡No a la escalada de intervenciones militares para represión!
¡Basta de racismo encubierto de democracia racial! ¡Ningún retroceso en la política de cupos! ¡Igualdad salarial entre negros y blancos!
¡Basta de violencia contra la mujer! ¡Derecho al aborto legal, seguro y gratuito!
¡Separación de la Iglesia del Estado!
¡Basta de agresión contra la comunidad sexodiversa!
¡Brasil no puede avalar la política asesina de Trump y del Estado de Israel contra los palestinos! ¡Por el derecho de los palestinos a recuperar todo su territorio, donde hoy lo ocupa el Estado racista de Israel!
Solo será posible luchar seriamente por estas demandas si ellas son tomadas como propias por las organizaciones de la clase trabajadora, articulando coordinaciones de los sectores de vanguardia con una política sistemática para vincularse con sectores cada vez más amplios de masas. Por eso, hacemos un llamado a las direcciones de las centrales sindicales y de los movimientos sociales, en primer lugar la CUT y la CTB, para construir un Encuentro Nacional de Delegados de Base o encuentros regionales, con representantes electos en cada lugar de trabajo y estudio, para preparar esta lucha debatiendo un programa y un plan de acción. Cada sindicato y entidad estudiantil - que no quiere estar pasivamente esperando a que las organizaciones nacionales tomen una iniciativa - especialmente los sectores que se ponen a la izquierda del PT, como el PSOL, tienen un rol que cumplir en este sentido, dando la batalla en las organizaciones por esta perspectiva anti-burocrática para construir un plan efectivo para unificar y masificar la lucha de la clase trabajadora.
Esta política de frente único de los trabajadores, apoyada por el protagonismo y la combatividad del movimiento estudiantil y demás movimientos sociales, impulsada a través de la auto-organización de los sectores en lucha, solo podrá desarrollarse en una abierta lucha política contra los aparatos burocráticos en el movimiento sindical y en las organizaciones estudiantiles. Es para dar esta batalla que llamamos a todos los trabajadores, jóvenes y militantes de izquierda que rechazan el golpe y a la extrema derecha, pero que no confían más en la estrategia del PT, a militar en conjunto en cada lugar de trabajo y estudio, y dando la batalla por esto en los sindicatos y organizaciones estudiantiles.
Hay que construir un partido enraizado en la clase obrera, que resista con los métodos de la lucha de clases para que la crisis la paguen los capitalistas
Al revés de lo que piensan los reformistas, no creemos que exista un muro o toda una etapa histórica que deba separar necesariamente la lucha defensiva contra los ataques en curso de la lucha ofensiva por un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo. Por el contrario, del avance de la movilización de masas para resistir los ataques en curso van a surgir las fuerzas revolucionarias que van a poner a la orden del día un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. Desde ya necesitamos convencer a amplios sectores de vanguardia de la necesidad de luchar por el no pago de la deuda pública, la estatización de todas las empresas y servicios estratégicos bajo administración de los trabajadores y control de usuarios, y la división de todas las horas de trabajo disponibles entre todas las manos que buscan trabajo, reduciendo la jornada de trabajo para terminar con el desempleo. Cuanto más avance la lucha de clases, más van a avanzar los ataques fascistas de las bandas bolsonaristas, planteando la necesidad de crear comités de autodefensa ligados a los sindicatos.
Esas son las bases programáticas y estratégicas que ponemos a consideración de los sectores más conscientes de los trabajadores y la juventud, para construir un partido revolucionario en una clara perspectiva de lucha por un gobierno de trabajadores de ruptura con el capitalismo basado en organismos de democracia directa de las masas.
Una batalla que damos en común con el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) de Argentina, organización hermana del MRT en el vecino país, con la que hemos compartido acciones internacionalistas que hacen resonar la lucha contra el golpe institucional en Brasil más allá de nuestras fronteras. Ante cada salto del golpismo institucional -el impeachment de Dilma, la prisión de Lula y la proscripción de su candidatura- el PTS, junto con sus aliados del Frente de Izquierda y los Trabajadores, realizaron actos de protesta frente a la embajada de Brasil con miles de militantes. A través del excandidato presidencial y diputado nacional Nicolás del Caño, así como la legisladora Myriam Bregman, se hizo escuchar la voz de rechazo al golpe institucional en el Congreso argentino. Solidaridad que también se mostró de cuerpo presente con el viaje de ambos a Brasil en las manifestaciones del movimiento #EleNão.
Esta práctica internacionalista de combate, que busca fusionarse con la clase obrera en una perspectiva revolucionaria, y que a través de la Red Internacional de diarios digitales socialistas "La Izquierda Diario" difundimos en 6 idiomas, constituye la única perspectiva seria que puede abrir el camino a la expulsión del imperialismo de la región y la lucha por una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina, que podría ser una trinchera fundamental para la victoria de la revolución en todo el mundo. Esa es la batalla que damos desde la Fracción Trotskista por la reconstrucción de la IV Internacional, fundada por León Trotsky, como Partido Mundial de la Revolución Socialista.
El MRT de Brasil forma parte de la red internacional La Izquierda Diario y de la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional, junto al PTS de Argentina, MTS de México, PTR de Chile, LTS de Venezuela, LOR de Bolivia, CTS de Chile, Left Voice de Estados Unidos, CRT del Estado español, CCR en el NPA de Francia y el grupo RIO de Alemania. |