Este viernes el Vaticano informó que el obispo argentino Gustavo Zanchetta, quien ocupaba hasta hoy un altísimo cargo en “la inmobiliaria” de la Santa Sede al servicio de Francisco, está siendo investigado por un tribunal eclesiástico luego de que sacerdotes de Salta lo acusaran de abusos sexuales y otros atropellos cometidos cuando era titular de la diócesis de Orán.
Como detalló este diario hace una semana, aunque Bergoglio busque aparecer “firme” tomando decisiones rimbombantes contra estrechos colaboradores suyos acusados de graves delitos, este caso en particular deja muy expuesto al Sumo Pontífice. Y mucho.
Relaciones difíciles
Las novedades sobre Zanchetta fueron brindadas este viernes a la prensa por el vocero interino de la Santa Sede Alessandro Gisotti (a comienzos de semana renunció sorpresivamente Greg Burke, funcionario de gran confianza de Bergoglio). Según Gisotti, cuando Zanchetta renunció al obispado de Orán en julio de 2017 fue luego de pedirle al Papa que lo dejara salir de la diócesis porque tenía “relaciones difíciles con sus sacerdotes” y era “incapaz de gobernar al clero”.
El vocero vaticano agregó que “al tiempo de su renuncia” había acusaciones en contra de Zanchetta “por autoritarismo pero no por abuso sexual”. Pero cuando renunció de forma inesperada, tanto Zanchetta como sus superiores eclesiásticos e incluso sus amigos políticos como el propio gobernador Urtubey aceptaron difundir que las únicas y lamentables razones de su alejamiento obedecían a un supuesto “delicado estado de salud”. Él mismo anunció en una carta pública que comenzaría un tratamiento apenas salido de la diócesis.
Además es sabido que, lejos de toda dolencia, Francisco lo recibió pocos meses después en la Santa Sede y le creó un cargo especial como “asesor” en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, más conocida como “la inmobiliaria” vaticana, que maneja más de cinco mil propiedades en todo el mundo con un valor estimado de U$S 3 mil millones.
Durante todo 2018 Zanchetta trabajó junto a Bergoglio sin sobresaltos. Pero a fines de la semana pasada el diario El Tribuno de Salta (insospechado de anticlerical) publicó un informe en el que se develó que desde hacía mucho tiempo se sabía que Zanchetta había sido denunciado por curas de Salta y que su renuncia estaba relacionada con ello. La misma empresa periodística informó también que los denunciantes recibieron presiones, amenazas e incluso fueron “trasladados” como escarmiento a sus conductas.
Que recién ahora el Vaticano reconozca que en julio de 2017 el obispo tenía “relaciones difíciles con sus sacerdotes” no hace más que confirmar las sospechas sobre el encubrimiento conscientemente planificado de Bergoglio al exobispo de Orán.
La cosa queda mucho más clara si se tiene en cuenta que el propio Zanchetta, enterado de que su caso era reflotado en Argentina, llamó hace unos días a uno de los curas que lo denunció y le dijo “caigo yo ahora pero después van a caer ustedes”. Fuentes del clero oranense señalaron a El Tribuno que el obispo está “furioso y buscando quién lo mandó al frente”.
¿No mentirás?
Lo que, obviamente, no dijo el vocero del Vaticano este viernes es que en 2013 Bergoglio nombró a Zanchetta obispo de Orán como forma de mandarlo a otro lado luego de que fuera denunciado por abusos de poder, abusos sexuales y desmanejos financieros en la diócesis de Quilmes (sur del Gran Buenos Aires) donde cumplió tareas como vicario episcopal de Asuntos Económicos.
Ahora, según la propia información oficial enviada desde Roma, mientras avanza “la investigación preliminar” sobre las denuncias de abuso sexual que pesan sobre Zanchetta, el Papa Francisco decidió “correrlo” de su cargo en “la inmobiliaria” vaticana. Es decir, que deje de trabajar para dedicarse a defenderse. Nada que se parezca a la búsqueda de verdad y justicia para las víctimas del obispo, menos aún a una colaboración real con esas víctimas y sus derivas judiciales.
Este viernes el diario La Nación (otro insospechado de anticlerical) dijo que “el caso podría convertirse en otro problema para Francisco, quien está batallando para ganarse la confianza de los fieles católicos por la forma como ha manejado los casos de abuso sexual. La posición del Papa recibirá otro golpe si él personalmente intervino para ayudar al obispo argentino pese a las denuncias en su contra”.
A esta altura, con las pruebas del caso Zanchetta a la vista, quien no diga con claridad que Jorge Bergoglio está íntimamente comprometido en el encubrimiento de abusos y demás delitos cometidos por personajes de su círculo más estrecho, no hará más que mentir para encubrir al encubridor.
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