La dirección sindical del ultrakirchnerista Daniel Catalano no habla de imperialismo ni de injerencia norteamericana en la región.
Un olvido grave, si se tiene en cuenta que el golpe en curso en Venezuela ha sido convocado a través de un discurso del vicepresidente de Donald Trump, Mike Pence, llamando a las fuerzas armadas para que derroquen a Maduro e impongan al autoproclamado Juan Guaidó.
Siguiendo con las bravuconadas y amenazas de John Bolton, asegurando que el presidente venezolano podría elegir una tranquila playa para su retiro o terminar en la prisión militar de Guantánamo y el nombramiento de Elliot Abrams, organizador de la Contra nicaragüense y el golpe fallido contra Chávez en el 2002.
Por último, la administración de Trump ha desviado los recursos que corresponden al Estado venezolano a las manos de Juan Guaidó con el objetivo de secar esas arcas del gobierno de Maduro.
El sindicalismo kirchnerista porteño, representado por Catalano, se queda en la forma denunciando la “prepotencia” y no hace mención al contenido, que se trata de un acto neocolonial e imperialista, con una brutal injerencia en los asuntos internos de Venezuela, un acto de violación de la soberanía nacional de un país latinoamericano.
Se trata del retorno a la doctrina Monroe que, bajo el lema “América para los americanos”, consideraba todo lo que estuviera al sur del Río Bravo su patio trasero.
No denunciar la mano del imperialismo, sus intereses económicos (el petróleo) y geopolíticos (ponerle un freno a la presencia de China y Rusia en América Latina) es encubrir el verdadero sentido de la intervención norteamericana y del golpe en curso.
Por otra parte, las consignas subordinadas de la convocatoria de Catalano, por “la paz y el diálogo”, muestran que esta fracción del kirchnerismo sindical no se propone derrotar la intentona golpista llamando a los trabajadores a movilizarse masivamente a la embajada norteamericana, sino del lado de la negociación con los golpistas y el imperialismo.
Esta política es sostenida por referentes del progresismo latinoamericano como José Mugica o sectores enteros del peronismo, incluidos los K, que especulan con poder convencer al imperialismo de que son buenos colaboradores de sus políticas como lo demostró en Argentina el kirchnerismo votando la Ley Antiterrorista o enviando tropas para garantizar la ocupación militar de Haití con las misiones de la Minustah.
El llamado a la paz y el diálogo le da legitimidad y legalidad al reclamo de la derecha golpista que se ha autoproclamado gobierno paralelo tan solo por el apoyo de los Estados Unidos, los gobiernos cipayos de América Latina y la Unión Europea.
Le otorga, además, un apoyo a Nicolás Maduro que también busca una solución negociada, mientras regimenta a las masas pobres y trabajadores y llama a confiar en las Fuerzas Armadas como defensoras de la legalidad y la soberanía nacional.
Ciertamente el régimen de Maduro se jacta de haber pagado U$S 72 mil millones de deuda externa y ha permitido la fuga del país de más de U$S 600 mil millones de los capitalistas venezolanos y extranjeros.
A su vez, ha aplicado un brutal ajuste contra el pueblo trabajador liquidando por ejemplo el convenio colectivo de los trabajadores estatales.
La razón de fondo de la posición de la dirección kirchnerista de ATE Capital es acompañar el corrimiento al centro político de Cristina Fernández de Kirchner en el tema, quien no ha pronunciado palabra alguna al respecto hasta el momento.
Quizás especula que puede cerrar la brecha que divide al peronismo entre los que apoyan a Trump y la injerencia directa, como Pichetto o Massa, y los que no.
Pero también la especulación kirchnerista tiene por fin despegarse de la descomposición del régimen de bonapartismo militar de Maduro al cual apoyaban sin crítica alguna cuando reprimía las movilizaciones populares contra el hambre y cercenaba las libertades democráticas del pueblo pobre y trabajador.
El kirchnerismo se acopla a una política de conciliación con el golpismo y el imperialismo. El relato y la retórica “nacional y popular” se muestra como un discurso vacío para una fuerza que ha declarado que, de gobernar, respetaría los acuerdos con el FMI que están desangrando al pueblo trabajador.
Se ubican así como furgones de cola del imperialismo, cuando éste retoma una brutal ofensiva para redoblar la opresión sobre nuestro pueblo.
La dirección de Daniel Catalano coloca a ATE no como un factor de movilización de los trabajadores contra el golpe impulsado por el imperialismo sino como una fuerza de presión para una salida negociada.
El FIT fue el primero en movilizarse planteando claramente la lucha contra el golpe impulsado por el imperialismo, señalando las causas que lo promueven, los intereses enfrentados y la necesidad de la movilización independiente de obreros y campesinos y la solidaridad de los trabajadores de América Latina contra el golpe y la injerencia imperialista y contra la política represiva y antiobrera de Maduro, por una salida anticapitalista de obreros y campesinos. |