Hanói, Vietnam, fue el escenario del esperado segundo encuentro entre ambos. La primera reunión realizada en Singapur había dejado muchos puntos sin resolver, en especial la imposición estadounidense para que se desmantelara en el centro de investigación nuclear norcoreano.
La histórica segunda cumbre que transcurrió en el legendario Hotel Métropole de Hanói, traía más expectativas que avances previos reales. Trump en los días previos buscaba presentar el encuentro como una victoria de su política exterior, sin tener la certeza de cuanto podría avanzar en acuerdos concretos.
En un breve receso de las reuniones, pensado para las fotos de ocasión, un periodista le preguntó a Kim si pensaban tocar el tema de los derechos humanos, pero Trump evitó la respuesta del norcoreano al comentar “Hablaremos de todos los temas”.
Las negociaciones en privado no avanzaron, a tal punto que la mitad del programa preanunciado de la cumbre se canceló -incluyendo un almuerzo y la firma de un documento- y cada presidente partió inesperadamente hacia su hotel. En medio de esa suspensión abrupta Trump dio una conferencia de prensa en la que afirmó nuevamente que Corea del Norte “tiene un gran potencial” pero que esta vez no se decidieron por ninguna opción para avanzar en un acuerdo: “llevará tiempo”.
La mayor traba para un avance en las negociaciones son las sanciones que impone Estados Unidos contra Corea del Norte: “no pudimos… quisiera hacer esto bien, antes que rápido” dijo Trump.
Las sanciones impuestas sobre el régimen norcoreano y las áreas a desmantelar en el centro de investigación nuclear de Yongbyon, epicentro del programa atómico norcoreano, constituyen el muro con el que ambas partes se han topado en Hanói y que finalmente ha impedido la firma de una declaración conjunta. Pionyang dejó hoy claro que de momento solo está abierto a desmantelar una parte de Yongbyon y para hacerlo pone como condición previa que se levante todas las sanciones estadounidenses y de la ONU que se amontonan sobre el régimen desde 2006.
Aún no está claro si luego del fracaso habrá una tercera cumbre. Trump no dio ninguna garantía de que vaya a reunirse de nuevo con Kim, aunque insistió en que la despedida fue "amistosa".
El presidente de Estados Unidos insinuó que no volverá a programar una cumbre si no hay avances más claros en las conversaciones entre sus equipos. "Yo esperaría que (la tercera cumbre) sea pronto, pero también podría no producirse en mucho tiempo", reconoció.
El final abrupto también impidió la firma de la paz definitiva entre las dos Coreas, uno de los objetivos más esperados de este segunda cumbre. Si bien algún tipo de acuerdo en este sentido sería esencialmente simbólico, habría tenido un peso especifico para una región que sigue técnicamente en guerra tras el armisticio de 1953, firmado por Pionyang y Washington (en representación del Comando de Naciones Unidas).
El intento de Trump por atraer a Kim Jong un en base a promesas de inversiones para desarrollar “el gran potencial” norcoreano sonaron a poco como moneda de cambio para que Corea del Norte entregue su avance en materia de desarrollo nuclear. El presidente estadounidense exigía que se aceptaran sus condiciones sin otorgar a cambio más que alguna relajación en parte de las sanciones impuestas.
La cumbre no paso de las fotos de ocasión y los saludos protocolares sin avances en relación a los acuerdos alcanzados en Singapur. Un revés para Trump que buscaba mostrar algún éxito internacional, mientras los halcones de su gabinete posan sus garras sobre Venezuela. |