John Ronald Reuel Tolkien, escritor inglés de ascendencia alemana luchador durante la primera guerra mundial y testigo de la segunda nos entrega en su obra no solo un relato de una eterna batalla entre el bien y el mal. También nos habla sobre la corrupción del poder entre todos los seres.
No es de extrañarnos que el pueblo más feliz de la tierra media sea una región agrícola en la cual sus habitantes, conocidos como medianos, muy distantes de otros reinos, pasan el día entre descanso, comida y bebida -salvo unas cuantas deshonrosas excepciones- en el cual el más alto cargo político es un alcalde que se limita a dirigir las celebraciones de la comarca y lo más cercano a la policía o ejército son un grupo de cazadores que cuidan la comarca de las bestias que acechan sus alrededores.
Tampoco es de extrañar que el héroe de tan gran aventura épica sea un pequeño hobbit cuyo único anhelo es sembrar la tierra y tener familia, y es el único capaz de entregar el anillo por voluntad propia. Samsagaz Gamyi, un humilde jardinero cuya única dedicación era cuidar a su amigo y empleador aun después de su rechazo.
Al cruzar la tierra media nos encontramos con muchas razas. Elfos: cuyos reyes son líderes en batallas junto a sus soldados, pero a pesar de su origen casi divino, cargan en sus hombros el miedo al poder que en antiguos días asoló la tierra, hombres que a pesar de estar del lado del bien son el más claro ejemplo de cómo el ansia de poder en su estructura política podía destruir, como ocurre con Grimma lengua de serpiente, Denethor último senescal de Gondor o Boromir, miembro de la comunidad del anillo, quienes son seducidos por el poder y terminan pagando el precio por ello.
Incluso el istar Saruman, enviado a dirigir la guerra contra el señor oscuro, es seducido por el poder del anillo traicionando a su amigo Gandalf con el pretexto de usar el anillo para destruir a Sauron.
Y en el extremo contrario nos encontramos a los orcos comandados por Sauron. Un pueblo de esclavos dominados por un tirano forzados a luchar por el sometimiento de todas las otras razas. En una sociedad sin libertades y destructora de la naturaleza.
Definitivamente el señor de los anillos es una obra con una lección muy profunda. El pueblo más feliz es aquel que no tiene rey. |