La ofensiva imperialista sobre Venezuela tendrá este sábado un nuevo capítulo. Será en el marco de las movilizaciones convocada por la oposición derechista que tiene el aval de EE. UU. y el imperialismo europeo.
Durante la jornada habrá concentraciones en distintas ciudades del país. Este viernes por la tarde, en un mensaje difundido por las redes sociales, Juan Guaidó llamó a movilizarse no solo en el interior del país, sino en todo el mundo.
La convocatoria de este sábado fue realizado el domingo pasado, luego de que la oposición de derecha realizara una jornada destinada a publicitar entre los militares la Ley de Amnistía con la que pretende ganarlos para la salida golpista.
Estas movilizaciones vienen precedidas por una semana en la que la ofensiva golpista pegó un claro salto con la decisión norteamericana de establecer sanciones contra PDVSA, lo que constituye de hecho un embargo a la producción petrolera venezolana.
El golpe, que busca presionar tanto a Maduro como las Fuerzas Armadas (FANB) empuja al colapso de la economía venezolana, ligada esencialmente a las exportaciones de petróleo. La medida norteamericana implica el congelamiento de activos por alrededor de U$S 7.000 millones, al tiempo que podría significar pérdidas para el Estado venezolano por cerca de U$S 11.000 millones durante el próximo año.
Al mismo tiempo la administración norteamericana sostiene una política de permanente amenaza. El mismo día en que se anunciaban las sanciones a PDVSA, John Bolton –asesor de Seguridad de la Casa Blanca- dejaba ver ante la prensa una carpeta con la leyenda “5.000 militares a Colombia”.
Este viernes fue el mismo Bolton el encargado de amenazar a Maduro. En una muestra patente de soberbia imperialista, el funcionario señaló que el líder venezolano debe “aprovechar la oportunidad” de retirarse, porque podría “terminar en Guantánamo".
En la misma sintonía, también este viernes, el vicepresidente Mike Pence, afirmó que “todas las opciones están en la mesa” y, en un abierto desafío, dijo que “Nicolás Maduro haría bien en no probar la determinación de los Estados Unidos”.
La ofensiva imperialista norteamericana cuenta con el aval del imperialismo del viejo continente. Este jueves el Parlamento Europeo votó una resolución que reconoce a Juan Guaidó como “presidente legítimo” de Venezuela.
Al mismo tiempo, desde cada gobierno se viene redoblando la presión sobre Maduro para que convoque a elecciones anticipadas. Este domingo vence el plazo del ultimátum lanzado por Pedro Sánchez, Macron y otros mandatarios europeos para ese llamado.
Disputa en las calles
Este sábado tanto la derecha golpista como el oficialismo volverán a las calles. Para la oposición que lidera Juan Guaidó se trata de alcanzar una convocatoria similar en importancia a la que tuvo lugar el pasado 23 de enero. Ese día el legislador de Voluntad Popular se autoproclamó “presidente encargado”, recibiendo el inmediato reconocimiento de Trump, Bolsonaro y Macri, entre otros.
Para el chavismo se trata de movilizar ampliamente, intentando disputar las calles. Sin embargo, en contra de esa perspectiva patea el agravamiento de las condiciones económicas y sociales. Hay que señalar que la avanzada de la derecha golpista es favorecida por el hundimiento del nivel de vida que sufre la población trabajadora bajo la gestión de Maduro.
En el marco de la presión de la derecha sobre las FANB, Maduro ha intentando mostrar apoyo por parte de las mismas. En la última semana abundaron las imágenes del presidente rodeado de militares, encabezando entrenamientos y maniobras.
La ofensiva imperialista sobre Venezuela se sostiene sobre ese enorme hundimiento del nivel de vida de la población pobre. Situación que se acompaña de un marcado giro represivo. Sin embargo, los intereses del pueblo trabajador venezolano no son los de Trump, Macron, Bolsonaro o Macri. El imperialismo norteamericano, que sostiene regímenes dictatoriales en todo el mundo y llegó a constituir campos de concentración en sus propias fronteras, no puede hablar bajo ningún punto de vista de defender los derechos humanos.
Es necesaria una salida independiente de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Una salida que, en primer lugar, imponga un plan de emergencia para salir de la crisis. Con un programa que, entre otras medidas, plantee la nacionalización, bajo control de los trabajadores y técnicos, de toda la producción petrolera; el no pago de la deuda externa; la repatriación obligada de capitales y la confiscación de los bienes de todos los que saquearon al país.
Ese tipo de medidas pueden brindar los recursos para salir rápidamente de la miseria extendida que padecen millones de personas, situación que es utilizada demagógicamente por la derecha para justificar el pedido de “ayuda humanitaria”.
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