En este artículo. Continuamos aportando al debate en esta segunda parte.
Primer encuentro de asambleas contra Bolonia en Valencia
El fin de semana del 13 y 14 de diciembre se dio finalmente el primer encuentro estatal celebrado en uno de los puntos calientes de la protesta, la Universidad de Valencia (con 17 facultades ocupadas). Esto fue fruto de que en los organismos de lucha que estaban surgiendo en las facultades se comenzaba a discutir cómo masificar y coordinar el movimiento en todo el Estado.
En el encuentro se dieron pasos para golpear en fechas comunes, coordinando acciones. La primera, el 17 de diciembre, con una jornada de solidaridad y apoyo estatal a los expedientados de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona) y la UV (Universidad de Valencia). Pero además se definieron algunos puntos que, aunque se plantearon de manera general, de ser desarrollados podrían haber permitido pegar un salto al movimiento.
El principal punto partió de las asambleas de Barcelona, donde el movimiento estaba más desarrollado. Se trataba de un llamamiento para radicalizar la lucha en cada universidad, en cuanto comenzasen las clases del segundo cuatrimestre. Las propuestas eran abiertas, según la correlación de fuerzas en cada lugar: ocupaciones, encierros, bloqueos de puertas, huelga indefinida, manifestaciones, etc.; pero siempre con una tónica in crescendo.
La finalidad era llegar a comienzos de marzo con un movimiento potente y masivo, capaz de paralizar indefinidamente la universidad después de la huelga general de estudiantes del 12 de ese mes, que sería algo así como el “punto de partida” para la ofensiva total.
El espíritu entre el activismo era realmente de combatividad, expresión de que se estaba cocinando un malestar explosivo. Además, este ánimo era una contratendencia bastante positiva a algunas orientaciones vanguardistas del joven activismo, como sucedía en Zaragoza, que se negaba a masificarse y hacer partícipes a muchos más estudiantes del movimiento. Este hecho, es decir, ir más allá de las ocupaciones, para tomar medidas más radicales, era fundamental.
Además de la radicalización, se discutió también la necesidad de extender la lucha a los secundarios, que participaron en la huelga del 13 de noviembre y que se estaban sumando en algunas ciudades a las asambleas universitarias. También se decidió redoblar esfuerzos para lograr la adhesión a la lucha de los profesores y no docentes de la universidad, así como de enseñanza primaria y secundaria. Y, por último, tratar de confluir con sectores obreros en lucha, empezando por los trabajadores de los servicios públicos, pero también rodeando de solidaridad las luchas obreras contra la crisis, como las del automóvil.
Los compañeros de Clase contra Clase (actual CRT) tratábamos de defender en el movimiento que esta tarea era central, puesto que la unidad obrero-estudiantil ha sido históricamente casi una condición indispensable para que la juventud pudiera alcanzar victorias. Sólo la intervención de la clase obrera, o la amenaza de ello, podía hacer doblar el brazo del Gobierno. El retroceso parcial de Villepin en Francia con el CPE sería una muestra del pánico de la burguesía a que se den experiencias que recuerden al Mayo Francés.
Hay que señalar que el desarrollo de la crisis y la emergencia de algunos procesos de lucha obrera, en resistencia a los planes de la patronal y el Gobierno de cargarla sobre los trabajadores, hacía que cada día más activistas vieran clara esta necesidad estratégica del movimiento estudiantil.
En Valencia, los estudiantes asistieron a la manifestación de los trabajadores de la FORD con un comunicado de solidaridad. En Barcelona, algunas asambleas discutieron la idea de solidarizarse con NISSAN y el resto de las empresas en lucha contra los despidos. Hay que tener en cuenta que, ya el curso 2007/08, el movimiento anti-Bolonia de Barcelona marchó junto a los conductores de autobús en lucha por los dos días de descanso semanal. Y, en Madrid, los planes privatizadores del Gobierno regional contra la sanidad y otros servicios públicos permitieron que los estudiantes anti-Bolonia marchasen junto a los trabajadores de los mismos.
El punto más débil del Encuentro fue quizá lo relativo a fortalecer cualitativamente la coordinación estatal de los luchadores, avanzar hacia una genuina Coordinadora Estatal de Asambleas basada en la democracia directa. Finalmente, se decidió convocar un Segundo Encuentro para después de la huelga de marzo. Sin embargo, éste no estaría formado por delegados electos, revocables y con mandato de las distintas asambleas. Otro límite podría ser que las delegaciones no podían votar, siendo las decisiones adoptadas por consenso, así como la prohibición a las organizaciones políticas y sindicales a participar en las asambleas.
“¡Todos somos palestinos!” Huelga de estudiantes del 20 de enero de 2009
Al mismo tiempo que se hacía más complejo el movimiento anti Bolonia, cruzado por miles de discusiones frente al gobierno del PSOE, el pueblo palestino sufría las bombas del Estado de Israel con más de 1.300 muertos, 5.000 heridos, 25.000 viviendas destruidas y 1.500 millones de euros en destrozos.
El mismo gobierno contra el que luchábamos era el mismo que tenía (y tiene) las manos manchadas de sangre palestinas, ya que las empresas de armamento han hecho siempre buenos negocios con el Ejército sionista, tratándole como un socio preferente en lo comercial, militar y diplomático. Recordemos también que era el momento en el que el Ejército español participaba en misiones proisraelís, como el despliegue militar en Líbano o en otras ocupaciones imperialistas como la que padecía Afganistán con el gobierno de PSOE con Zapatero.
Ante esta grave situación, el movimiento estudiantil del Estado español tenía que dar una contundente respuesta, o por lo menos así lo considerábamos desde el SEI. Al mismo tiempo que continuamos la lucha contra Bolonia, era necesario dar una respuesta contra la política imperialista del gobierno, sacando resoluciones y un acto de apoyo con el pueblo palestino desde todas las asambleas contra Bolonia y desde los distintos colectivos.
En el caso de Zaragoza, desde el SEI lanzamos la convocatoria de huelga de estudiantes el 20 de enero para manifestar nuestro repudio a la ofensiva israelí en Gaza, denunciando que la ONU, EEUU, UE y Estado español eran cómplices, con consignas como “basta de comercio de armas hispano-israelí”, “fuera embajadores israelís del Estado español” o “fuera tropas españolas de Líbano y Afganistán”.
Una huelga que hubiera servido para votar resoluciones en la ACPU, realizar asambleas en institutos y facultades explicando cómo el mismo gobierno imperialista español que participa de la masacre de pueblos es el mismo que nos ataca con leyes educativas neoliberales. Aun así, ni la ACPU, ni ninguna organización estaba de acuerdo en ligar una lucha con la otra. Había razones suficientes, así lo entendieron los centenares de estudiantes de institutos y universitarios que salieron en manifestación.
Huelga general de estudiantes el 4 y 12 de marzo
El 4 de marzo, el encierro en Interfacultades de Unizar cumplía 86 días. Un encierro que como veníamos advirtiendo estaba provocando la no extensión y masificación de la lucha. Con el propósito de revertir esta situación, desde el SEI levantamos la Coordinadora Antibolonia (CAB) de institutos y facultades.
El 4 de marzo tuvo su importancia porque se produjo, nuevamente, una nueva discusión entre las distintas organizaciones. Por un lado, la mayoría de las asambleas que habían asistido al encuentro de Valencia aprobaron la convocatoria de huelga para el día 12, pero al margen de esta decisión, el Sindicato de Estudiantes (SE) convocó aisladamente, de forma burocrática y por fuera de todo este movimiento –en el cual no participaba- huelga para el día 4 de marzo. Desde el SEI criticamos duramente esta posición del SE, pero decidimos apoyar las dos convocatorias -4 y 12- con el propósito de no dividir al movimiento estudiantil.
El día 12 de marzo se dio una jornada estatal de lucha, secundando así la convocatoria del Primer Encuentro de Asamblea de universidades del Estado español. En Barcelona, con una asistencia de 15.000 estudiantes; en Madrid vimos a 15.000 estudiantes recorriendo las calles céntricas; o en Sevilla unos 1.000 estudiantes.
En Zaragoza, más de 1.000 estudiantes de universidad e institutos salieron a la calle en una manifestación que partió desde el edificio de Interfacultades hasta la Delegación de Gobierno, con la presencia de sindicatos como la Intersindical de Aragón o la CGT.
18 de marzo: el “Tripartit” reprime al movimiento estudiantil catalán
Pocos días después de la jornada estatal del 12, en la noche del 17 al 18 de marzo, los Mossos de Escuadra, dirigidos por el “ecosocialista” Joan Saura (de la coalición Esquerra Unida y Alternativa- Iniciativa per Catalunya Verds, impulsada entre otros por el PSUC-PCE y el Partido Comunista de Cataluña), desalojaron a los estudiantes anti-Bolonia que estaban encerrados en el Rectorado de la Universidad de Barcelona desde el mes de Noviembre de 2008.
Cientos de estudiantes fueron reprimidos por manifestarse en contra de este desalojo con decenas de heridos y detenidos. Esta fue la respuesta del “lugarteniente” de Llamazares en Catalunya Joan Saura, del Rector de la UB Didac Ramírez, y del Gobierno de la Generalitat (en manos del Tripartit; PSC, ERC y EUiA-ICV) al estudiantado que estaban luchando.
En Zaragoza se hizo un llamamiento desde el SEI a todas las organizaciones para realizar un acto de repulsa y asumir todas las reivindicaciones de los compañeros y compañeros catalanes, concretándose el 20 de marzo una concentración. Sorprendentemente, ni la ACPU ni el PCE en Zaragoza se pronunció en contra públicamente de Saura, ni siquiera la coalición de gobierno con el PSOE en Catalunya.
21 y 22 de marzo: II encuentro en Burgos
El 18 de marzo se celebraba el segundo encuentro de asambleas en Burgos, a la que asistieron unas 39 asambleas de casi todo el Estado y con la participación de unos 170 estudiantes. Especial peso tendrán las ciudades de Madrid, Andalucía y Barcelona, así como las regiones de Bilbao y Asturias, que asistían por primera vez. La representación de Zaragoza estuvo divida entre la ACPU y la Coordinadora Antibolonia (CAB) impulsada por el SEI.
Si el primer encuentro mostraba el empuje de las primeras grandes movilizaciones, asambleas y encierros de facultades, este segundo encuentro mostró el reflujo y el desgaste. Las distintas asambleas se encontraban en la encrucijada entre, sacar conclusiones para masificar y democratizar más las asambleas o, la vía de una “muerte lenta”.
El encuentro estuvo dividido ente dos sectores que expresaban dos métodos de lucha distintos. Por un lado, sectores tendientes a diluir grandes jornadas de huelga y manifestación, masificación y coordinación asamblearia entre mil acciones menores (PCE, PCPE o individuos y grupos de corte posmodernista).
Y por otra parte, otros sectores representados por estudiantes de secundaria, de la universidad de Barcelona y Andalucía y grupos como Clase contra Clase (actual CRT), Izquierda Anticapitalista (actual Anticapitalistas) y PRT (actual Corriente Roja); un bloque que tendía a denunciar al PSOE y a IU (con referencia a la represión), por la libertad de todos los detenidos y la inclusión de las reivindicaciones nacionales (lingüísticas y democráticas) vascas y catalanas o la unidad obrero-estudiantil como en Francia. Es decir, este segundo grupo, en el que nos incluíamos, planteaba una línea antigubernamental, anti-negociación y pro-obrera.
A pesar de la aprobación de la jornada de huelga para el 28 de abril y de distintas medidas para tratar de revertir el reflujo, como planteaba este segundo bloque, la realidad es que no se llevaron a la práctica y se profundizó aún más en la concepción del primer bloque, proclive a la negociación con las castas universitarias y en buscar una “prórroga” o “moratoria” para establecer un diálogo. Esta línea fue precisamente la que acabó haciendo que el movimiento cabe su propia tumba.
Fin del encierro y negociación con la casta a espaldas del estudiantado
El 26 de marzo, tras 107 días de encierro y 22 horas de negociación fruto de la ocupación de la rectoría (edificio contiguo a Interfacultades), la ACPU acaba negociando con la casta universitaria sin la convocatoria de ni una sola asamblea representativa del conjunto del estudiantado que pudiera ratificar o no la propuesta.
¿Estos acuerdos terminaron sirviendo realmente para arrancar algún tipo de conquista a la casta universitaria y al gobierno para el estudiantado? No. De la noche a la mañana, se llegó a un acuerdo secreto entre unos pocos miembros de la ACPU y la rectoría. Se hizo público un documento en el que se establecía “un punto de información en el campus con visibilidad suficiente para que pueda ser el referente del punto de vista de la ACPU sobre el EEES” así como redactar “un escrito de defensa de la Universidad pública” para presentar al Consejo de Gobierno.
Se incluían en el acuerdo, además, “precios públicos que permitan el acceso de los estudiantes a todos los formatos de enseñanzas oficiales”. Es decir, significaba la renuncia a luchar por la completa gratuidad de la educación, como una necesidad básica, y se asumía que el estudiantado tenga que pagar por estudiar.
Se aceptaba como norma que la educación debía ser algo a pagar mediante “precios públicos” (once euros/crédito) y “la equiparación de precios de los másteres a los grados, especialmente de aquellos necesarios para ejercer algún tipo de profesión, o que el número de plazas de dichos másteres se adaptase a la demanda que sufrieran”. Es más, con esta “equiparación” entre másteres y grados, quedaba evidenciada la aceptación de la aplicación de Bolonia. En septiembre de 2009, apenas cuatro meses después, la universidad eliminaba 1.200 plazas con la aprobación de los nuevos grados.
Se acordó a su vez, “la garantía de no intervención de empresas en el diseño de titulaciones” y “la publicidad de los convenios y acuerdos firmados con entes privados e institucionales”. Es decir, no la expulsión de las empresas y bancos capitalistas de la universidad, sino más bien la aceptación de ellas y la ingenuidad de que la casta –profundamente ligada a la patronal y los gobiernos- va a tener “transparencia” con las empresas, sabiendo que incluso Unizar es una de las universidades menos transparente según los últimos varemos.
Finalmente, la “realización de una consulta entre los estudiantes” –no vinculante- sobre el plan Bolonia, con antelación al periodo de exámenes y “con la cobertura logística del vicerrectorado de Estudiantes y Empleo”. Más grave aun cuando Héctor Pinilla (ASSI) de la ACPU en la rueda de prensa afirmaba que “estos mecanismos que se han establecido son una buena forma de combinar ese proceso de discusión, información y que significa establecer cauces para que exista una democracia real que vinculen a los representantes con los representados, como los métodos de consultas y ese tipo de cuestiones para la información”.
Es decir que se dan “consejos” a la casta universitaria para que parezca más “democrática” para acercar “representantes y representantes”. ¿Cómo puede esta casta universitaria preconstituida ser el garante de una universidad democrática? Es la ingenua visión de la que va a existir “democracia real” con una casta universitaria en un consejo social que no vota nadie lleno de buitres políticos, empresarios y burócratas que utilizan la universidad como puertas giratorias.
El debate público se realizó finalmente el 5 de mayo y la consulta no vinculante el 12 de mayo con el 12% de participación y a favor de la paralización del EEES. Ambas con escasa participación fruto de la paralización de lucha por la negociación y la no confianza (más que entendible, por otra parte) que tenía y tiene el estudiantado con la democracia estamental de la universidad. Curiosamente, esta “gran estratagema” de confianza y negociación no podía terminar de otra manera más que con una casta haciendo su papel.
La ACPU con esta firma traicionó al movimiento estudiantil negociando a espaldas de la comunidad universitaria un pacto con el rector. Con este acto se le dio “paz social” y confianza durante 10 años a la misma. ¿Resultado? Ninguno de los acuerdos se cumplió, salvo los que no comprometían la estabilidad de la universidad.
Una de las lecciones que nos dejó la lucha antiBolonia en Zaragoza es que no se puede confiar en la casta universitaria profundamente anclada y supeditada a este régimen del 78´. Es necesario retomar la perspectiva de un plan de lucha que se ponga como meta la derrota total del Plan Bolonia. Pero la estrategia de conjunto debe ser la lucha implacable contra el régimen del 78´, “padre y socio” de la casta universitaria. Para ello es necesaria la conformación de una gran alianza (histórica) del movimiento estudiantil con la clase trabajadora.
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