Volvieron a empezar las clases. Llegás a las corridas al primer teórico porque sabés que si lo hacés tarde es muy probable que te tengas que sentar en el piso, o empezar a dar vueltas por los pasillos para ver donde hay una silla tirada para tomar prestada. Venís quemado del laburo, así que antes pasás por el puestito de café y te sorprendés de que esté rondando los 50 pé el cortado necesario para bancarse la jornada. Llegas a la clase, te encontrás con amigues, en seguida empezamos a bardear el aumento del bondi y llegamos a la conclusión de que gracias al tarifazo la facu esta llena de bicis, que ya no hay lugar donde atarlas, porque cada vez son más los que tienen que pedalear para poder llegar a fin de mes.
Ahí varios comentan que tal amigo empezó a laburar en esas mierdas de delivery diseñada para precarizar a la juventud. Nos da bronca porque también nos hace acordar al amigo que todos sabemos que este cuatrimestre no pudo anotarse en las materias, y otros que están haciendo la mitad porque no puede pagar los apuntes y viáticos. La oferta horaria cada vez es peor, los que laburan tienen que hacer malabares con el tiempo para poder congeniar los horarios, y los que andamos buscando trabajo nos anotamos en lo que encontramos, sin saber si podremos concluir el cuatrimestre por si nos sale alguna changa en ese horario.
Mención aparte merecen las cientas de estudiantes que a la vez son madres y se encuentran día a día con una dificultad doble para mantener sus estudios, por el hecho de no contar ni siquiera con guarderías familiares para el uso de toda la comunidad educativa de manera gratuita y en cada establecimiento. El presupuesto universitario no solo excluye esta realidad, sino que también se encarga de desfinanciar o directamente no otorgar fondos para los programas y protocolos contra las violencias de género.
Como si fuera poco, entrás a la primera clase de didáctica y son bien contundentes: el acceso a la docencia cada vez es más difícil, las condiciones de laburo son peores y el contenido de la materia bien lejos de la precarización en que se encuentra la educación. Esta realidad llega también a los docentes universitarios que siguen peleando todavía por los aumentos salariales que quedaron abiertos del año pasado, junto al reclamo salarial para este año que sabemos viene convulsionado, con la inflación y el dólar que suben todos los días.
En la UBA la precarización laboral también es moneda corriente. Para dar solo un ejemplo nos podemos referir a los mal llamados "docentes ad honorem", que abundan y siguen viniendo todos los días a poner cuerpo y cabeza de manera gratuita. En el caso de los trabajadores mal llamados no-docentes de las facultades, casi la mitad se encuentra encuadrado en la categoría más baja y con la traba de que a muchos no les permiten acceder a categorías profesionales siendo hasta egresados de la propia facultad donde trabajan.
Sin embargo el rectorado de la UBA vive en su burbuja, bien lejos de los problemas de las mayorías de estudiantes y docentes que acá tratamos de retratar desde nuestras propias experiencias en el país gobernado por el FMI. Para ver esto no hace falta irnos muy lejos. El miércoles de esta misma semana tuvo lugar la sesión del Consejo Superior en la que se reunieron los decanos de cada facultad de la UBA para avalar un presupuesto de miseria que agudiza las pésimas condiciones a las que nos referimos.
Los votos mayoritarios los dieron macristas, radicales y peronistas, mientras que la decana Morgade de Filosofía y Letras con el decano Reboreda de Exactas, junto a lxs consejeros kirchneristas ni siquiera se animaron a votar en contra. Una vez más con sus frías abstenciones son cómplices de seguir garantizando el ajuste en las universidades, al igual que lo hacen a nivel nacional ante las políticas de Macri y en cada provincia donde gobiernan. Un presupuesto que ni el Rector en el acta pudo esconder, que no alcanza para nada más que para algunos sueldos y que por más que afirma que el monto no alcanza para "garantizar el normal funcionamiento" y teniendo por potestad la posibilidad de llevar adelante medidas para revertir la situación, según el acta firmada, la realidad es que en la universidad se mantiene hoy con partidas presupuestarias extraordinarias, que el presupuesto de 21 mil millones no alcanza ni siquiera para las obras que se están realizando.
Los colores políticos son distintos, pero todos siguen sin chistar los lineamientos del FMI, porque sabemos que gobierne quien gobierne la política de desfinanciar a las universidades es común al gobierno de Macri y la falsa oposición peronista/kirchnerista. Ya lo vimos el año pasado cuando todos estos partidos, a excepción del Frente de Izquierda, votaron en el congreso y el senado un presupuesto ajustador para el 2019 que solo significa más hambre para el pueblo trabajador.
La votación del presupuesto nacional nos había encontrado organizades y en las calles, porque después de muchos años el movimiento estudiantil a lo largo y ancho del país se había levantado desde abajo y lo estaba cuestionando todo. Fuerzas había para seguir esa pelea, pero las direcciones kirchneristas de los sindicatos docentes, se encargaron junto a los decanos de cerrar este proceso.
Este año se destinarán 746.389 millones de pesos solo para el pago de los intereses de la deuda, lo que equivale nada más y nada menos que a 5,4 presupuestos para las 57 universidades nacional. Son claras las prioridades de los de arriba. Las universidades, los hospitales, los colegios, hasta hoy se mantienen de manera precaria, pero lo que se viene será peor. Es por eso que necesitamos medidas urgentes y los únicos interesados somos los estudiantes, los docentes y todos los trabajadores de la universidad.
Desde En Clave Roja en el Frente de izquierda exigimos dejar de pagar la deuda ilegítima y destinar, por ejemplo, parte de ese dinero para financiar planes de becas integrales para que la gente no tenga que elegir entre estudiar y trabajar, además de adecuar todas las rentas en la universidad. Para mínimamente garantizar que todos nuestros compañeros puedan seguir cursando y yendo a trabajar, necesitamos un boleto educativo para toda la comunidad educativa en todos los niveles. Necesitamos que nuestras facultades cuenten con comedores universitarios, guarderías familiares, aulas en condiciones e insumos para la cursada.
Todo esto no nos lo va a regalar ningún gobierno, tenemos que organizarnos y pelear para arrancarles el presupuesto a los millonarios que gobiernan el país al servicio del FMI, desde la Rosada, las gobernaciones provinciales y los que se pintan de "oposición" pero no hacen más que garantizar el ajuste. Son ellos y sus ganancias o es nuestra educación y trabajo. No hay otra. |