Advertencia: Las idas y vueltas de los políticos cordobeses pueden ser engorrosas de entender.
Nuevo nombre, la misma política
Unión por Córdoba se dio una lavada de cara, incorporando a dirigentes y varios grupos menores en la provincia. La nueva marca electoral es Hacemos por Córdoba, donde el peronismo continúa siendo, por lejos, la fuerza hegemónica. El candidato a gobernador, como era sabido, será Juan Schiaretti, que buscará su tercer mandato.
La trayectoria de los recién llegados con el oficialismo fue tensa en muchos momentos. Quizá la novedad más significativa sea la presencia de Esteban Avilés, intendente de Villa Carlos Paz, quien sería el primer o segundo candidato a legislador provincial.
Avilés, quien transcurre su segundo mandato como intendente, tiene orígenes radicales, pero en la actualidad lidera un partido vecinal, Carlos Paz Unido. El 60 % de los votos que logró en 2015, así como su ascendente sobre toda la zona del Valle de Punilla, hizo que fuera seducido tanto por el peronismo como por Cambiemos. Mantuvo una posición oscilante y no se definió abiertamente por ninguno, pero desde hace varios meses, junto a la caída de la imagen de Macri, se acercó al peronismo. Durante un tiempo se especuló que levantara una candidatura independiente con la intención de dividir votos en la oposición burguesa, trabajando de forma indirecta para el oficialismo. Son muchas las fotos que se sacó con distintos referentes.
Por otro lado, se incorpora al Partido Socialista, quien tiene la municipalidad de Cosquín, pero más allá de eso se ha convertido una fuerza marginal en el resto de la provincia. Sin dirigentes reconocidos ni militancia, su incorporación responde más a una devolución de favores con el gobernador Lifschitz de Santa Fe, quien fue incorporado a Alternativa Federal, donde juega Schiaretti a nivel nacional. Se puede decir que la mayor coincidencia que tienen ambos mandatarios es la defensa a ultranza del monocultivo sojero y mantener las ganancias extraordinarias de los capitalistas del campo. Lifschitz y Schiaretti también son fervientes defensores de las multinacionales de la industria. El PS cordobés, luego de abandonar el Frente Cívico, se presentó en soledad en 2015 y quedó en el último lugar. En 2017 armó un frente con Libres del Sur y el PCR que no logro superar el 1 % de los votos.
Por otro lado, también se incorpora el GEN de Margarita Stolbizer, que al igual que el PS y el MST fue parte del Frente Cívico de Luis Juez. Su principal dirigente es el abogado Miguel Ortiz Pellegrini, quien ocupó una banca en la Legislatura hasta el 2010. Fue obligado a renunciar por una embestida del mismo peronismo, que planteó una cuestión de privilegio porque el letrado litigaba contra el Estado mientras era legislador provincial, cosa expresamente prohibida por la Constitución provincial. Luego de dejar la banca se dedicó a defender a los policías que se autoacuartelaron en diciembre de 2013, buscando impunidad para los jefes que estaban involucrados en uno de los tantos narcoescándalos que tuvo la Policía provincial.
Si Schiaretti sumó apoyos por el lado de los autodenominados progresistas, también los tuvo del kirchnerismo. Además de los tres legisladores y decenas de dirigentes que se pasaron a las filas del oficialismo desde el 2015, ahora sumaron el ex intendente Daniel Giacomino (que también viene de la UCR y también pasó por el juecismo). Recordado como uno de los peores intendentes de la historia, Giacomino alguna vez se autodefinió como “soldado de Cristina”. En 2015 se presentó a la intendencia con el sello del Frente para la Victoria y no llegó al 2% de los votos. Schiaretti debe estar muy seguro de ganar como para recibir con un abrazo a tal personaje.
Del arcón de los recuerdos apareció además el Partido Intransigente, que solo puede aportar su legalidad.
Además de todo este barniz “progresista” para intentar cubrir un poco uno de los gobiernos más antiobreros y pro empresariales del país, se mantienen en el oficialismo el partido FE del extinto Momo Venegas y el Partido Liberal Republicano, de los ex ucedeístas que se negaron a convertirse al PRO.
Lugarcito se busca
La ruptura de Cambiemos sepultó las intenciones del kirchnerismo “oficial” de incorporarse a la coalición oficialista. Con la reelección prácticamente asegurada, Schiaretti ya no necesita confrontar permanentemente con el macrismo para sumar votos. En ese marco, las declaraciones del diputado Pablo Carro, que vaga como alma en pena por los medios de comunicación señalando la “muy buena gestión del gobernador” o lamentándose de que no asistiera al congreso nacional del PJ, cayeron en saco roto.
Carro también ha señalado que el fallecido José Manuel De la Sota dejó trunco “un armado de centroizquierda”. Nadie que se haya asomado aunque sea unos minutos a la política cordobesa puede creer que esta afirmación sea siquiera verosímil.
Para la elección municipal, los K todavía no tienen candidato, pero sí muchas conversaciones. Por un lado, están coqueteando con el concejal Marcelo Pascual, quien fuera candidato de Unión por Córdoba y en el 2015 entró al Concejo Deliberante con ADN, el partido del periodista Tomás Méndez. Apenas iniciado su mandato, Pascual votó a favor del endeudamiento de la municipalidad y rompió con ADN. En estos cuatro años ha sido aliado del radicalismo.
El otro que está en la mira de Carro es Daniel Passerini, actual legislador y hombre de extrema confianza de De la Sota. Passerini se ha mostrado en redes sociales en diversas actividades con La Cámpora y otros dirigentes kirchneristas. Es uno de los heridos que dejó la reunificación del PJ bajo el mando de Schiaretti, ya que pretendía ser candidato a intendente por Unión por Córdoba, pero todo indica que el elegido del gobernador será Martín Llaryora.
Como ya se ha indicado previamente en este medio, la historia y los halagos actuales de la dirigencia kirchnerista al partido que gobierna hace 20 años anticipan una nueva estafa al electorado que los vota para ser oposición.
Cambia, todo cambia
En el caso de Cambiemos, Ramón Mestre parecía tener más sencillo el armado provincial, ya que iría con la histórica Lista 3 del radicalismo y cuenta con el panorama despejado. Pero tiene una complicación en el caso municipal, ya que su candidato que más mide, Rodrigo De Loredo, todavía no le confirmó nada. La historia de De Loredo es rara: siempre estuvo enfrentado a Mestre porque es yerno del ministro Oscar Aguad, aunque se dice que la relación entre ellos está rota y hace cuatro meses que no hablan. Al mismo tiempo, es muy cercano a Marcos Peña, de hecho, nadie entiende por qué no lo pusieron como candidato a intendente de Negri para bloquear las aspiraciones de Mestre. Lo cierto que la Casa Rosada le ha ofrecido algún cargo (tal vez diputado en octubre) y está pensando mejor si se enfrenta a Macri o no.
Por el otro lado, el frente entre Mario Negri, el PRO y el Frente Cívico de Luis Juez, empezó mal y sigue peor. El domingo, cuando ya se había decidido la ruptura de Cambiemos, Luis Juez declaró que el PRO cordobés es el espacio político más retrogrado de la provincia. Para completarla, el legislador más reconocido y activo del Frente Cívico, Juan Pablo Quinteros, renunció esta tarde a su banca y al partido, enojado porque le habían ofrecido ser tercer concejal.
Siempre del mismo lado
Lo que se describe en esta nota no es nueva: cada cuatro años se renuevan los pases de uno a otro partido cordobés. Los partidos patronales de Córdoba, más allá de tal o cual punto de sus programas de gobierno, hacen sus propios negocios electorales para enriquecer a los mismos de siempre. Mientras tanto, en Córdoba avanzan la desigualdad y el trabajo precario. Es un espectáculo decadente ver cómo en la provincia con la inflación más alta y donde las grandes mayorías no llegan a fin de mes, la casta política está más preocupada por cómo reciclarse.
En tanto, el Frente de Izquierda, que está y estuvo siempre del mismo lado, formalizó este miércoles la presentación de su alianza. Es encabezada por militantes con trayectoria y coherencia en la pelea por los derechos de los trabajadores, las mujeres, el medio ambiente y la juventud, como Liliana Olivero, Laura Vilches o Eduardo Salas. A ellos se suma una nueva generación de jóvenes luchadores como Noel Argañaraz entre otros.
Ninguno de los partidos tradicionales tiene nada que ofrecer a la juventud precarizada, a los y las estudiantes, a las mujeres que luchan por sus derechos, ni a las familias laburantes. Frente a los partidos del cordobesismo, de la soja y las multinacionales, hay que construir una alternativa política para dar vuelta la historia. |