Un debate se abrió entre las feministas: ¿hay que denunciar a los “telares” o “flores de la abundancia" por estafa? ¿y qué pasa con los grandes bancos que amasan ganancias millonarias? Un problema de fondo: cómo salir de la crisis económica que afecta fuertemente a las mujeres.
El debate feminista estuvo empapado recientemente por un tema particular: las finanzas. Casi todas nosotras seguramente tuvimos algún tipo de contacto con los llamados “telares de la abundancia” (o también flores, mandalas, etc). Una amiga, compañera de trabajo, un familiar, alguien que entró a ese círculo (en general de mujeres) o fue ofrecida de participar.
El objetivo: tener ingresos multiplicados sobre la base de la confianza y, en ciertos casos, del empoderamiento femenino. Si todo sale bien la ganancia es de 700 %. Suena muy tentador, pero hay un problema: es un engaño. Para que unas ganen, otras necesariamente tienen que perder.
Desde ya, el mundo de las finanzas en el capitalismo está muy lejos de ser una panacea o, ni si quiera, una alternativa confiable. Sobra el lucro, la usura y el aprovechamiento de la necesidad de las y los que menos tienen. Actualmente sacar un préstamo personal de un banco o una entidad financiera puede implicar un costo de más de 100 % anual. Más aún si buscamos “plata ya” de cualquier financista que no exige papeles.
Estas tasas tan elevadas son el resultado del actual modelo económico apoyado como una piedra angular sobre la especulación financiera (con los ciclos de “bicicletas financieras”, las ganancias millonarias de los bancos de más de 200 %, entre otros).
Para que este modelo se sostenga, son miles las y los que están cayendo todos los días en la pobreza y en la desocupación, cae la capacidad adquisitiva de los hogares y se intensifica la carga del trabajo doméstico, así como la búsqueda de más changas, horas extra y otros rebusques para llegar a fin de mes. La mayor necesidad de endeudamiento con tarjetas de crédito o en distintos canales financieros es un resultado también de ello.
Las mujeres son quienes muchas veces terminan soportando esta mayor presión por sostener el hogar. Probablemente exista una relación entre este hecho y la difusión reciente de los telares como círculos de mujeres (en su mayoría), a la búsqueda de una solución mágica que no consiguen ni en el mundo laboral ni los préstamos tradicionales.
¿Por qué entonces ensañarse con mecanismos paralelos a los legales, construidos entre personas cercanas que supuestamente se unen para ayudarse mutuamente en un contexto de crisis? ¿Por qué no poner en primer lugar la denuncia contra las corporaciones financieras, y no contra los “telares” que indirectamente apuntan así contra las mujeres?
Nunca mejor aplicada la frase “una cosa no excluye la otra”. No es ni en la falsa sororidad de los telares ni en la continuidad de una economía digitada por el FMI y su plan de ajuste como las mujeres podrán hacer frente a la crisis.
Por qué los telares son un engaño
Desde el punto estrictamente económico, el engaño radica en que el telar no implica ninguna actividad productiva que incremente o valorice la inversión inicial. En otras palabras, es plata que circula, un pasa-manos. No hay ninguna “ganancia incrementada” (generación de más valor), sino que todo el mecanismo se sostiene mediante la entrada permanente de nuevas o nuevos participantes.
En economía (o teoría de los juegos) eso se llama “juego de suma cero”: para que unos ganen, otros tienen que perder. Más concretamente, la relación es 7 % ganando a costa del 93 % restante.
Esto fue expuesto en varios artículos recientes de forma muy clara, (como el de Candelaria Botto o en el de Astromora y Lu Martínez en LatFem). Estefanía Pozzo también explica que los telares consisten en una estructura piramidal (aunque la edulcoren con palabras friendly como telares, flores, etc), en donde cada telar se compone de 15 personas. Las 8 que ingresaron últimas ponen dinero (algunas flores piden 200 dólares, otras flores exigen incluso más de mil), pero solo una retira, la que está en la cúspide de la pirámide (o centro de la flor, o el “agua=recibir”).
Cada una de las personas que entró debe incorporar a dos personas. Y así el telar se divide en dos, en donde las dos “tierras=apoyar” anteriores, que estaban cercanas al agua (o segundo peldaño de la pirámide) ascienden y se convierten en agua, cada una liderando una flor o telar distinto.
La multiplicación de telares es así exponencial. Para que el último elemento de la flor (fuego) haya “progresado” cuatro veces hasta ser agua (el centro de la flor, a quien le toca cobrar el dinero) y todas las personas reciban su “regalo”, se habrá necesitado que el telar se repita 5 veces para multiplicar 8 veces el dinero que pusieron para ingresar, formando 16 sistemas e involucrando a 240 nuevas personas. Pero aún hay 224 personas sin cobrar (93 %).
Para que este mecanismo no deje sin cobrar a nadie, el sistema se tiene que extender hasta el infinito. Llevándolo a un extremo: cuando todo el universo posible de gente con ingresos suficientes que puedan costear la inversión inicial (algunas incluso se juntan de a varias porque no llegan) hayan puesto plata, el flujo permanente de dinero se cortará. Pero no hace falta ir hasta ese punto idealizado, basta con pensar que algunas personas no encuentran a dos conocidos para incorporar al circuito, y ya algunas no recuperarán la plata inicial que pusieron.
Quizás algunas participantes, aun sabiendo cómo es el mecanismo, optan igualmente por correr el riesgo en pos de conseguir el tan esperado resultado de ganancias siderales, no obtenibles en ningún otro lugar, o entran por desesperación o falta de ingresos. Además, muy posiblemente quienes ingresaron no hayan entrado en la cuenta de lo expansivo y la magnitud del riesgo al que se sometieron y sometieron a otras personas.
El segundo engaño es más sutil, y es lo que le da sostén a la trama anterior. Se trata de un convencimiento de que lo vulnerable del mecanismo descripto más arriba puede ser contrapesado con una fuerte “red” de confianza y solidaridad. Dado que ingresamos al telar por conocidos, y que es gente que llevó a gente, que de alguna forma no quiere perjudicar a nadie sino que busca “salvarse” a sí misma, pues eso debería funcionar.
Más aún, esto se complementa a veces con la idea de que se trata es que “entre mujeres” podamos ayudarnos a salir adelante, lograr nuestras metas, y un sinfín de frases bonitas tomadas y apoyadas en el fuerte movimiento de mujeres, que enmascaran que en realidad el mensaje principal es “hacer un buen negocio”. Algo que está en las antípodas de cualquier valor emancipador.
¡Vivas, libres y desendeudadas nos queremos!
Luci Cavallero y Verónica Gago, en una nota en Página 12 plantean que si bien hay casos puntuales de abuso en los “mandalas” o “telares”, no es la experiencia de la mayoría. Argumentan que la virulencia reciente contra esos métodos intenta ocultar el verdadero carnaval financiero en el país que, sobre la base de la experiencia reciente de las Leliq (Letras de Liquidez, y antes con las Lebac), se traduce en “empobrecimiento generalizado y toma de deuda por parte del Estado a escalas nunca vistas”.
El argumento principal es que detrás de esta ofensiva contra los “mandalas”, etc, hay una ofensiva contra las mujeres (en especial las más vulnerables), quienes son asociadas con la ilegalidad, mientras el mundo legal de las finanzas, esencialmente en su personificación masculina, comete abusos y “grandes delitos” con toda naturalidad.
El planteo de las autoras es interesante y amplía el lente la discusión, señalando a los verdaderos “ganadores” del modelo económico actual, sobre la base de negocios financieros legales pero no por eso menos estafadores de las grandes mayorías sociales y de las mujeres. Debido a la situación de ajuste actual, estos últimos se ven obligados “al endeudamiento masivo, en especial dirigido a las mujeres y sectores populares y ahora a sectores medios”
Sin embargo, no se trata solo del modelo económico de Macri. Si algo se mantiene de las últimas décadas es que los bancos, las financieras y un puñado de empresarios extranjeros y locales son siempre los que se enriquecen a costa de las mayorías. Además, ahora la economía la dirige y seguirá digitando el FMI, imponiendo sus reglas y condiciones para garantizar como prioridad única y principal el pago de la deuda.
La nota de Cavallero y Gago también advierte cierto intento de criminalización a las mujeres ante las críticas que surgieron contra los telares, mandalas, flores, etc. Desde ya, la salida no es dar lugar al punitivismo ni fomentar la denuncia de estos mecanismos ante el Estado que terminen señalando a mujeres que también fueron engañadas.
De hecho, la Procelac (Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos) difundió hace más de dos años un video en el que se explica el mecanismo de los “telares de la abundancia” o “flor de la abundancia” y argumenta por qué son un engaño, proponiendo a quienes “consideren que han sido víctimas de este tipo de estafa, (…) si así lo desean, pueden formular su denuncia”.
La propuesta de Procelac y de algunas voces feministas es que cada mujer reclame individualmente para que el Estado castigue a las “estafadoras”. Pero no hay que olvidar que el Estado junto a sus instituciones son parte dela sociedad capitalista patriarcal. No hay que depositar ninguna confianza en las mismas instituciones de este régimen social que legitima y garantiza la subordinación de las mujeres.
Pero la posición de las autoras, en la búsqueda por cuestionar la criminalización de las mujeres, “corre el bochín” de la discusión destapada en estas semanas sobre la validez o no de los telares. De hecho, el artículo parecería hasta justificar acríticamente la proliferación de telares.
¿Una salida sorora?
Lejos de incentivar a denunciarnos entre nosotras, de lo que se trata con el cuestionamiento a los telares es advertir a las mujeres (y a todo aquel que tenga contacto con los mismos) sobre ese mecanismo perverso que promueve todo menos una solución efectiva y colectiva a la crisis. Esta es descargada en mayor medida sobre las espaldas de las mujeres, en particular de las trabajadoras y de menores ingresos.
¿Qué promueven los telares? Promueven un vínculo “sororo” mediado por el dinero, promueve la ilusión de que para poder hacer frente a la crisis basta con crear “canales financieros alternativos”, sin enfrentar realmente a quienes se están favoreciendo con esta crisis: los grandes bancos, las corporaciones extranjeras, las privatizadas de servicios públicos, las empresas contratistas del Estado, el agropower, entre otros.
Las mujeres están, como se ve en los medios todos los días, en primera fila resistiendo el ajuste, defendiendo los puestos de trabajo y organizándose. Hay que enfrentar las estafas, las que tienen discurso y marketing feminista y las que nos hacen elegir entre dos opciones que garantizan los intereses de los grandes empresarios. Lejos de preocuparse por las mujeres, pretenden que nos resignemos a vivir en una economía diseñada por el FMI al menos “8 años más”.