Este domingo ocurrió en la Ciudad de Buenos Aires otra de esas tragedias anunciadas, a las que empujan las condiciones en que viven y trabajan cientos de miles aún en la ciudad más rica del país.
Dos familias compartían una vivienda en la calle Cañada de Gómez, que también era un taller textil. Por un problema eléctrico que aún no se pudo determinar, la casa se incendió con varias personas adentro. La madre pudo sacar a uno de los niños, pero el fuego no la dejó volver. Según contó Juan Vázquez (CTEP) al sitio ANSOL, “a las 9 de la mañana se originó el incendio en una de las habitaciones de la casa donde funcionaba el taller. Habían estado dos meses sin trabajo y había llegado un corte que lo pensaban trabajar esta semana”.
Es que en varios barrios de la Ciudad que gobierna Rodríguez Larreta siguen funcionando talleres textiles precarios. Algunos familiares, otros “cooperativos” y otros directamente dependientes de las grandes marcas. Más allá de algunas ferias populares, la mayoría de esas familias y jóvenes costureros inmigrantes trabajan para conocidas marcas. Como el caso de Cheeky, la cadena de indumentaria infantil propiedad de Juliana Awada, esposa de Mauricio Macri. Su empresa era abastecida por talleres clandestinos donde había hacinamiento y reducción a la servidumbre.
El hecho más impresionante fue el incendio de un taller en la calle Luis Viale, donde murieron cinco niños y una joven embarazada en 2006. Juana Vilca (25 años), Wilfredo Quispe Mendoza (15), Elías Carbajal Quispe (10), Luis Quispe (4), Rodrigo Quispe Carvajal (4) y Harry Rodríguez (3). En 2015 le siguió otro incendio en Flores, donde murieron Rodrigo y Rolando, dos nenes de 7 y 10 años alumnos de la escuela 4. Ante el impacto de esos hechos, y el reclamo de distintas organizaciones, en la Ciudad se han reducido la cantidad de talleres clandestinos. Una parte de esa cadena de explotación y hacinamiento de miles de familias, sobre todo bolivianas, se ha trasladado a la Provincia de Buenos Aires. Pero otra, como vemos hoy, permanece "oculta" en la gran ciudad.
Estas condiciones no las garantizó solo Cambiemos. La industria textil ha sido una de las que más ha crecido durante el gobierno anterior, pero el 80 % lo hizo en estas condiciones, que hoy siguen siendo las mismas. Los sindicatos peronistas, incluso los que se han dicho "oposición", han sido parte crucial de esta tejido de ganancia.
Mariana iba a quinto grado de la escuela 7 del distrito 13, cerca de su casa. La noticia, como no podía ser de otra manera, golpeó a sus compañeras, amigos y docentes.
Como escribió uno de los maestros de esa escuela, Mariano Garrido, "como docentes no deja de intrigarnos cuáles son las resonancias más hondas en nuestrxs alumnxs cuando trabajamos sobre los derechos de lxs trabajadorxs. O cuando estudiamos, por ejemplo, las condiciones de vida durante la Revolución Industrial y leemos fuentes donde se narra cómo en una fábrica de Manchester lxs obrerxs trabajaban 14 horas al día y eran multados si abandonaban los telares sin permiso. Dos siglos después, de este lado del carretel, lxs hijxs de la clase obrera precarizada siguen encadenados, viviendo pésimamente y muriendo temprano".
Este fin de semana, el flagelo de la precarización de la industria textil volvió a mostrar su peor rostro: la muerte de niños y niñas entre las máquinas. La responsabilidad de los empresarios, pero también del Estado, es indudable. Como es indudable que se trata de otro crimen social del capitalismo: las brutales condiciones en que viven y trabajan millones de familias trabajadoras las condena a morir en tragedias como esta.
Los gremios que denuncian el ajuste y los movimientos de trabajadores cooperativistas, junto con la comunidad, tienen que convocar a medidas urgentes para terminar con estos crímenes brutales. Ni una muerte más por talleres clandestinos. |