Este martes los diarios y los programas matutinos de los principales canales repitieron a coro un mismo nombre: Rodrigo Eguillor. La noticia: un segundo video en vivo en el que el joven se defiende ante una denuncia judicial por acoso sexual e intento de homicidio.
Después de desfilar por los medios y de que se difundiera que tenía una causa previa, por acosar a una trabajadora del Casino de Puerto Madero, el tipo, tranca style, se fue pal aeropuerto y quiso huir del país. Dijo que quería ver la final de la Libertadores: ajá.
Cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria lo demoró, el que parecía muy machito para amenazar en Instagram (“soy re cheto y me la recontra banco”) terminó pidiendo que “llamen a mi vieja”, o sea, a una fiscal de Lomas de Zamora, que por estas horas debe estar googleando: “¿se puede volver a cortar el cordón umbilical?”. Consecuencias de criar en cunas de privilegio…
La cosa es que de esta peripecia en busca de defenderse, Eguillor termino con una imputación por parte del fiscal Eduardo Cubría, por los cargos de violación, privación ilegítima de la libertad y ataque sexual.
El hecho por el cuál se lo imputa ocurrió un jueves 15 de noviembre en San Telmo. Un video tomado por vecinos muestra al acusado agarrando del cuello a la denunciante: una chica de 22 años que quiere escapar del departamento a como dé lugar. Según declara, el muchacho no quería dejarla salir.
Esto sucedió en Piedras e Independencia, plena Capital Federal.
Si las múltiples mujeres que salieron a señalar públicamente a Eguillor como acosador, la causa previa iniciada por la trabajadora del Casino y el video del hecho en San Telmo no fueran pruebas suficientes, Eguillor se encargó él mismo de hundirse en una cloaca. Sus dos descargos en Instagram exudan misoginia. Se refirió a la chica que lo denuncia como un “gato del conurbano”, a la que diferenció de las “chicas de bien”, ubicándola del lado de las que están “flojitas de tanga”.
Empieza su alocución haciendo como que está chupando una concha -esta es gente que va a colegios privados- y muestra varias veces sus músculos, denunciando más que a la chica su propia frivolidad. Se ubica como parte de una clase privilegiada, orgullosa de sus privilegios. Se ufana de tener plata y muchas propiedades ("sí, soy re cheto, guacho, me la recontra banco", dijo el que pediría por su madre) y ataca a la denunciante por ser “una negra del conurbano que me quiere sacar toda la guita”.
No sé a ustedes, pero a mi no me extraña que en un país donde los ricos de Nordelta pueden decidir que las trabajadoras domésticas (del conurbano) no viajen en sus colectivos… no me extraña que en este país un hijo de ricos use el término “gato del conurbano” y "negra del conurbano". Hay una ideología común en la violencia de clase y en la violencia de género, que personalidades como la de Eguillor revelan crudamente.
Basta comparar lo que dice Eguillor con lo que dicen los jueces que absolvieron a los acusados de violar y asesinar a Lucía Pérez, para ver que estamos frente a un problema sistemático. Dicen lo mismo. Eguillor lo dice tontamente fumándose un porro en Instagram. Los jueces lo dicen en serio, firmando un fallo.
Los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal de la ciudad de Mar del Plata, Pablo Javier Viñas, Juan Facundo Gómez Urso y Aldo Daniel Carnevale, redactaron un fallo donde era más importante evaluar la vida privada de la víctima antes que la actitud de los acusados. Allí se preguntan si “¿era Lucía una adolescente que podía ser fácilmente sometida a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento?” y responden, de forma increíble, que no, como si ser violada o no fuera una cosa que depende de la personalidad de la mujer en vez de la violencia y la imposición del victimario.
Los jueces, al igual que Eguillor, diferencian entre “chicas bien” y chicas “flojas de tanga”, aunque no usen la misma expresión. En el fallo, dan lugar a los escandalosos argumentos de la defensa que, basados en estereotipos sexistas, destacaron que Lucía aducía tener sexo con hombres de 29 años y que decía disfrutar del “sexo violento”.
Entonces resulta que por esas declaraciones de ella -hechas en privado seis meses antes del hecho-, no se podría demostrar que los acusados la hubieran sometido contra su voluntad. En cambio, que uno de los acusados haya comprado una Cindor y facturas para comer con Lucía sería muestra de que el hombre -que el mismo fallo dice que estaba vendiéndole drogas a Lucía- “tenía buena voluntad”. ¡Una Cindor! ¡comprada por un dealer! ¡un dealer 7 años mayor que la chica de 16 años! ¿Eso es muestra de buena voluntad en qué universo?
Eguillor no es solo el hijo de una Fiscal. Es el hijo de un sistema, que empieza con una clase enriquecida y un poco enloquecida de privilegios, que se piensa impune, que piensa que todo se puede comprar con plata, hasta un juez. Y jueces que efectivamente se compran con plata. Que se eligen a dedo, no se votan, no se pueden destituir por el voto popular, son eternos, no pagan ganancias y cobran sueldos millonarios, solo por el hecho de ser jueces. No por nada el Martín Fierro decía: “hacete amigo del juez”.
Para el resto, que no son ricos ni jueces, hay ajuste y la doctrina Chocobar de Patricia Bullrich (que hasta Carrió -¡Carrió!- dijo que era demasiado facha)
El Eguillor que desprotrica en sus videos contra las “feminazis” y las “mogólicas” de “los pañuelitos” también es hijo del Ministerio de Justicia de la Nación, a cargo del macrista Garavano, que amenaza con vaciar el programa "Las Víctimas contra las Violencias” a pesar de que atiende más de mil consultas mensuales e intervino en más de 43 mil casos de violencia de género, con más de 200 mil consultas desde su creación en 2006.
¿Cuántas muertas más va a costar "el déficit cero" y el sacrosanto acuerdo con el FMI que ni siquiera Kicilof se atreve a cuestionar?
Es un sistema, no es un loquito suelto. Es un Estado, es un gobierno.
La marea verde viene poniendo en cuestión muchos de los fundamentos de este sistema, y los hijos pródigos están preocupados: tanto que tienen que salir de su comodidad pasmosa y exponerse, no más no sea en un poco inteligente intento de defenderse, fumando un porro en Instagram y pidiendo por mamá...
Esa misma repugnancia que nos da ver los videítos de Eguillor, es lo que nos llama a las calles. Este miércoles, a las 17hs, la mamá de Lucía Pérez y el movimiento Ni una menos va a marchar desde Tribunales a Plaza de Mayo.
Allí estaremos. Pero sobre todo, seguiremos trabajando y militando para que caigan todos sus privilegios, sus jueces y sus malcriados hijitos pródigos... TODOS
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