“La ilusión de los mamíferos” es lo último de Julián López y se trata de una novela donde la sutileza y el trabajo fino sobre la frase encuentran su comunión en el armado de cada párrafo.
El argumento en sí mismo en simple: el protagonista, un hombre soltero y solitario, vive una historia de amor clandestino con un partenaire casado y con un hijo. La trama se desarrolla mayormente en el departamento del protagonista a lo largo de sucesivos domingos en los cuales los amantes se encuentran y construyen una vida paralela. Están al margen de una Buenos Aires que insiste en transformarse y perderse en la masa contemporánea y ecléctica donde una pared es todas y ninguna de las paredes del mundo. Se trata de una novela de amor en sentido amplio, ya que envuelve a los dos hombres y abraza a la ciudad porteña.
En cuanto al estilo, el primer punto interesante que encontramos es la preponderancia de la segunda persona. El protagonista se dirige a su amante y el efecto está muy bien logrado ya que en ningún momento se filtra o confunde el lugar del lector. Cuando leemos a López estamos frente a una escritura que nos convoca a ser parte, pero sin perder la fuerza discursiva del enamorado que habla, como diría Cortázar, lanzando palabras que busquen como sabuesos.
Se dice que el autor tiene un estilo poético, y pienso que es verdad. Sin embargo, me pregunto si es válido hacer distinciones entre la narrativa y la poética. ¿No es la narrativa, en sí misma, una construcción que requiere de una poética? A la inversa, ¿no es un poema, finalmente, un conjunto narrativo? Sería, en tal caso, importante referir que López tiene un estilo en donde la construcción de la frase deja resultados magistrales en cuanto a la capacidad de insight, de dejar marca, lo cual puede (mal) confundirse con que sea un escritor de frases célebres. La novela es sólida y se sostiene porque está bien escrita.
Por último, decía que La ilusión… es una novela a contrapelo de la época porque en una sociedad de consumo en donde todo debe terminarse rápido, digerirse sin mayores inconvenientes y salir urgente a conseguir la próxima novedad, un texto como este no puede menos que ser una piedra en el zapato. No hay forma de hacer de él una lectura superficial. Es una novela que pide la lectura medida y a conciencia. En eso sí es bien poética. Debe consumirse lentamente y saboreándola como quién prueba un chocolate.
La escritura y separación en capítulos cortos es el gran acierto ya que cierra perfectamente con el espíritu del libro ayudando a incorporar la experiencia. Lo revolucionario no es solamente la presencia de un amor homosexual en la trama sino que asistimos a una revolución en la forma de narrar.
PD: hay dos escenas imperdibles. Palabras clave: abuela y padre. |