Trabajadores de Rappi en Córdoba denuncian las condiciones laborales a las que son sometidos. También denuncian la desidia de la empresa en situaciones de peligro que se enfrentan diariamente.
“¿Querés ser tu propio jefe? En Rappi manejas tu tiempo y sacas provecho de él, puedes conectarte a la hora que quieras y sin dejar de compartir con tu familia y amigos”, se puede leer en la presentación del sitio web de esta aplicación autodenominada economía gig o colaborativa, en la cual internet se presenta como mediador entre quien necesita un servicio o producto y alguien que satisface esa demanda.
La Izquierda Diario entrevistó a dos trabajadores de Rappi que denuncian las condiciones de precarización laboral que viven. Comentan que trabajan hasta jóvenes de 16 años por falta de legislación laboral y que el Estado todavía no tiene políticas concretas sobre estas nuevas formas de explotación laboral.
Arianna es venezolana, vive en Argentina hace seis años, es estudiante y comenzó a trabajar en Rappi el 5 de noviembre porque no encontraba trabajo. Se presentó a quince entrevistas en call centers y no quedó. “Creí que Rappi me iba a servir porque no iba a tener un jefe gritándome detrás, ni que me fuese a tratar como basura, porque mi última experiencia fue complicada en ese sentido”, reflexionó.
Arianna dejó de trabajar en Rappi después de ser asaltada en la zona sur de la ciudad. Se cayó de la bici y se lastimó la frente y los brazos, pero la empresa no se hizo cargo de la atención médica que tuvo que recibir, ni de los medicamentos. “Hice público el caso por los trabajadores. ¿Quién se ocupa de la salud, de la seguridad, de la vida de quien sale a hacer un pedido? Nadie. Cuando hice la denuncia por el robo, el policía me dice ´ni la Gendarmería entra ahí´. Todo el mundo sabe que ahí no entra nadie, porque todo eso es una mafia, porque liberan la zona. Entonces, si el día de mañana alguien se muere, ¿quién se hace cargo?”.
Guillermo viene de una ciudad del interior de Córdoba y también es estudiante de la UNC. Entró hace un mes a Rappi por la facilidad de acceder al trabajo de repartidor y por la necesidad de “bancarse” el alquiler y sus estudios, a causa de la poca oferta laboral hacia los jóvenes. “Cuando entrás, no sabés dónde estás parado ni qué es lo que tenés que hacer. No hay ningún tipo de formalidad, no podés ir a la oficina a consultar nada, no sabés qué rol cumple la oficina, quiénes son, no sabés si ellos son empleados, ni a quiénes responden. Por los compañeros que tienen un poco más de antigüedad te vas capacitando”, comentó.
LID: ¿En qué condiciones se trabaja para Rappi?
A: Cuando fui a la capacitación, un chico me dijo que cuando te roban tenés que reponer la plata vos. Todos me decían que viera donde me estaba metiendo, que era peligroso, pero necesitaba traer el pan de cada día, literalmente. Con Rappi vos no sabés cuánta plata vas a hacer por día, porque también depende de las condiciones climatológicas: si hace un calor bárbaro te podés insolar, si llueve te podés matar en la bici. Siempre te puede pasar algo porque solamente te dicen: “tenés que tener casco, guantes y algo para que te vean de noche”.
Yo comencé un día lluvioso y me tocó un solo pedido. Al día siguiente, la aplicación funcionó muy mal y no me entraban pedidos. Ni siquiera me habían dado la mochila que tenés que comprar por $ 450. Supuestamente una vez que te la dan, te mandan más pedidos. Mientras tanto, ellos aprobaron que pudiéramos trabajar con mochilas nuestras.
Las personas que entran a trabajar ahí son de todas las clases sociales. Hay gente que va con la mentalidad de que va a trabajar un ratito para hacer unos pesos, pero nadie piensa realmente en la seguridad. Cuando te entra un pedido lo primero que decís es, ¡uy qué bien, voy a ganar plata! Pero no ganás nada, lo peor es que es un monto mínimo lo que ganás.
G: La oficina cierra el fin de semana, eso quiere decir que, si en esos días vas a buscar un pedido y te lo rechazan, tenés que guardarlo durante todo el fin de semana y llevarlo a la oficina el lunes para que te lo reconozcan. Eso implica un montón de problemas desde cómo conservar el producto hasta no perderlo o romperlo porque después te lo descuentan a vos. Además, la aplicación que toma los pedidos se actualiza todos los meses y las leyes internas van cambiando. Ahora por ejemplo avisaron que no podemos trabajar con pantalón corto, cuando se vienen los meses de calor más intenso.
Te enfrentás a varias situaciones de vulnerabilidad porque vas laburando al palo en la bici, estás viendo a dónde tenés que ir, lo que tenés que cobrar, lo que te están escribiendo, que te llaman de soporte. Con todos los movimientos que hacés en la bici, la cantidad de cosas que se te pasan por la cabeza es impresionante. También tenés posibles casos de vulnerabilidad de las mujeres que no saben a qué tipo de cliente se pueden encontrar cuando van a entregar los pedidos.
¿La empresa cómo responde ante este tipo de hechos?
A: La empresa no dice absolutamente nada. Cuando me pasó lo del robo me dijeron que “lo pasaron al área correspondiente para que no pasara de nuevo. Feliz día”. Pero ellos sí te pueden reclamar a vos si el pedido no llegó. Muchos chicos me han contado lo mismo, a ellos lo único que les preocupa es que el pedido haya llegado a destino. Te deshumanizan totalmente.
Lo que se está pasando ahora es que los trabajadores se cubren las espaldas, también hay un grupo de chicas que se cuidan, pero con las mujeres es otra cosa. Con una mujer es peor el caso que el de los hombres, que solo les roban las cosas.
G: Tienen demasiada inversión respecto a la publicidad y la imagen de la empresa, los videos en YouTube te muestran a pibes con cara alegre, te venden que vas a ser tu propio jefe, pero tienen total desinterés hacia nosotros. Encima, los medios nos cargan a nosotros la responsabilidad de no llevar casco, pero no encaran a la empresa para que ellos mismos lo regulen antes de hacernos firmar un papel donde nosotros no sabemos qué hacer. No denuncian las ilegalidades de la empresa.
No queremos que se elimine la aplicación, lo que queremos es empezar a analizar qué es lo que pasa con estas aplicaciones que genera huecos legales que terminan generando no reconocernos como trabajadores y no tener derechos laborales. En este punto es necesario elevar el reclamo hacia el Estado, el Estado es responsable de no hacer ningún tipo de regulación hasta el día de hoy con este tipo de empresas.
¿Cuáles serían para ustedes las principales demandas de los trabajadores hacia la empresa?
A: Poder formar un sindicato, que busque adecuarse a las demandas de los trabajadores en términos de seguridad, a las zonas donde se pueden ir y las zonas que no, de un monto decente de pago, porque cuando vos hacés el pedido arriesgas mucho, lógicamente tener una ART y obra social. La salud pública a mí me ayudó un montón, pero los medicamentos tuve que pagarlos y fueron costosos. Somos trabajadores y esa tiene que ser la principal concepción.
Desde mi experiencia, el mensaje que daría es que se tienen que organizar, meter el pecho y ser compañeros, hay que tratarlo desde un punto legal para que Rappi otorgue derechos y protección laboral, porque trabajan para ellos más allá de que en el contrato diga que Rappi no se hace responsable. Yo hice viral mi caso para que la sociedad se dé cuenta, para que los bicicleteros y bicicleteras que andan en la calle a full, entre los autos, no sean tratados como escoria, porque muchas veces te tratan como tal. Es un trabajo al que no hay que tirarle basura porque es un trabajo como otro, es un trabajo nuevo y necesita ser legislado.
G: Que se invierta más en capacitación y en cuestiones técnicas de la aplicación. Que lleguen mensajes cuando haya algún problema técnico que puede hacer que el pedido se demore. Hay cosas mínimas en la cual deberían tener cierta preocupación, por el hecho que está pasando todos los días. Esta es una situación de derechos que no se tienen y que se debería tener porque es un trabajo el que se está haciendo. Es algo nuevo y es algo que se tiene que tratar.