El domingo el diario La Nación publicó un informe especial sobre abusos sexuales cometidos por curas de la Iglesia católica en Argentina. La investigación pretendió ser precisa en cuanto a números y casos, pero no lo logró.
El artículo afirma que en los últimos veinte años “hubo por lo menos 63 denuncias” contra abusadores y violadores con sotana. Y pese a que todos los casos mencionados sobresalen por lo aborrecibles y evidencian una práctica extendida y hasta naturalizada intramuros, al enumerarlos queda en evidencia lo incompleto de la información.
Por caso, el informe especial se “olvidó” de Eduardo Lorenzo, excapellán general del Servicio Penitenciario Bonaerense durante las gobernaciones de Duhalde, Ruckauf, Solá, Scioli y Vidal; sobre quien pesa desde el año 2008 una denuncia penal por abusos sexuales contra al menos un adolescente en Gonnet. Su caso, encima, en los últimos meses volvió a tener gran repercusión mediática.
Pero más allá de los datos sobre casos expuestos en el informe especial, la publicación de La Nación tiene una característica particular: intenta mostrar a una jerarquía eclesiástica supuestamente comprometida con la búsqueda de verdad y justicia para las víctimas. Nada más alejado de la realidad.
Uno de los objetivos evidentes de La Nación con este informe es intentar mostrar a Jorge Mario Bergoglio como un papa diferente a sus antecedores y hasta decidido a “terminar con esta ‘monstruosidad’”, siendo este “el gran desafío del pontificado del papa Francisco y de la Iglesia Católica”. Obviamente, para tal fin no mencionan los mil y un intentos fallidos de cientos de víctimas de abusos en todo el mundo que buscaron acercarse a él y fueron deliberadamente ningunedas y hasta despreciadas.
Para abonar la idea de que la jerarquía de la Iglesia católica argentina, alumbrada por el papado de Bergoglio, está dispuesta a “erradicar” los abusos sexuales dentro de sus muros de silencio y obediencia, La Nación entrevistó a Sergio Buenanueva, el obispo de San Francisco (Córdoba) que es coordinador del Consejo Pastoral de Protección de Menores y Adultos Vulnerables de la Conferencia Episcopal Argentina.
Las declaraciones de Buenanueva provocaron la reacción de quienes llevan muchos años luchando en Argentina contra los abusos de sacerdotes y contra el encubrimiento de esos crímenes por parte la curia. Carlos Lombardi, el representante legal de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, salió al cruce de varias de las afirmaciones del obispo de San Francisco.
“Él es parte del sistema de encubrimiento”
Para el abogado de la Red de Sobrevivientes, las declaraciones de Buenanueva “son realmente lamentables. Cuando dice que hubo ‘un sistema enfermo en la Iglesia que encubría los abusos’, es de un cinismo atroz. No sólo hubo. Actualmente, el sistema de encubrimiento continúa”.
Lombardi asegura que el mismo Buenanueva “es parte del sistema ya que -como sostiene el exsacerdote mexicano Alberto Athie- existen tres niveles de responsabilidad institucional. El primero es el del cura abusador. El segundo, del obispo encubridor, el que aplica las normas pergeñadas en el Vaticano para proteger a los violadores. El tercer nivel, es el de aquellos que han elaborado premeditadamente el sistema, concentrado en el Código de Derecho Canónico, el auténtico huevo de la serpiente”.
En ese sentido afirma que “ejemplo actual de la vigencia del sistema es el caso de los monjes del Cristo Orante, Mendoza, donde al denunciante le siguen ocultando el estado de la investigación canónica. Este acto de manipulación y auténtico abuso de poder, lo lleva a cabo un burócrata clerical que le encanta jugar al juez. Hablo del cura Ricardo Medina, juez del Tribunal Interdiocesano Bonaerense”.
El abogado cuestionó otra de las declaraciones de Buenanueva. “Cuando se refiere que ‘la Iglesia argentina no tiene un registro de abusadores entre sus miembros’, está reconociendo una cuestión que forma parte de la estrategia institucional: el mantenimiento de los archivos secretos, caja de Pandora donde van a parar, conforme el canon 1339 inciso 3 del Código Canónico, todas las denuncias y amonestaciones a los abusadores”.
Para Lombardi “es una obviedad que no quieren tener un registro de abusadores porque de inmediato quedaría reflejada su propia responsabilidad, su connivencia con los violadores”.
Tartufo con sotana
Para el abogado de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexual Eclesiástico, Sergio Buenanueva es una mala copia del personaje de la comedia Tartufo o el impostor de Moliere, sobre todo cuando el mismo obispo se pregunta “cómo fue posible” que la Iglesia perdiera de vista que el bien para defender no era la “buena imagen” de la institución sino a las personas “que Cristo ha puesto en el centro” de su cuidado.
“Es una expresión digna de Tartufo. Semejante acto de hipocresía oculta cómo el propio Buenanueva es parte del mecanismo ilícito”, afirma indignado Lombardi.
Esa hipocresía, agrega el letrado, se refleja en otras respuestas dadas por el cura en la entrevista de la Nación. Por ejemplo, cuando le preguntaron si en este tema está en juego la supervivencia de la Iglesia, Buenanueva respondió “totalmente, la caída en la credibilidad hoy es el gran tema trabajado en la cumbre del Vaticano y quienes están aconsejando al Papa más de cerca lo plantean con crudeza”. O cuando, hablando de los traslados de curas abusadores de un lugar a otro, afirmó que “es dramático: no había conciencia del daño que esto significa en la persona. Hay que pensar que muchas víctimas se han suicidado, eso es terrible”.
Lombardi se pregunta: “¿no había conciencia? ¿hoy la hay?” Y sugiere preguntarle “entonces al obispo de La Plata Víctor Manuel Fernández, por qué sigue sosteniendo al cura Eduardo Lorenzo, denunciado por abuso sexual a un joven y nombrado a principios de este año en el colegio Nuestra Señora del Carmen, en Tolosa”.
Lombardi sugiere que también se le puede preguntar al obispo de Mendoza, Marcelo Colombo, “quien esgrimió como fundamentos para pedir una prórroga de jurisdicción para juzgar al monje Diego Roqué -es decir, que le saquen el problema de encima- ‘la necesidad de ofrecer la más absoluta independencia e imparcialidad al acusado’ y ‘evitar, conforme antecedentes que ya existen en la Arquidiócesis de Mendoza y con resultados negativos para la misma, la posible judicialización, en sede estatal, de las actuaciones de nuestro tribunal’”.
El tema de los abusos sexuales en la Iglesia católica nunca deja de estar en el tapete. A veces porque surgen nuevas denuncias que ponen en evidencia tanto la voluntad de la curia por salvar a sus “ovejas descarriadas” como por demonizar a la víctimas denunciantes. A veces porque es el mismo Bergoglio quien, acuciado por las críticas a nivel internacional, lanza diatribas “honrosas” pero muy poco sustentables y hasta organiza eventos para lavarle la cara a un Vaticano podrido hasta la médula.
Ahora La Nación hizo una nueva contribución a esa operación de maquillaje, fiel a su tradición de bancar a las instituciones estatales o paraestatales que ostentan el poder explotadaor y opresor. Es, en definitiva, el mismo diario que se asoció a esa institución oscurantista y medieval para darle una justificación moral, teológica y épica a cuanto genocidio se perpetró en estas tierras. Nada que sorprenda pero sí mucho que indigna. |