No basta con tener trabajos precarizados, sino también que dentro de la misma facultad cada vez son más las trabas que se nos ponen a quienes queremos continuar con nuestras carreras. “Hoy una estudiante, compañera mía, se tuvo que ir de la clase porque no le aceptaban el certificado de trabajo (lo tenía en la mano). La respuesta del docente a cargo de la comisión fue que ya tenía ausente y que su certificado no lo justificaba”, comenta una compañera.
“Esto pasó en una práctica de Neurobiología. Estoy segura que nos pasa a muchos, yo misma salí del trabajo y tuve que gastar mis últimos pesos de la semana en un taxi para llegar a tiempo, pero ¿qué pasaba si no tenía plata para el taxi y era yo quien llegaba tarde? Seríamos dos personas en una comisión con el ausente, y ese ausente puede generar hasta perder la materia, ¿cuántos alumnos estudiamos así en la Facultad de Psicología? ¿Cuántos más pasan por esta situación?”, agrega.
Plata para educación, no para el FMI
Nuestras vidas se van precarizando aún más al calor de las crisis. El 61% de las personas de 18 a 24 años que trabajan (un millón de jóvenes), no están registradas ni tienen derechos laborales. En Tucumán son 3 de cada 4 jóvenes. La juventud cobra 40 % menos que la población adulta, un promedio de 13 mil pesos (un tercio de la canasta familiar). 2.500.000 jóvenes entre 16 y 24 años que son pobres, más allá de si trabajan o no. Todos los partidos políticos tradicionales plantean que somos nosotros los que tenemos que pagar los platos rotos de la crisis, porque en el fondo comparten que hay que seguir las órdenes del FMI.
La implementación de una triple banda horaria nos permitiría cursar a los que trabajamos. Ni hablar de becas integrales. Pero para eso hay que pelear por mayor presupuesto y que los miles de millones que van para la deuda externa sean destinados para la educación. Todos los partidos, comenzando por el PJ y Cambiemos, dicen que hay que pagar la deuda hipotecando nuestro futuro. Solo el Frente de Izquierda plantea que hay que romper con el FMI.
Nosotros no podemos resignarnos a los planes de miseria que tienen los gobiernos para los jóvenes. A que comencemos a trabajar para poder estudiar y después dejar de estudiar porque tenemos que trabajar para sobrevivir. Tenemos que transformar nuestra bronca en organización para que junto a los trabajadores y las mujeres que vienen de protagonizar la marea verde impulsemos una salida donde la crisis la paguen los capitalistas. |